Salud intestinal

La importancia de cuidar nuestro segundo cerebro

01/02/2024

ISM

Sanidad marítima

Doctora Purificación Vega
Recreación del intestino delgado y algunas bacterias de su microbiota
La salud intestinal es un término que se utiliza para describir el estado del tracto gastrointestinal, compuesto por el tubo digestivo que comienza en la boca y termina en el recto, e incluye todos los órganos del sistema digestivo, como el esófago, el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso que tienen una enorme repercusión en muchos aspectos de nuestra salud y bienestar general.

El sistema digestivo no solo procesa alimentos, sino que también influye significativamente en la salud del resto del cuerpo porque alberga billones de microorganismos (incluidas bacterias y otras formas de vida conocidas como microbiota) que desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de la digestión, el sistema inmunitario, la regulación del peso, e incluso el estado de ánimo y las emociones.

Los científicos dicen que el cuerpo tiene dos cerebros: uno en la cabeza y otro en el intestino. Ambos se desarrollan a partir del mismo tipo de tejido en la concepción, diferenciándose posteriormente en dos partes, el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y el sistema nervioso entérico (el intestino) y están controlados por las mismas hormonas y neurotransmisores. En este sentido, el intestino produce aproximadamente el 95% de la serotonina, a menudo denominada la “hormona de la felicidad”.

La aparición de los siguientes signos podría considerarse como una señal de la necesidad de prestar una mayor atención a la salud intestinal: cambios en los hábitos intestinales sobre todo si persisten durante cuatro semanas o más (estreñimiento y diarrea), malestar estomacal (gases, acidez), mal aliento, cansancio, problemas de sueño, problemas de salud mental como cambios de humor y bajo estado de ánimo, cambios de peso, problemas en la piel (acné, eczema atópico, rosácea), o síntomas más graves como la presencia de sangrado o mucosidad en las heces.
 
Probióticos y alimentos fermentados ayudan a tener una microbiota sana.
Probióticos y alimentos fermentados ayudan a tener una microbiota sana.
CÓMO MEJORAR TU SALUD INTESTINAL
Todos nacemos con diferentes grados de salud intestinal heredada; no obstante, los estudios demuestran que el estilo de vida es un mayor determinante de la salud intestinal.

La dieta juega un papel fundamental en la salud intestinal. Así los alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y granos enteros, fomentan un ambiente propicio para las bacterias beneficiosas (microbiota). Es recomendable consumir unos 30 gramos de fibra al día para facilitar la digestión y evitar el estreñimiento, la cual puede proceder de diversas fuentes, como la fruta y la verdura, el pan integral, el arroz integral, la avena y las legumbres.
 
Existen una serie de alimentos o suplementos conocidos como prebióticos que actúan como nutrientes para la microbiota humana, como el ajo, la cebolla, el tomate, los puerros, la zanahoria, la patata, los espárragos, la alcachofa, los cereales y las legumbres.

Reducir los alimentos grasos (comida para llevar y alimentos fritos) también contribuirá a mejorar la digestión, ya que pueden provocar dolor de estómago, indigestión y acidez. Se debe procurar asar o cocinar la carne y el pescado en lugar de freírlos.

Se presta mucha atención a los alimentos probióticos y a su efecto en la salud intestinal o suplementos que tienen microorganismos vivos y su objetivo es mantener o mejorar las bacterias “buenas” de tu cuerpo.

Los probióticos se encuentran de forma natural en alimentos de todos los días como lácteos y vegetales fermentados, productos cárnicos y pescados fermentados y bebidas alcohólicas artesanales. Entre ellos podemos citar: el yogur, la col fermentada, el kéfir (una bebida láctea fermentada), la soja fermentada (tempeh), el miso, determinadas frutas (manzana, naranja, piña, fresa, arándanos), la kombucha (bebida fermentada a partir del té negro), los pepinillos y aceitunas encurtidas, el pan de masa madre, el chocolate negro y determinados frutos secos (almendras, pistachos).

También existen suplementos probióticos, que pueden ser una forma eficaz de aumentar las bacterias beneficiosas, pero no todos los probióticos son iguales, ni las distintas cepas de bacterias son apropiadas para las diferentes necesidades.

Lo importante no es solo lo que comemos, sino cómo lo comemos, es decir nuestros hábitos alimenticios. No se debe comer mientras se camina, hay que intentar sentarse en una mesa cuando se come, tomarse su tiempo y masticar despacio, sin saltarse las comidas, comiendo a horas regulares, dejando un par de horas después de comer para acostarse para que la comida tenga tiempo de digerirse y beber mucha agua a lo largo del día. 

Además de la alimentación, otros factores influyen en la salud intestinal. El estrés crónico y el uso excesivo de antibióticos pueden alterar el equilibrio bacteriano o afectar a la velocidad de la digestión. Cuando la digestión se ralentiza, la hinchazón, el estreñimiento y el dolor de estómago pueden ser un problema, mientras que, si la digestión se acelera, puede causar diarrea. 

Tomar medidas para reducir el estrés (como practicar ejercicio con frecuencia y dedicar tiempo a cosas agradables) y mantener un horario de comidas relajado ayudará a mantener un intestino bien equilibrado. Otras medidas útiles son evitar fumar y reducir el consumo de alcohol. 

PURIFICACIÓN VEGA, médico de Sanidad Marítima
MAR 642

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