Salud mental - Revista Mar
Salud Mental
El síndrome del trabajador quemado
19/06/2025
ISM
ISM al día
Antonio Pamos de la Hoz (*)

El síndrome de burnout, es un problema grave que puede afectar a la salud física y emocional de los trabajadores del mar. Este síndrome es más que estrés; es un proceso crónico que puede tener consecuencias devastadoras. Puede afectar al propio trabajador o, de forma indirecta, a los compañeros de trabajo.
La carga laboral excesiva, la falta de control y reconocimiento, la cultura laboral tóxica, el desequilibrio entre vida laboral y personal, las expectativas irreales, la escasez de recursos, la inseguridad laboral y los cambios organizacionales pueden afectar significativamente a los trabajadores. Pueden aparecer síntomas físicos, emocionales o conductuales.
Para prevenir el burnout es esencial construir un entorno laboral saludable y resiliente, donde se valoren el equilibrio entre trabajo y vida personal, el apoyo emocional y la comunicación abierta.
MEJOR QUE CURAR
Cuando hablamos del síndrome de burnout estamos abordando un problema muy serio que va más allá del simple estrés. Se trata de una dolencia larvada que va deteriorando la salud física y emocional del trabajador hasta que este se siente incapaz de seguir adelante. Los trabajadores del mar enfrentan desafíos únicos que pueden contribuir al agotamiento físico y emocional. En los últimos años la sociedad ha ido tomando conciencia de este problema y organismos como la OIT y la OMS ya lo contemplan como una amenaza real; sin embargo, corresponde a los empleadores implementar todos los mecanismos necesarios de prevención e intervención para detenerlo en sus primeras etapas.
En círculos profesionales hace tiempo que circula un ocurrente aforismo que dice: “No necesitas un psicólogo, necesitas un sindicato”. Más allá de que sea cierto o no, lo que es palmario cuando se analiza la evolución del absentismo es que la salud emocional de los trabajadores se ha deteriorado en los últimos años, todo ello a pesar de los logros en materia de derechos laborales.
El burnout o síndrome del quemado no es algo nuevo, todo lo contrario, es un concepto que crea en los años 70 el psicólogo Herbert Freudenberger para referirse a una serie de síntomas físicos y emocionales exclusivos de ciertas profesiones, como médicos en paliativos, profesores o funcionarios de prisiones.
Pero, ¿eso no se llamaba estrés o fatiga? De alguna manera todos estos términos hacen referencia a un estado de malestar que se circunscribe al ámbito laboral. Pero mientras que el estrés y la fatiga son reacciones más transitorias y manejables, el burnout es un proceso más severo y crónico que puede tener consecuencias serias para la salud y el bienestar.
Es importante apuntar aquí, que si bien la Organización Internacional del Trabajo viene nombrándolo desde hace un par de décadas, es en el año 2021 cuando la Organización Mundial de la Salud lo incluye en su manual diagnóstico CIE, lo que lo dota de mayor vigencia, si cabe.
SINTOMATOLOGÍA
El burnout no comienza de manera repentina, sucede como un cúmulo de circunstancias que van poco a poco minando el bienestar de la persona hasta que llega a un punto que se vuelve insoportable.
Generalmente se manifiesta en tres niveles: físico, mental/emocional y conductual. Estos serían sus principales síntomas:
SÍNTOMAS FÍSICOS: Sentirse cansado y agotado la mayor parte del tiempo. Sistema inmunitario debilitado con frecuentes enfermedades infecciosas.
Dolores de cabeza o musculares. Cambio en el apetito o los hábitos de sueño.
EMOCIONALES: Sentimiento de fracaso y duda sobre uno mismo. Sentirse impotente, torpe y derrotado. Desapego, sentirse solo en el mundo. Pérdida de motivación. Visión de derrota. Negatividad y pesimismo. Ausencia de retos, de objetivos.
CONDUCTUALES: Rehuir las responsabilidades. Aislarse. Posponer, tardar más tiempo en hacer las cosas. Consumo de sustancias (ansiolíticos, alcohol). Irritabilidad. Absentismo y falta de compromiso.
CÓMO REMEDIARLO
A medida que las exigencias del trabajo y las expectativas sociales crecen, se hace crucial implementar estrategias que no solo identifiquen los factores de riesgo, sino que también fomenten un ambiente positivo y equilibrado. Existen diversas prácticas y enfoques que tanto individuos como organizaciones pueden adoptar para prevenir el burnout: desde la promoción del autocuidado y el establecimiento de límites saludables, hasta la creación de una cultura laboral que valore el bienestar.
