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La profesión médica es un compendio de vocación de servicio, responsabilidad, capacidad de análisis y toma de decisiones y de una actualización constante, pero cuando la labor se ejerce a bordo de un buque asistencial en el Atlántico Norte, hay que añadir cualidades que nada tienen que ver con lo que se estudia en la facultad de medicina.
Los buques asistenciales del Instituto Social de la Marina tienen una dotación de 30 tripulantes, entre los que figuran dos médicos, un personal de enfermería y un técnico en emergencias sanitarias.
El Esperanza del Mar navega por el Atlántico norte acompañando a la flota durante las diferentes campañas pesqueras a lo largo de todo el año. Casteltownbere, la ciudad costera más cercana, situada al suroeste de Irlanda, está a 200 millas náuticas, un día y medio de navegación.
Navegar en invierno por aguas de Gran Sol y Azores es solo para valientes. Si el Señor de los Vientos está calmado, los amaneceres son de una belleza inconmensurable. “Rara vez hay buen tiempo en Gran Sol”, dicen los marinos experimentados y hay quien añade que éste es uno de los caladeros más peligrosos del mundo.
Aunque el Rey Sol esté presente durante la faena, todo puede cambiar cuando Poseidón desata su furia y Santa Lucía se retira, dejando sin visibilidad al puesto de mando. Los barcos suben y bajan y parecen ser engullidos por olas de diez metros. En estas condiciones especialmente duras, el Esperanza del Mar es el ángel de la guarda de los pescadores.
Cualquier intervención médica o asistencial en estas condiciones adversas se vuelve mucho más compleja aún.
Más allá del hospital
Llevar la salud más allá de los muros de un hospital convencional al asistir a la gente de mar en el medio hostil en el que trabajan, es la principal motivación de todos los tripulantes de un buque asistencial.
Desde el punto de vista operativo toda asistencia sanitaria que requiera una consulta ambulatoria debe realizarse mediante el desplazamiento al buque hospital del paciente para el que se solicita atención, aunque en ocasiones, según la severidad del caso, el personal sanitario puede desplazarse al buque demandante de asistencia.
Otra parte del trabajo de médicos y enfermeros del buque son las recomendaciones y atención a los pacientes por vía telemática.
En los casos más graves, se coordina la evacuación del marino al puerto más cercano (Casteltownbere en irlanda o Brest en Francia) bien desde el propio buque, bien a través de helicóptero. También se cuenta con la asistencia de especialistas médicos a través de interconsultas mediante servicios de telemedicina concertados.
A los mandos
El capitán Luis Gonzaga, que lleva desde 2023 a los mandos del Esperanza del Mar, tras 13 años como oficial, reconoce la dificultad de la tarea: “La asistencia sanitaria bajo condiciones meteorológicas adversas representa una tarea compleja especialmente en los desplazamientos entre barcos que suponen maniobras de alto riesgo en los que se utilizan embarcaciones de rescate rápido con sus correspondientes medios de puesta a flote especializados, diseñados para garantizar la mayor seguridad posible tanto en el lanzamiento como en la recuperación”.
El capitán nos relata que “el factor más desafiante suele ser, en la mayoría de los casos, el estado del mar, el viento, la visibilidad y otras condiciones meteorológicas que complican cualquier maniobra, ya se trate de asistencias sanitarias simples o de evacuaciones a puerto o por medio de helicóptero”.
Las asistencias médicas más frecuentes están relacionadas con traumatismos por accidentes, así como complicaciones o descompensaciones de patologías crónicas, que en muchos casos requieren ingresos en el buque hospital.
También cobra especial relevancia mantener adecuadamente adiestrada a toda la tripulación para trabajar bajo circunstancias adversas, incluido el personal sanitario.
La motivación
El doctor Carlos Veleda lleva como médico a bordo del Esperanza del Mar un año, previamente había prestado servicios en el Centro Radio Médico, radicado en Madrid. “La motivación para ejercer mi profesión a bordo del buque, ha sido incursionar en una labor asistencial totalmente distinta. La medicina, más allá de ser una profesión, es una vocación de servicio. Trabajar como médico a bordo del buque hospital representa una de las formas más exigentes de ejercer esa vocación, brindar atención sanitaria donde las distancias, los recursos o las circunstancias impiden un acceso fácil a la salud”.
