CAMBIO CLIMÁTICO Y PESCA

Especies migrantes

20/06/2025

Pesca

Ana Diaz
atunes en el oceano
¿Es la acción del hombre la única responsable del calentamiento global del planeta y los océanos o hay otros factores naturales que influyen en la subida de las temperaturas y los cambios en los ecosistemas marinos? Investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Málaga han revisado las series históricas sobre pesquerías y cambio climático, ofreciendo propuestas de futuro en el contexto actual de calor extremo.

En su trabajo “Revisión histórica de las investigaciones sobre pesquerías y cambios climáticos. Propuestas de futuro en el contexto de calentamiento global”, Juan y Elena Pérez-Rubín, científicos del IEO en Málaga, analizan en profundidad numerosos estudios sobre fluctuaciones pesqueras vinculadas a cambios climáticos en los mares atlánticos del sur de Europa y las regiones conectadas de África. Tras revisar una extensa bibliografía, consideran que actualmente es un gran reto científico llegar a diferenciar a nivel regional la variabilidad climática natural y los cambios inducidos por el ser humano..

La hipótesis más compartida hoy en día por la comunidad científica para explicar las olas de calor extremo que sufrimos, sitúa al hombre y a la revolución industrial como los principales responsables. Sin embargo, la mayoritaria “hipótesis antropogénica”, la que coloca al hombre como único culpable, no es unánime. Juan Pérez-Rubín propone que también se tengan en cuenta las teorías sobre “variabilidad natural” en las poblaciones y ecosistemas marinos. 

Para los autores del estudio, algunos de los denominados científicos “disidentes” creen que la mayor parte del calentamiento global registrado desde 1980 se debe a una combinación de factores naturales cambiantes (el patrón climático El Niño, la actividad solar o los aerosoles volcánicos) y a los negativos efectos antropogénicos (sobrepesca y contaminación).
 
mapa de Europa con temperatura de agua oceanica en rojo
Mapa de Europa en el que se destaca en rojo la temperatura elevada del mar.

CORRIENTES ATLÁNTICAS
Los oceanógrafos tradicionales comparaban el norte del océano Atlántico con una “gran bañera de agua con un grifo de agua caliente (la corriente del Golfo) y dos de agua fría (las corrientes de Groenlandia y de la península del Labrador)”. La mezcla de las tres determinaría la temperatura superficial del Atlántico oriental, que influye en el clima de Europa y en la distribución de especies pelágicas, las que viven lejos del fondo marino. 

También el grado de salinidad del agua superficial influye en la circulación oceánica que, al descender drásticamente en períodos de calentamiento y deshielo de los casquetes polares, puede provocar un viaje de icebergs hacia el sur. 

Esa variabilidad natural explicaría la mayoría de las grandes fluctuaciones de especies marinas en un área determinada y sus alteraciones en la distribución, abundancia, crecimiento, madurez sexual y supervivencia de las especies más sensibles a los cambios de temperatura del agua. 

​​​Según los investigadores del IEO, esto es lo que ocurrió en el noreste del Atlántico europeo entre 1920 y 1940. Los grandes cambios meteorológicos y oceanográficos permitieron la migración al norte de Islandia de especies propias de aguas mucho más cálidas como el tiburón ballena, el pez luna, el pez espada, el atún, el jurel o la caballa.

También se dieron fenómenos contradictorios en áreas relativamente próximas. A finales de los años 1930, Groenlandia experimentó temperaturas anormalmente altas, mientras que en Islandia y Noruega las temperaturas bajaron considerablemente, provocando una gran mortandad de peces y crustáceos en zonas concretas..

Quizás debido a un aumento del volumen de aguas templadas procedentes de la corriente del Golfo de México, los mares nórdicos volvieron a calentarse en la década de 1940, lo que supuso la colonización de especies propias de zonas más cálidas y la presencia de buques arrastreros que subían a pescar, ampliando su radio de acción.

PESCA EN ESPAÑA
España ha experimentado numerosas crisis pesqueras locales debido a cambios en la temperatura del agua y obligando a los buques y las fábricas conserveras a trasladarse, de región en región, siguiendo las migraciones de las especies. En este sentido, hay estudios sobre la presencia de peces pelágicos costeros emigrantes (sardina, espadín, anchoa y jurel) y la sustitución alternativa de estas especies en nuestras costas.

A la crisis sardinera de 1924-1928, siguieron años de bonanza para esta especie. En aquel momento, otra especie pelágica -el espadín- fue disminuyendo en Galicia y en otras zonas del Cantábrico hasta su virtual desaparición.

Según los historiadores, buena parte de la flota de los puertos del norte de España fue desplazándose poco a poco a Andalucía, ya que los cambios ambientales provocaban el desplazamiento de sardinas (especie pelágica) y merluzas (especie demersal). 

