El retorno de las medusas - Revista Mar
El retorno de las medusas
27/09/2024
Medio Ambiente
Clara González
A lo largo del verano se ha podido observar que, en algunos puntos de las costas españolas, ha habido una aparición de medusas aparentemente inusual. En playas como las de la Región de Murcia fue llamativa la concentración de numerosas especies de Cotylorhiza tuberculata, conocida como medusa “huevo frito". En otras regiones ha sido llamativa la presencia de la carabela portuguesa. A pesar de la preocupación que pueda generar, la presencia de estos seres vivos podría ser una señal positiva de la salud del mar Mediterráneo.
Jose María Gili, biólogo marino del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC de Barcelona, ha estudiado durante 40 años diferentes campos de investigación, entre los que se encuentra el estudio integrado de los ecosistemas costeros y la taxonomía de los cnidarios.
Gili expone que el caso de avistamiento de medusas “huevo frito” no debería sorprender a la población, ya que ha sucedido muchas veces en el pasado. El biólogo recuerda que, alrededor de los años 80, eran muy relevantes los proyectos de investigación en las zonas costeras del mar Menor: “En aquella época había tantas que incluso los pescadores las sacaban para intentar evitar que se aproximasen a las playas. Llegaban a sacar más de 2.000 toneladas”.
CAMBIOS POSITIVOS
Una de las cuestiones es por qué hay apariciones repentinas de medusas en las costas y qué significa esto en el ámbito ecológico. Gili explica que esta especie de medusa tiene como característica que, en su interior, tiene unas algas simbiontes que se alimentan de luz y de los nutrientes que hay en el agua, hecho que viene muy favorecido en el mar Menor debido “al gran aporte de nutrientes orgánicos que vienen de la huerta murciana y alrededores”. También influyen las altas temperaturas y la exposición a la luz del sol.
Sin embargo, Gili celebra la mejora de las condiciones del agua, que favorece la presencia de los cnidarios y otras especies. En este sentido, el agua del mar Menor no ha estado en las condiciones óptimas durante los últimos años que permitiese el desarrollo de la fauna marina: “Salía en todas las imágenes. Se había convertido prácticamente en un mar verde”.
En el año 2019, el agua del mar Menor sufrió uno de los mayores colapsos ecológicos de Europa debido a la contaminación del terreno derivado de los vertidos procedentes de la industria agroalimentaria intensiva que rodeaba el entorno. La gestión de los vertidos provocó la eutrofización del mar; es decir, una disminución del oxígeno que causó la muerte de la flora y fauna En aquel momento, esta cuestión se achacó a la falta de un diseño óptimo en las redes de saneamiento.
ALIMENTO PARA LA FAUNA
No hay que subestimar la contribución de las medusas en gran medida a las cadenas tróficas marinas al ser una fuente muy importante de proteínas y agua para numerosas especies marinas como los peces luna, cangrejos y tortugas. En este último caso, las tortugas careta pueden comer más de una tonelada de medusas a la semana; lo que, unido a que su composición es un 95% agua, resulta fundamental para la hidratación de los animales marinos.
Así, este investigador critica que el factor humano ha contribuido a la desaparición de aquellos depredadores relacionados con la pesca descontrolada de las especies: “Desgraciadamente abusaron de la extracción de organismos del mar. Hemos sobrepescado en una gran parte de las costas del mundo y eso ha llevado a que las medusas campen a sus anchas. Es una de las causas más importantes por las que las medusas proliferan más y más”.
CAMBIO CLIMÁTICO
La temperatura del agua ha aumentado a un punto en el que las aguas del mar Menor son más cálidas. Esto tiene dos efectos. En el primer caso, favorece los ciclos de reproducción, generando un número mayor de individuos. En el segundo, el calentamiento del agua provoca que las medusas oceánicas procedentes de aguas un poco más cálidas lleguen con mayor facilidad. “Las temperaturas costeras no solamente son más altas. También persisten más tiempo, lo que provoca que las especies costeras se reproduzcan más de una vez”, ha explicado.