Más allá de revertir las causas que lo provocan, cualquier acción de intervención debe venir precedida de un diagnóstico, de una evaluación exhaustiva del estado actual de la organización. Esto puede incluir encuestas anónimas sobre el clima laboral, entrevistas con empleados y grupos de interés para identificar áreas de riesgo y preocupaciones relacionadas con el estrés y el agotamiento. Analizar estos datos ayudará a comprender la magnitud del problema y a priorizar las acciones necesarias.
Una vez identificadas las áreas problemáticas, es importante desarrollar políticas de bienestar que aborden específicamente las causas del burnout. Esto puede incluir horario flexible, días adicionales de descanso para los momentos de sobrecarga o recursos como clases de yoga, meditación, asesoramiento psicológico.
Es esencial capacitar a líderes y empleados sobre el burnout, sus síntomas y las formas de prevenirlo a través de talleres u otros medios de comunicación.
Fomentar la comunicación sin ambages por medio de un entorno donde los trabajadores se sientan cómodos expresando sus preocupaciones.
Permitir a los empleados tomar decisiones sobre su trabajo puede aumentar su sentido de control y reducir el riesgo de burnout. Las organizaciones pueden dar la oportunidad de liderar proyectos y asumir responsabilidades que les interesen a través del empoderamiento o, por ejemplo, invitarlos a proponer mejoras en los procesos laborales y a participar en la toma de decisiones.
Estas medidas pueden ser clave para mantener a los trabajadores motivados, comprometidos y fuertes frente a los desafíos diarios. Al priorizar la prevención, se puede construir un entorno laboral más sostenible y humano, donde el agotamiento no tenga cabida.
EN CONCLUSIÓN
La prevención del burnout se erige como una prioridad esencial en el ámbito laboral contemporáneo, especialmente ante los retos que presentan los entornos de trabajo del futuro. A medida que la tecnología avanza y las dinámicas laborales evolucionan, como el teletrabajo y la conectividad constante, se hace cada vez más crítico abordar las causas subyacentes del agotamiento emocional y físico. Ignorar el burnout no solo compromete la salud y el bienestar de los empleados, sino que también puede afectar a la productividad y a la cohesión organizacional. Por lo tanto, es fundamental que tanto empleadores como empleados se comprometan a construir un entorno laboral saludable y resiliente, donde se valoren el equilibrio entre trabajo y vida personal, el apoyo emocional y la comunicación abierta. Solo así podremos enfrentar con éxito los desafíos del futuro y garantizar un bienestar sostenible a los trabajadores del mar, especialmente aquellos que pasan mucho tiempo lejos de sus hogares.
9 CAUSAS COMUNES
El burnout es el resultado de una combinación de factores que van mermando las energías física y emocional de los trabajadores.
Es fundamental identificar y abordar estas situaciones en sus primeros momentos para prevenir su enquistamiento y fomentar un bienestar laboral sostenible que generará mayor satisfacción laboral y, por ende, niveles más altos de rendimiento.
Estas son las causas más habituales que en su coincidencia provocan la desagradable aparición de este cuadro clínico.
SOBRECARGA LABORAL
Ésta es la fuente natural del estrés, que por sí solo y de manera puntual no provoca burnout, pero mantenido en el tiempo o en conjunción con otras causas, lo precipita.
FALTA DE CONTROL
La sensación de estar a merced de los demás, de no tener influencia sobre el trabajo, las decisiones o los procesos.
NULO RECONOCIMIENTO
Trabajar en un entorno impersonal, mecánico, sin humanidad, donde las personas son solo mano de obra.
AMBIENTE TÓXICO
Un ambiente de trabajo negativo, donde prevalecen el conflicto, la competencia desleal o la falta de apoyo, donde ir a trabajar por la mañana se convierte en algo titánico.
CONCILIACIÓN
La falta de tiempo para el autocuidado, la familia y las actividades recreativas puede llevar al agotamiento crónico, ya que las personas sienten que no pueden desconectar.
EXPECTATIVAS IRREALES
La presión por cumplir con estándares altos o metas poco realistas puede ser abrumadora. Los trabajadores pueden sentir que nunca están a la altura, lo que aumenta la ansiedad y el agotamiento.
FALTA DE RECURSOS
La sensación de estar constantemente luchando sin los medios adecuados, con sobreesfuerzo, sacrificio.
INSEGURIDAD LABORAL
La preocupación por la estabilidad en el puesto, la amenaza del despido sobrevolando a todas horas, la incertidumbre, el miedo al desempleo.
