El ABCDE que salva vidas

24/10/2024

ISM

Sanidad marítima

Rosa Gandía, médico de Sanidad Marítima
un hombre realizando una RCP en la playa a otro hombre
La sensación de angustia que provoca una emergencia médica en socorristas puede condicionar la toma de decisiones incorrectas que, lejos de ayudar al enfermo, agravan su situación.

Entre el estado de aparente normalidad de una persona y el deterioro rápido de su salud, puede mediar un breve período de tiempo, en el cual, si se sabe reconocer los signos y síntomas, se pueden realizar acciones que salven la vida del paciente y garanticen una adecuada recuperación posterior.

LO PRIMERO 
Las actuaciones que se corresponden con las letras PAS son lo primero a tener en cuenta cuando se debe actuar como socorrista.  

Protección. Del socorrista, de la víctima e incluso de terceros posibles implicados. 

Avisar. Llamar al CRME o a otro sistema de atención a emergencias, garantizando una asistencia médica especializada, a pesar de que eso suponga la pérdida de algunos segundos.  

Socorrer. Iniciar actuaciones entre las que se encuentra la RCP, con la rapidez y calidad que precisa la situación. 

La presencia de varios socorristas ayuda a desarrollar estas acciones con mayor eficacia, siempre y cuando exista una buena coordinación entre ellos.
 
Hombre realizando a una mujer la maniobra de Heimlich ante un atragantamiento
Hombre realizando a una mujer la maniobra de Heimlich ante un atragantamiento.
EL ABCDE
Establecido lo anteriormente señalado, se debe prestar atención a cada una de las letras ABCDE (en ingles Airway, Breathing Circulation Disability y Exposure), las cuales definen la secuencia de exploración en el enfermo y que permiten realizar actuaciones con vistas a que no se agrave aún más su estado de salud.

A Vías aéreas. Es importante reconocer si las vías aéreas se encuentran funcionales. La inspección de la boca y la nariz del enfermo permite reconocer la entrada y salida correcta de aire, descubriendo además la posible existencia de algún cuerpo extraño, que pueda comprometer la respiración, e intentar extraerlo. Así mismo detectar la presencia de sonidos no habitual en la respiración, como los estertores, que nunca deben confundirse con una respiración normal.
 
Con la sencilla maniobra frente-mentón, se rectifica la vía aérea para permitir la entrada de aire (siempre que no se sospeche de trauma de médula espinal).

De esta primera exploración se pueden derivar decisiones tales como comenzar la RCP inmediatamente si el enfermo no respira o estimular al sujeto a toser en el caso de que existan signos de atragantamiento. Si la tos resulta ineficiente, y se notan cambios en la coloración de la piel y agotamiento, debe comenzarse con la maniobra de Heimlich. 

En el supuesto caso de un paciente con pérdida de conocimiento que respira, se coloca en posición de seguridad bajo vigilancia hasta que llegue el apoyo médico.
 
Respiración. La exploración del tórax y los movimientos respiratorios aportan datos de interés. A saber: si la frecuencia a simple vista es más rápida o lenta o inexistente, si se está realizando un esfuerzo superior al respirar, que puede determinarse observando la retracción de la piel en los espacios intercostales, entre otros signos. 

C Cardiovascular. Con relación al aparato cardiovascular, con un solo gesto del socorrista, se logra brindar apoyo emocional y a la vez comprobar datos de importancia clínica.

Sujetar por la muñeca al enfermo, puede aportarle sensación de seguridad a una persona en estado grave.  Así mismo recabamos datos relativos al pulso arteria radial: si existe o no, si es rítmico, cuál es su frecuencia, si es fuerte o débil. 

El contacto físico con el enfermo sirve además para comprobar la temperatura del sujeto, y otros cambios en la piel.

La toma de la tensión arterial brinda información relevante sobre las causas del estado de salud del enfermo.  

D Signos de compromiso neurológico. Esta parte de la cadena de actuaciones es automáticamente explorada por los socorristas incluso sin preparación previa, buscando signos de desorientación temporo-espacial, preguntando al enfermo como se llama o si sabe dónde está.
 
En este apartado también se incluye la exploración de las pupilas. La reactividad y tamaño pupilar frente a un estímulo luminoso, puede informar sobre un importante compromiso neurológico. 

E Exposición de otros síntomas que orientan sobre las causas de la gravedad del enfermo y pueden ser trasmitidos posteriormente a los servicios de urgencia.
 
Una situación fácilmente detectable es la lectura de una chapilla identificativa que lleve el enfermo, relacionada con padecimientos crónicos tales como diabetes, alergias, convulsiones u otras afecciones. Además, se pueden descubrir lesiones de la piel, heridas sangrantes, hematomas, etc.

Dentro de este punto debe añadirse la importancia de preservar la intimidad del paciente, intentado evitar exposiciones innecesarias de su cuerpo mientras se buscan signos o síntomas que pueda orientar al socorrista.
 
Las urgencias médicas en el mundo laboral marítimo tienen además el factor añadido del tiempo que transcurre para que el enfermo sea atendido en tierra, por lo que aprender a detectar los estados que anteceden a situaciones de emergencias y recordar el orden de la exploración a un enfermo grave, es la garantía de que se realizarán actuaciones correctas para salvar su vida. 

ROSA GANDÍA, Médico de Sanidad Marítima
    

Leer más en el número 649 de la revista Mar del mes de noviembre. 

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