75 aniversario Colegios ISM Observadores científicos El “Temporal de la Candelera” Incendio Buques "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra" Vida más allá del trabajo - Revista Mar
Colegios ISM
75 años de educación para los hijos del mar
01/02/2024
ISM
ISM al día
Clara González Salvador
El pasado 5 de diciembre el instituto El Picacho celebró el acto conmemorativo de sus 75 años de existencia. Fue el primer colegio destinado a la escolarización de los niños huérfanos de pescadores por accidente en el mar, ubicado en Sanlúcar de Barrameda. Perteneció durante 57 años al Instituto Social de la Marina antes de su transferencia a la Junta de Andalucía en el año 2006.
La historia de los trabajadores del mar se sustenta de la lucha por unas condiciones laborales dignas. A lo largo del siglo pasado, fueron muchas familias las que sufrieron la muerte de sus miembros mientras trabajaban a bordo. Los hijos, huérfanos de aquellos padres que murieron en el mar, tuvieron la oportunidad de estudiar gracias a la movilización social. Uno de los protagonistas de la lucha por el cambio fue Alfredo Saralegui y Casellas.
Las muertes en el mar no fueron una situación anecdótica, al contrario, fue una situación muy recurrente para las familias que vivían de aquel oficio. Nada podían hacer para cambiar su suerte. Tampoco se contemplaban garantías de seguridad social, indemnizaciones o sistemas de seguridad para evitar accidentes de los trabajadores.
ORIGEN DE LOS COLEGIOS
El peligro que suponía ejercer la labor marítima tuvo un punto de inflexión la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1912. Un temporal conocido como ‘La Gran Galerna’ arrasó la costa vasca, llevándose la vida de más de cien pescadores, en su mayoría de Bermeo. El suceso fue determinante para buscar alternativas a las condiciones laborales del momento.
Esta crisis social provocó la movilización y el asociacionismo de los trabajadores del mar por todo el litoral que conllevó la creación de los primeros “Pósitos de Pescadores” en 1915, a semejanza de los que ya existían en el sector agrario. Este proyecto fue aceptado por el presidente del Instituto de Reformas Sociales, Gumersindo de Azcárate. Los Pósitos se extendieron a diferentes sitios (Vigo, Cartagena o Santa Pola) y de ahí surgieron las actuales “Cofradías de Pescadores”. En estas organizaciones se habilitaron secciones de ámbito social, entre ellas, escuelas de orientación marítima.
El 10 de octubre de 1919 el rey Alfonso XIII aprobó el Real Decreto con el que se creó la Caja Central de Crédito Marítimo Pesquero. Tras la expansión y evolución, la institución cooperativa cambió su naturaleza jurídico-financiera y el 26 de febrero de 1930 pasó a ser el Instituto Social de la Marina. Y fue el 5 de diciembre de 1948 cuando se creó el primer colegio para niños huérfanos de pescadores fallecidos en el mar: “Colegio El Picacho del ISM” en Sanlúcar de Barrameda.
DE GALICIA A CÁDIZ: EL PICACHO
La historia de “El Picacho” es recordada con mucho cariño por quienes han estado entre sus paredes. Sus 75 años, desde la inauguración el 5 de diciembre de 1948, no han sido indiferentes para quienes tuvieron la oportunidad de formar parte de su alumnado. Su nombre original es el Colegio de Nuestra Señora del Pilar y no fue hasta la década de los años 60 cuando se popularizó la denominación actual.
En realidad, fue en el año 1943 cuando se creó la institución en Sanlúcar de Barrameda, adquirida por parte de la Mutualidad de Accidentes del Mar y de Trabajo, aunque no se inauguró hasta cinco años después. El primer curso escolar comenzó con 60 alumnos huérfanos de pescadores.