INCERTIDUMBRE
Reestructuraciones, cambios en la dirección, en la propiedad o en las políticas corporativas pueden generar incertidumbre laboral y estrés.
(*) Antonio Pamos de la Hoz. Doctor en Psicología de la UCJC
Leer más contenidos en el número 657 de la revista Mar.
La carga laboral excesiva, la falta de control y reconocimiento, la cultura laboral tóxica, el desequilibrio entre vida laboral y personal, las expectativas irreales, la escasez de recursos, la inseguridad laboral y los cambios organizacionales pueden afectar significativamente a los trabajadores. Pueden aparecer síntomas físicos, emocionales o conductuales.
Para prevenir el burnout es esencial construir un entorno laboral saludable y resiliente, donde se valoren el equilibrio entre trabajo y vida personal, el apoyo emocional y la comunicación abierta.
MEJOR QUE CURAR
Cuando hablamos del síndrome de burnout estamos abordando un problema muy serio que va más allá del simple estrés. Se trata de una dolencia larvada que va deteriorando la salud física y emocional del trabajador hasta que este se siente incapaz de seguir adelante. Los trabajadores del mar enfrentan desafíos únicos que pueden contribuir al agotamiento físico y emocional. En los últimos años la sociedad ha ido tomando conciencia de este problema y organismos como la OIT y la OMS ya lo contemplan como una amenaza real; sin embargo, corresponde a los empleadores implementar todos los mecanismos necesarios de prevención e intervención para detenerlo en sus primeras etapas.
En círculos profesionales hace tiempo que circula un ocurrente aforismo que dice: “No necesitas un psicólogo, necesitas un sindicato”. Más allá de que sea cierto o no, lo que es palmario cuando se analiza la evolución del absentismo es que la salud emocional de los trabajadores se ha deteriorado en los últimos años, todo ello a pesar de los logros en materia de derechos laborales.
El burnout o síndrome del quemado no es algo nuevo, todo lo contrario, es un concepto que crea en los años 70 el psicólogo Herbert Freudenberger para referirse a una serie de síntomas físicos y emocionales exclusivos de ciertas profesiones, como médicos en paliativos, profesores o funcionarios de prisiones.
Pero, ¿eso no se llamaba estrés o fatiga? De alguna manera todos estos términos hacen referencia a un estado de malestar que se circunscribe al ámbito laboral. Pero mientras que el estrés y la fatiga son reacciones más transitorias y manejables, el burnout es un proceso más severo y crónico que puede tener consecuencias serias para la salud y el bienestar.
Es importante apuntar aquí, que si bien la Organización Internacional del Trabajo viene nombrándolo desde hace un par de décadas, es en el año 2021 cuando la Organización Mundial de la Salud lo incluye en su manual diagnóstico CIE, lo que lo dota de mayor vigencia, si cabe.
SINTOMATOLOGÍA
El burnout no comienza de manera repentina, sucede como un cúmulo de circunstancias que van poco a poco minando el bienestar de la persona hasta que llega a un punto que se vuelve insoportable.
Generalmente se manifiesta en tres niveles: físico, mental/emocional y conductual. Estos serían sus principales síntomas:
SÍNTOMAS FÍSICOS: Sentirse cansado y agotado la mayor parte del tiempo. Sistema inmunitario debilitado con frecuentes enfermedades infecciosas.
Dolores de cabeza o musculares. Cambio en el apetito o los hábitos de sueño.
EMOCIONALES: Sentimiento de fracaso y duda sobre uno mismo. Sentirse impotente, torpe y derrotado. Desapego, sentirse solo en el mundo. Pérdida de motivación. Visión de derrota. Negatividad y pesimismo. Ausencia de retos, de objetivos.
CONDUCTUALES: Rehuir las responsabilidades. Aislarse. Posponer, tardar más tiempo en hacer las cosas. Consumo de sustancias (ansiolíticos, alcohol). Irritabilidad. Absentismo y falta de compromiso.
CÓMO REMEDIARLO
A medida que las exigencias del trabajo y las expectativas sociales crecen, se hace crucial implementar estrategias que no solo identifiquen los factores de riesgo, sino que también fomenten un ambiente positivo y equilibrado. Existen diversas prácticas y enfoques que tanto individuos como organizaciones pueden adoptar para prevenir el burnout: desde la promoción del autocuidado y el establecimiento de límites saludables, hasta la creación de una cultura laboral que valore el bienestar.
Más allá de revertir las causas que lo provocan, cualquier acción de intervención debe venir precedida de un diagnóstico, de una evaluación exhaustiva del estado actual de la organización. Esto puede incluir encuestas anónimas sobre el clima laboral, entrevistas con empleados y grupos de interés para identificar áreas de riesgo y preocupaciones relacionadas con el estrés y el agotamiento. Analizar estos datos ayudará a comprender la magnitud del problema y a priorizar las acciones necesarias.