Aunque una de las cuestiones que más se ha relacionado con el aumento de medusas es el cambio climático y la temperatura de las aguas, Gili explica que la comunidad científica internacional se ha puesto de acuerdo en que la proliferación masiva de medusas en las últimas décadas se debe a una reducción drástica de sus depredadores. El investigador reflexiona acerca de la importancia de cuidar el medioambiente y considera que esto “es una señal de que algo malo hemos hecho en el mar” e insta a un cambio de actitud en la sociedad frente al mar.
Esta situación de las aguas también justifica la aparición de carabelas portuguesas en las costas. Gili explica que hasta ahora estas medusas aparecían a finales de julio o a principios de agosto. Sin embargo, en septiembre han seguido estando presentes en las costas. La hipótesis en la que trabajan los científicos es que, aunque se encuentren al final de su ciclo reproductivo, la temperatura es lo suficientemente alta para que haya más de una generación de carabelas, lo que conlleva la aparición de un mayor número de individuos.
Igualmente, el investigador incide en que en España no hay casos de mortandad por picadura de medusas y que las que hay en el mar Menor no son peligrosas. En todo caso, recomienda que los bañistas eviten recibir dos picaduras durante el verano.
EXTRACCIÓN DE MEDUSAS
Ante la búsqueda de soluciones, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) desde su sede en Lo Pagán (Murcia) está planteando la posibilidad de extraer medusas para su aprovechamiento en la creación de nuevos productos destinados a la industrias alimentaria, cosmética y farmacéutica. Por ejemplo, pueden servir como suplemento para piensos en acuicultura.
En este sentido, Gili no considera fácil crear una industria basada en la extracción de los cnidarios, ya que en España no existe una presencia constante de ellas para poder aprovecharlos: “Hay que estudiarlo y a lo mejor necesitamos tantas medusas que no sale a cuenta hacer una industria de algo que no sabes qué hay”.
Aunque podría aprovecharse para la obtención de colágeno, “no todo colágeno es interesante”. La cantidad de medusas en las aguas españolas no podría equipararse a la situación que viven en países como Japón e Indochina, donde las medusas forman parte de la dieta habitual: “La idea es que en España tampoco tenemos cultura para su consumo”. Una alternativa planteada es el cultivo de medusas, con un método igual al de los mejillones.
Sí existe la posibilidad de obtener un mayor número de individuos. “Ahora que sabemos que se pueden cultivar, tenemos que ver si somos capaces de hacer una industria que las cultive y saber la calidad del producto que generan”, afirma.
José María Gili insiste en que, independientemente de esta posibilidad, no hay que olvidar que hacen falta medusas en el mar. Su aumento, aunque pueda ser un obstáculo para el ocio recreativo en las costas, es una señal de que los ecosistemas marinos están cambiando. Las causas se deben a la falta de depredadores y a los cambios reproductivos de las especies. Su presencia también demuestra la calidad del agua y que la fauna marina sigue viva y presente en nuestras costas.
PROYECTO COLMED
Una de las novedades es la puesta en marcha del proyecto financiado por la Unión Europa denominado Colmed destinado a abrir fuentes económicas con los pescadores para que, cuando encuentren medusas, las puedan congelar y guardar para que cuando las tengan acumuladas se puedan vender o mandar a la industria farmacéutica y cosmética. Tiene dos objetivos: observar el tipo de colágeno que se puede extraer y dar una alternativa complementaria a los pescadores desde un punto de vista económico para que valga la pena acumularlas.
REDES DE CONTENCIÓN
Respecto a las molestias que puedan producir las medusas en las costas, Gili explica que las redes antimedusas no son una solución. Las redes provocan que la medusa se quede enganchada a la red y se rompa en trozos que van a llegar a la playa. Esos tentáculos rotos pican por igual, es decir, siguen siendo tóxicos porque las células pueden seguir vivas un día o dos. Esto provoca una falsa sensación de seguridad, que provoca una mayor cantidad de picaduras en los bañistas. Además, las redes retienen al resto de peces y otros organismos, lo que provoca que se pudran y se descompongan. Esto desde el punto de vista sanitario no es recomendable. La solución propuesta por el investigador es usar cremas solares y cambiar de playa si hay presencia de medusas. En este sentido, recomienda que, si un bañista ha recibido una picadura, evite recibir una segunda a lo largo del verano.