Al no conseguir un acuerdo pesquero con Portugal, los armadores gallegos se instalaron preferentemente en Huelva. Las capturas de sardina en Isla Cristina en aquella época rondaban las 12.000 toneladas anuales, localizándose en la zona hasta 30 fábricas de salazón y 17 conserveras.

Poco tiempo más tarde, se produjo el fenómeno inverso. Entre 1931 y 1933, las capturas de sardinas crecieron tanto en Galicia que los precios de venta en Vigo y A Coruña cayeron a la mitad, detectándose una expansión progresiva de la flota de arrastre hacia el Golfo de Vizcaya y el Gran Sol. Los arrastreros que faenaban en Marruecos comenzaron en el verano de 1928 a subir a pescar al mar Céltico y al suroeste de Irlanda. Con la crisis del sector en Andalucía, importantes compañías armadoras de la región se vieron obligadas a echar el cierre, como ‘La Pesquera Malagueña’ que entró en bancarrota en 1927.

NUEVO CICLO
A finales de los años 1940 comenzó otro ciclo. En el mar de Alborán se alcanzaban capturas máximas de sardinas (25.475 toneladas en 1948), mientras que en Galicia y Levante la especie descendía dramáticamente, obligando a los cerqueros de zonas deficitarias a trasladarse a la costa mediterránea de Andalucía. 

El pescado capturado se transportaba al principio en tren a las conserveras del norte de España, pero con el tiempo los empresarios gallegos decidieron instalar sus fábricas de procesado en Málaga, cuyo puerto sirvió de base para la descarga de sardinas capturadas en el norte de Marruecos por más de 40 traíñas pertenecientes a armadores gallegos, alicantinos y valencianos. Málaga se convirtió en 1946 en la quinta ciudad española con más descarga de pescado, contando con 13 fábricas de conserva y salazón. Una década más tarde las cosas volvieron a cambiar.

Según los investigadores del IEO, los grandes cambios de capturas de sardina y boquerón en el mar de Alborán entre 1945-1990 se debieron a variaciones cíclicas en  la temperatura del agua, ya que cuando esta está más fría se detecta mayor presencia de sardinas en el mar; mientras que, en las épocas de calentamiento de las aguas, lo que se observa es que hay más poblaciones de boquerón. 

ENTREVISTA
 
Juan Perez investigador IEO Málaga


¿Son las especies marinas sensibles a los cambios climáticos?
A todas las especies marinas les afectan los cambios anormales en la temperatura y salinidad de las aguas. En latitudes medias, las especies nadadoras más sensibles a estas variaciones se desplazan buscando su rango óptimo. Migran hacia el sur en épocas de enfriamiento intenso, mientras que en las décadas de calentamiento extremo como las actuales, unas especies optan por desplazarse hacia el norte y otras bajan a mayor profundidad. 

¿Desde cuándo el IEO detecta variaciones críticas?
El IEO se fundó en 1914 y ya entonces nuestros pioneros investigadores fueron testigos de cambios observando las capturas pesqueras durante  la primera década de calentamiento marino intenso de los años 1920.

¿Son más frecuentes ahora los cambios climáticos extremos?
En la historia de la Tierra, los calentamientos y enfriamientos extremos de la atmósfera y del mar son cíclicos. Gracias al uso generalizado de termómetros en el siglo XIX, los meteorólogos han podido demostrar que el actual calentamiento extremo que padecemos se originó a mediados de dicho siglo y que, desde entonces, se han ido alternando décadas de enfriamiento de las temperaturas con otras de calentamiento. 

Para conocer los cambios climáticos registrados en el mar en siglos anteriores, cuando no había termómetros, los biológos oceanógrafos podemos confirmar las decadas anómalas de enfriamento y calentamiento de las aguas europeas gracias a la fiabilidad de las estadísticas pesqueras centenarias de, al menos, tres especies de peces -arenque, sardina y atún rojo- que se comportan como “termómetros vivientes”. Y si retrocedermos aún más en el tiempo, a partir de la escala temporal de miles de años, debemos atender a los paleontólogos expertos en fósiles que confirman la misma alternancia cíclica.

¿Qué conclusiones saca de la revisión histórica que ha hecho? 
Debemos fijarnos en los estudios internacionales que demuestran la secuencia de siglos de calentamiento extraordinario, lo que se conoce como el “período cálido medieval”, seguido de otros siglos de enfriamiento intenso, “la pequeña edad de hielo”, que finalizó a mediados del siglo XIX y quemarca el inicio del calentamiento global actual. 

¿Qué propone para el futuro?
Hay que seguir analizando la evolución de las fluctuaciones climáticas, oceanográficas y de especies en las distintas regiones marinas, particularmente en las subsaharianas, porque exportan a Europa gran parte de sus capturas, y profundizar en el conocimiento de las variaciones detectadas en siglos pasados. Así podrán mejorarse los actuales modelos matemáticos predictivos y obtener resultados más fiables sobre futuros impactos en los ecosistemas y en los sectores socioeconómicos.

Leer más contenidos en el número 657 de la revista Mar. 

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