Una vez identificadas las áreas problemáticas, es importante desarrollar políticas de bienestar que aborden específicamente las causas del burnout. Esto puede incluir horario flexible, días adicionales de descanso para los momentos de sobrecarga o recursos como clases de yoga, meditación, asesoramiento psicológico.
Es esencial capacitar a líderes y empleados sobre el burnout, sus síntomas y las formas de prevenirlo a través de talleres u otros medios de comunicación.
Fomentar la comunicación sin ambages por medio de un entorno donde los trabajadores se sientan cómodos expresando sus preocupaciones.
Permitir a los empleados tomar decisiones sobre su trabajo puede aumentar su sentido de control y reducir el riesgo de burnout. Las organizaciones pueden dar la oportunidad de liderar proyectos y asumir responsabilidades que les interesen a través del empoderamiento o, por ejemplo, invitarlos a proponer mejoras en los procesos laborales y a participar en la toma de decisiones.
Estas medidas pueden ser clave para mantener a los trabajadores motivados, comprometidos y fuertes frente a los desafíos diarios. Al priorizar la prevención, se puede construir un entorno laboral más sostenible y humano, donde el agotamiento no tenga cabida.
EN CONCLUSIÓN
La prevención del burnout se erige como una prioridad esencial en el ámbito laboral contemporáneo, especialmente ante los retos que presentan los entornos de trabajo del futuro. A medida que la tecnología avanza y las dinámicas laborales evolucionan, como el teletrabajo y la conectividad constante, se hace cada vez más crítico abordar las causas subyacentes del agotamiento emocional y físico. Ignorar el burnout no solo compromete la salud y el bienestar de los empleados, sino que también puede afectar a la productividad y a la cohesión organizacional. Por lo tanto, es fundamental que tanto empleadores como empleados se comprometan a construir un entorno laboral saludable y resiliente, donde se valoren el equilibrio entre trabajo y vida personal, el apoyo emocional y la comunicación abierta. Solo así podremos enfrentar con éxito los desafíos del futuro y garantizar un bienestar sostenible a los trabajadores del mar, especialmente aquellos que pasan mucho tiempo lejos de sus hogares.
9 CAUSAS COMUNES
El burnout es el resultado de una combinación de factores que van mermando las energías física y emocional de los trabajadores.
Es fundamental identificar y abordar estas situaciones en sus primeros momentos para prevenir su enquistamiento y fomentar un bienestar laboral sostenible que generará mayor satisfacción laboral y, por ende, niveles más altos de rendimiento.
Estas son las causas más habituales que en su coincidencia provocan la desagradable aparición de este cuadro clínico.
SOBRECARGA LABORAL
Ésta es la fuente natural del estrés, que por sí solo y de manera puntual no provoca burnout, pero mantenido en el tiempo o en conjunción con otras causas, lo precipita.
FALTA DE CONTROL
La sensación de estar a merced de los demás, de no tener influencia sobre el trabajo, las decisiones o los procesos.
NULO RECONOCIMIENTO
Trabajar en un entorno impersonal, mecánico, sin humanidad, donde las personas son solo mano de obra.
AMBIENTE TÓXICO
Un ambiente de trabajo negativo, donde prevalecen el conflicto, la competencia desleal o la falta de apoyo, donde ir a trabajar por la mañana se convierte en algo titánico.
CONCILIACIÓN
La falta de tiempo para el autocuidado, la familia y las actividades recreativas puede llevar al agotamiento crónico, ya que las personas sienten que no pueden desconectar.
EXPECTATIVAS IRREALES
La presión por cumplir con estándares altos o metas poco realistas puede ser abrumadora. Los trabajadores pueden sentir que nunca están a la altura, lo que aumenta la ansiedad y el agotamiento.
FALTA DE RECURSOS
La sensación de estar constantemente luchando sin los medios adecuados, con sobreesfuerzo, sacrificio.
INSEGURIDAD LABORAL
La preocupación por la estabilidad en el puesto, la amenaza del despido sobrevolando a todas horas, la incertidumbre, el miedo al desempleo.
INCERTIDUMBRE
Reestructuraciones, cambios en la dirección, en la propiedad o en las políticas corporativas pueden generar incertidumbre laboral y estrés.
(*) Antonio Pamos de la Hoz. Doctor en Psicología de la UCJC
Leer más contenidos en el número 657 de la revista Mar.