Leer más en el número 648 de la revista Mar del mes de octubre.
Jose María Gili, biólogo marino del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC de Barcelona, ha estudiado durante 40 años diferentes campos de investigación, entre los que se encuentra el estudio integrado de los ecosistemas costeros y la taxonomía de los cnidarios.
Gili expone que el caso de avistamiento de medusas “huevo frito” no debería sorprender a la población, ya que ha sucedido muchas veces en el pasado. El biólogo recuerda que, alrededor de los años 80, eran muy relevantes los proyectos de investigación en las zonas costeras del mar Menor: “En aquella época había tantas que incluso los pescadores las sacaban para intentar evitar que se aproximasen a las playas. Llegaban a sacar más de 2.000 toneladas”.
CAMBIOS POSITIVOS
Una de las cuestiones es por qué hay apariciones repentinas de medusas en las costas y qué significa esto en el ámbito ecológico. Gili explica que esta especie de medusa tiene como característica que, en su interior, tiene unas algas simbiontes que se alimentan de luz y de los nutrientes que hay en el agua, hecho que viene muy favorecido en el mar Menor debido “al gran aporte de nutrientes orgánicos que vienen de la huerta murciana y alrededores”. También influyen las altas temperaturas y la exposición a la luz del sol.
Sin embargo, Gili celebra la mejora de las condiciones del agua, que favorece la presencia de los cnidarios y otras especies. En este sentido, el agua del mar Menor no ha estado en las condiciones óptimas durante los últimos años que permitiese el desarrollo de la fauna marina: “Salía en todas las imágenes. Se había convertido prácticamente en un mar verde”.
En el año 2019, el agua del mar Menor sufrió uno de los mayores colapsos ecológicos de Europa debido a la contaminación del terreno derivado de los vertidos procedentes de la industria agroalimentaria intensiva que rodeaba el entorno. La gestión de los vertidos provocó la eutrofización del mar; es decir, una disminución del oxígeno que causó la muerte de la flora y fauna En aquel momento, esta cuestión se achacó a la falta de un diseño óptimo en las redes de saneamiento.
ALIMENTO PARA LA FAUNA
No hay que subestimar la contribución de las medusas en gran medida a las cadenas tróficas marinas al ser una fuente muy importante de proteínas y agua para numerosas especies marinas como los peces luna, cangrejos y tortugas. En este último caso, las tortugas careta pueden comer más de una tonelada de medusas a la semana; lo que, unido a que su composición es un 95% agua, resulta fundamental para la hidratación de los animales marinos.
Así, este investigador critica que el factor humano ha contribuido a la desaparición de aquellos depredadores relacionados con la pesca descontrolada de las especies: “Desgraciadamente abusaron de la extracción de organismos del mar. Hemos sobrepescado en una gran parte de las costas del mundo y eso ha llevado a que las medusas campen a sus anchas. Es una de las causas más importantes por las que las medusas proliferan más y más”.
CAMBIO CLIMÁTICO
La temperatura del agua ha aumentado a un punto en el que las aguas del mar Menor son más cálidas. Esto tiene dos efectos. En el primer caso, favorece los ciclos de reproducción, generando un número mayor de individuos. En el segundo, el calentamiento del agua provoca que las medusas oceánicas procedentes de aguas un poco más cálidas lleguen con mayor facilidad. “Las temperaturas costeras no solamente son más altas. También persisten más tiempo, lo que provoca que las especies costeras se reproduzcan más de una vez”, ha explicado.
Aunque una de las cuestiones que más se ha relacionado con el aumento de medusas es el cambio climático y la temperatura de las aguas, Gili explica que la comunidad científica internacional se ha puesto de acuerdo en que la proliferación masiva de medusas en las últimas décadas se debe a una reducción drástica de sus depredadores. El investigador reflexiona acerca de la importancia de cuidar el medioambiente y considera que esto “es una señal de que algo malo hemos hecho en el mar” e insta a un cambio de actitud en la sociedad frente al mar.
