El mar en la literatura universal

01/01/2025

Más Mar

Historia

Lorena Gándara
Caballo de Troya en la playa de Troya
El mar ha sido y es fuente inagotable de inspiración de los más brillantes novelistas y poetas de cada época, desde la Antigua Grecia de Homero hasta la literatura contemporánea de Alessandro Baricco. Muchos escritores han encontrado en la mitología marina y las leyendas, la historia náutica o en el propio paisaje, las ideas con las que escribir sus obras.

Decía el gran poeta griego Homero en la Ilíada: “El mar del color del vino”. La comparación se repite en reiteradas ocasiones en esta obra clásica que narra la guerra de diez años entre griegos y troyanos. También aparece en la Odisea, con el largo y arduo viaje de regreso de Ulises a su hogar en la isla de Ítaca. El mar de Pío Baroja es de “olas verdes, mansas, espumas blanquecinas donde se mece nuestra pupila” roza nuestro alma y desgasta nuestra personalidad “hasta hacerla puramente contemplativa, hasta identificarla con la Naturaleza”. La infinidad de formas que tiene cada escritor de ver, sentir y representar el mar es equiparable a la cantidad de referencias que hay al mismo en clásicos de la narrativa británica como Robinson Crusoe de Defoe o Los viajes de Gulliver de Swift. Los apasionados de la lectura recordarán también títulos como La isla del tesoro de Stevenson o Moby Dick de Melville. A continuación, nos sumergimos en la historia de la literatura universal para repasar otros autores que bien merecen un lugar destacado.
 
  • Edgar Allan Poe
Maestro del relato gótico y del género de terror, fabulador de las más sombrías pesadillas, encontró en el mar las palabras para su poesía y las ideas con las que dar rienda suelta a su imaginación. Entre su prolífica producción literaria se encuentran algunos cuentos náuticos como El manuscrito hallado en una botella (1833), que, desde una atmósfera onírica y fantasiosa, nos transporta a un barco fantasma. En La narración de Arthur Gordon Pym (1838), relata con destreza la historia de un joven que, tras entablar amistad con el hijo de un marino mercante, procede a embarcarse clandestinamente en el barco ballenero Grampus, en el que vivirá todo tipo de aventuras. Un descenso al Maelstrom (1841) está inspirado en el remolino que se produce en las costas de Noruega por las fuertes corrientes y la amplitud de las mareas. Todas estas historias tienen en común la presencia de un milagro ante un desastre náutico y demuestran el poder evocador de los cuentos de Poe. De forma menos directa, el mar también se presenta en El escarabajo de oro (1843), donde aparece como paisaje ya que la acción transcurre en las costas de la isla de Sullivan, o en La caja oblonga (1844), cuyo escenario es un barco costero en el que tiene lugar un naufragio. El entierro prematuro (1844) termina con una pavorosa pesadilla en el camarote del protagonista. Por otro lado, el mar también impacta en la poesía y las características metáforas de Poe. En Para Helena (1831) hay numerosas referencias al mar mientras que la muerte toma el protagonismo en La ciudad en el mar (1845), una ciudad gobernada por la personificación de la muerte. En otro de sus poemas, Annabel Lee (1849), hace alusión a una misteriosa tumba junto al mar. Antes de morir dejó una última obra la cual se encuentra inconclusa: El Faro.

Obra: Los Dramas del Mar, del escritor francés Alejandro Dumas
 
  • Julio Verne
Con solo once años hizo un intentó fallido de embarcarse en un buque que se dirigía a las Indias. Desde entonces, el escritor francés no pudo ocultar su curiosidad y pasión por el mar que acabó despertando su potencial creativo y talento para la narración. Algunas de sus mejores obras de tema marítimo son Las aventuras del capitán Hatteras (1866), que relata la expedición del capitán al Polo Norte donde se encontrará con el capitán Altamont, superviviente de un viaje anterior a la misma zona, o la novela geográfica Los hijos del capitán Grant (1868), en la que los protagonistas son los hijos de Grant, los cuales emprenderán un viaje para encontrar a su padre cuya identidad solo conocen por un mensaje hayado en una botella lanzada al mar. Pero indiscutiblemente su obra más destacada y reconocida es Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), una increíble aventura que narra el encuentro de una fragata americana con un terrible monstruo marino que ha ocasionado numerosos naufragios. La tripulación descubrirá que el monstruo es, en realidad, un submarino colosal que lleva por nombre Nautilus, en el que pasarán diez meses junto a un misterioso personaje, el capitán Nemo, creador del submarino. Años después publicó La isla misteriosa (1874), en la que el personaje principal es el ingeniero Cyrus Smith, cuyos conocimientos prácticos permitirán a un grupo de supervivientes adaptarse al medio natural de la isla para sobrevivir. En esta obra vuelve a recuperar a personajes como el capitán Nemo.
 