Ejercer la medicina en alta mar “con las marejadas y balances del barco, además de estar lejos de tierra y de la familia, es lo más difícil-añadía Carlos Veleda- además de tomar decisiones clínicas en contexto de incertidumbre y gran responsabilidad… todo esto me ha hecho aprender que la medicina en el mar exige preparación, conocimientos, inteligencia, improvisación, autocontrol y la capacidad de priorizar, con ecuanimidad y serenidad”.
El doctor Veleda siente como un reto el trabajar como médico a bordo de un buque hospital “representa un desafío integral, profesional y humano, que exige mucha vocación y entrega, pero también ofrece una experiencia única de crecimiento, aprendizaje y servicio que trasciende el ejercicio habitual de la medicina y se convierte en una verdadera misión al servicio de la humanidad”.
Unir dos mundos
El doctor Óscar Creo lleva también un año integrando el equipo médico del Esperanza del Mar, en su primer trabajo como médico asistencial. “Tenía interés por vivir una experiencia profesional y personal diferente, uniendo dos mundos muy interesantes: la medicina y el mar. Poder brindar atención médica a los marineros y tripulantes que a menudo están desprotegidos y expuestos a condiciones difíciles en su día a día me resulta profundamente gratificante. Decidí iniciar esta experiencia únicamente durante un mes para ver si me gustaba... y llevo un año ya”.
En alta mar no siempre se cuenta con todos los medios “y en muchas ocasiones -añadía Óscar Creo- debemos resolver los casos únicamente con los medios y conocimientos propios de los médicos asistenciales, lo que implica una gran responsabilidad”.
El buque dispone de un equipamiento médico muy completo desde un ecógrafo, equipos de radiografías o una lámpara de hendidura, hasta una sala de UCI completamente equipada y quirófanos.
No es un sentimiento exclusivo del personal sanitario de un buque reconocer que “lo más difícil de ejercer la profesión a bordo de un barco es, sin duda, pasar largos periodos lejos de la familia y de las personas que queremos. Estar un mes entero embarcado supone un reto emocional importante pero cuando te adaptas a la vida a bordo, los compañeros se convierten en tu familia”, señala el doctor Creo.
Cual Nereidas, protectoras de los marinos según la mitología griega, los médicos de sanidad marítima no siempre están visibles pero el pescador sabe que cuenta con ellos y esa tranquilidad de saber que navegan cerca, no tiene precio.
Principales intervenciones campaña 2025
Tan solo una breve muestra de algunas intervenciones durante la campaña.
Dificultad respiratoria. Un marinero del pesquero Albo Puertas con un cuadro de fatiga, mal estado general, y dificultad para respirar que le imposibilitaba la realización de sus labores tuvo que ser hospitalizado durante cinco días en el buque hasta que su mejoría permitió que fuera retornado a su barco.
Afección neurológica. Un tripulante del pesquero Pedra Blanca con una afección neurológica aguda, tras ser atendido e ingresado en la UCI del Esperanza del Mar se coordinó con Salvamento Marítimo su traslado por medios aéreos a un centro hospitalario en Inglaterra.
Extracción de anzuelo. Desde el pesquero Nuevo Horizonte Abierto se trasladó a un marinero con un anzuelo alojado en la región interdigital de la mano izquierda. Tras descartar un traumatismo óseo, mediante una radiografía, se procedió a realizar la extracción tras la que se le regresó a su buque con una pauta de medicación y un posterior seguimiento.
Lesión ocular. Al haber perdido gran parte de la visión tras un golpe, un marinero del pesquero Cuca, fue atendido conjuntamente en el buque por los médicos de Sanidad Marítima y los especialistas de oftalmología del Hospital Gómez Ulla en tierra, mediante interconsulta. El marinero regresó a su barco con un tratamiento y seguimiento adecuados.
Traumatismo óseo. Un estudio radiológico constató que un marinero del Playa de Luarca sufría de un traumatismo en la parrilla costal izquierda por lo que se ordenó su hospitalización en el buque donde se pudo controlar el dolor y poner en práctica una terapia de ejercicios respiratorios para mantener las vías aéreas expandidas. El apoyo psicológico resultó fundamental para su recuperación durante los cuatro días de hospitalización.