Esta situación de las aguas también justifica la aparición de carabelas portuguesas en las costas. Gili explica que hasta ahora estas medusas aparecían a finales de julio o a principios de agosto. Sin embargo, en septiembre han seguido estando presentes en las costas. La hipótesis en la que trabajan los científicos es que, aunque se encuentren al final de su ciclo reproductivo, la temperatura es lo suficientemente alta para que haya más de una generación de carabelas, lo que conlleva la aparición de un mayor número de individuos.
Igualmente, el investigador incide en que en España no hay casos de mortandad por picadura de medusas y que las que hay en el mar Menor no son peligrosas. En todo caso, recomienda que los bañistas eviten recibir dos picaduras durante el verano.
EXTRACCIÓN DE MEDUSAS
Ante la búsqueda de soluciones, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) desde su sede en Lo Pagán (Murcia) está planteando la posibilidad de extraer medusas para su aprovechamiento en la creación de nuevos productos destinados a la industrias alimentaria, cosmética y farmacéutica. Por ejemplo, pueden servir como suplemento para piensos en acuicultura.
En este sentido, Gili no considera fácil crear una industria basada en la extracción de los cnidarios, ya que en España no existe una presencia constante de ellas para poder aprovecharlos: “Hay que estudiarlo y a lo mejor necesitamos tantas medusas que no sale a cuenta hacer una industria de algo que no sabes qué hay”.
Aunque podría aprovecharse para la obtención de colágeno, “no todo colágeno es interesante”. La cantidad de medusas en las aguas españolas no podría equipararse a la situación que viven en países como Japón e Indochina, donde las medusas forman parte de la dieta habitual: “La idea es que en España tampoco tenemos cultura para su consumo”. Una alternativa planteada es el cultivo de medusas, con un método igual al de los mejillones.
Sí existe la posibilidad de obtener un mayor número de individuos. “Ahora que sabemos que se pueden cultivar, tenemos que ver si somos capaces de hacer una industria que las cultive y saber la calidad del producto que generan”, afirma.
José María Gili insiste en que, independientemente de esta posibilidad, no hay que olvidar que hacen falta medusas en el mar. Su aumento, aunque pueda ser un obstáculo para el ocio recreativo en las costas, es una señal de que los ecosistemas marinos están cambiando. Las causas se deben a la falta de depredadores y a los cambios reproductivos de las especies. Su presencia también demuestra la calidad del agua y que la fauna marina sigue viva y presente en nuestras costas.
PROYECTO COLMED
Una de las novedades es la puesta en marcha del proyecto financiado por la Unión Europa denominado Colmed destinado a abrir fuentes económicas con los pescadores para que, cuando encuentren medusas, las puedan congelar y guardar para que cuando las tengan acumuladas se puedan vender o mandar a la industria farmacéutica y cosmética. Tiene dos objetivos: observar el tipo de colágeno que se puede extraer y dar una alternativa complementaria a los pescadores desde un punto de vista económico para que valga la pena acumularlas.
REDES DE CONTENCIÓN
Respecto a las molestias que puedan producir las medusas en las costas, Gili explica que las redes antimedusas no son una solución. Las redes provocan que la medusa se quede enganchada a la red y se rompa en trozos que van a llegar a la playa. Esos tentáculos rotos pican por igual, es decir, siguen siendo tóxicos porque las células pueden seguir vivas un día o dos. Esto provoca una falsa sensación de seguridad, que provoca una mayor cantidad de picaduras en los bañistas. Además, las redes retienen al resto de peces y otros organismos, lo que provoca que se pudran y se descompongan. Esto desde el punto de vista sanitario no es recomendable. La solución propuesta por el investigador es usar cremas solares y cambiar de playa si hay presencia de medusas. En este sentido, recomienda que, si un bañista ha recibido una picadura, evite recibir una segunda a lo largo del verano.
Leer más en el número 648 de la revista Mar del mes de octubre.
Lo más leído
No hay datos