  • Ernest Hemingway
Las vicisitudes de un pescador que lleva 84 días sin lograr una sola captura se entremezclan con los recuerdos de su vida pasada en El viejo y el mar (1952), la obra más famosa del Nobel de Literatura. La historia nos traslada a Gulf Stream, en La Habana, donde el personaje de Santiago, al que todos han apodado como “el viejo”, ha conseguido pescar un marlín (pez vela). Una tarea que le mantendrá ocupado durante tres días en los que rememorará su pasado.
 
  • Alessandro Baricco
Más cercano en el tiempo tenemos a Alessandro Baricco con una de las obras más exitosas de su carrera y con la que obtuvo el premio literario Viareggio Répaci: Océano mar (1993), una colección de microhistorias que tienen lugar en la Posada Almayer en la que se hospedan todos los personajes. A los huéspedes les une un propósito concreto y su relación con el mar. Entre algunos de los personajes se encuentra un pintor que, cansado de guiarse por los ojos de las personas a las que retrata, busca mirar a través de los ojos del mar para crear pinturas diferentes, o un científico dedicado a estudiar las limitaciones que tiene el mundo y que está interesado en conocer cuáles son los límites del mar. El misterio aparece con un hombre que conoce la verdad del mar y quiere devolvérsela al océano o encoge el corazón con la salud delicada de una joven a la que solo el mar puede curar. Una galería de personajes que representan diferentes metáforas de la vida y que están destinados a entretejer sus historias en el transcurso de la novela. Dividida en tres partes, la primera presenta el lugar de la acción y a sus protagonistas, mientras que en la segunda se cuenta la historia de un terrible naufragio en altamar con implicaciones en el desenlace en el que se revela qué le ha ocurrido a cada uno de los personajes.
 
El Faro de Edgar Allan Poe, Las inquietudes de Shanti Andía de Pío Baroja y Océano mar de Alessandro Baricco.
El Faro de Edgar Allan Poe, Las inquietudes de Shanti Andía de Pío Baroja y Océano mar de Alessandro Baricco.
 
  • Otros autores
La cantidad de obras dedicadas al mar es inabarcable, se pueden citar otras obras como El pirata (1923), de Joseph Conrad, en la que el autor polaco cuenta la historia de un marino que regresa a su hogar tras pasar 40 años navegando por los mares de Asia. Una reflexión sobre la vulnerabilidad del ser humano. Suya también es La línea de sombra (1916), fábula en la que un inexperto capitán se hace cargo por primera vez de un barco, tarea en la que tendrá que afrontar muchas dificultades. En El Leviatán (1940), de Joseph Roth, Nissen Piczenik, un apasionado de los arrecifes y del mar que se gana la vida vendiendo corales, decide embarcarse y dejar de lado su negocio.

EL MAR DE BAROJA

Retrato del escritor español Pío Baroja

En la literatura hispánica también contamos con novelas marineras de gran calidad. Pío Baroja es el máximo exponente del fuerte vínculo que siempre ha existido entre la literatura y el mar, tema que analizó en el ensayo: El mar y el marino. El autor de la Generación del 98 dedicó una tetralogía al mar: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), El laberinto de las sirenas (1923), Los pilotos de altura (1929) y La estrella del capitán Chimista (1930). En estas obras el mar es escenario y protagonista, tanto con menciones recurrentes como con pasajes de acción a bordo. El mar de Baroja es de nostalgia, la cual impregna las páginas de muchas de sus obras y no es producto de la casualidad. En su infancia y juventud se mostró muy interesado en las narraciones de viejos capitanes, patronos y familiares cercanos cuya vida había estado ligada al mar. En sus historias, la vida en el mar despoja a los personajes de las ataduras a las que se ven sometidos en la civilización.

Todas estas obras se revelan de formas muy diferentes pero forman parte de un valioso legado universal.

Ver número 651 de Revista MAR

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