El curso 1968-69 fue el más importante debido a la multitud de nuevas actividades que se realizaron. Por ejemplo, la creación del periódico escolar “Rondalla”, la celebración del “I Festival de la Canción del Guadalquivir” y la inauguración de la residencia de alumnos “Residencia Elcano”. Fue en 1972 cuando surgen las “Fiestas Colegiales”, antes “Festividad de Santo Tomás de Aquino”.
Francisco Corral, director provincial del ISM en Cádiz, institución a la que perteneció "El Picacho" hasta 2005, cuenta su experiencia. Ese año había 600 alumnos matriculados, 120 residentes y había clases de educación infantil, primaria y Formación Profesional. Todos los estudiantes eran denominados bajo el nombre de “picacheros” y “picacheras”.
Él recuerda con alegría aquellos años a través de las “realidades de vida, de familias e historias de los picacheros“ y considera que el papel del colegio no era solo destinado a la docencia, también ofrecer un entorno apacible. “Teníamos mucha responsabilidad porque era trabajar con chavales. Primero que no les pasara nada, y que no hubiera ningún accidente. También darles una calidad de enseñanza y un futuro de vida”.
BUENAS EXPERIENCIAS
Agustín González, procedente de Galicia y antiguo alumno del colegio, comparte los mismos sentimientos. Él rememora aquellos años que “partieron de un principio dramático” al fallecer su padre en accidente del mar. “Mi padre era patrón de barco y mi madre quedó viuda a los 27 años con cinco hijos, teniendo el mayor ocho años. En esas circunstancias nuestras capacidades económicas quedaron muy mermadas y los ingresos en casa se igualaron a cero”. La historia de Agustín comenzó cuando el ISM le mandó al Hogar Santa Margarita en A Coruña. Un año después, acompañado de dos de sus hermanos, recorrió alrededor de 1.200 kilómetros desde Cedeira (Galicia) a Sanlúcar (Cádiz). En ese momento, él tenía 9 años y estaba a mucha distancia de su hogar para “volver a empezar de nuevo”.
“Los primeros años fueron duros y no había nadie que pudiese sustituir el cariño de una madre”, pero después la incertidumbre y el miedo quedaron a un lado. Con el paso del tiempo algo va madurando y lentamente se va sustituyendo por algo que se llama aventura”.
Resume su experiencia en “la magia” que había en torno a El Picacho: “Cuando uno se va, sabe que deja algo, pero no sabe el peso que va a tener en sus vidas (...) no hay un día que haya pasado, desde que me fui, que no lo haya pensado”.
No olvidar aquel tiempo es la misma sensación de Francisco Corral. Aunque hayan pasado los años desde que se cerró el colegio, rememora su gestión en él con nostalgia. Fue una “satisfacción muy grande” sacar adelante los proyectos y planes del colegio. También se siente orgulloso por el trabajo bien hecho para “que las instalaciones estuviesen mantenidas” y que “las cosas funcionasen bien”.
A la experiencia en El Picacho se suma Javier Garat, secretario general de Cepesca, ya que también fue alumno con 7 años desde 1978 a 1979. En este caso, no como huérfano del mar, sino porque vivió en la ciudad antes de trasladarse a Madrid. “Mis dos hermanos mayores estuvieron antes que yo, somos siete hermanos en total. La verdad es que fue una buena experiencia”. Además, valora la institución como “un gran ejemplo de integración de personas que venían de toda España (...) procedentes de otros lugares como Galicia, País Vasco o Asturias”.
DE CÁDIZ A GALICIA: PANXÓN
Otra historia de los colegios del ISM es la de Sergio Lema, procedente de A Coruña y también huérfano de trabajador del mar. En este caso, él es un antiguo alumno de El Picacho y del Panxón. Su recorrido comienza de forma diferente: primero en el intento de ser aceptado en la Escuela Náutico Pesquera del Politécnico del Atlántico de Vigo.
Ante la duda decidió ir a El Picacho, donde estudiaban sus dos hermanos mayores y en el que fue alumno durante dos años. Luego asistió a la Escuela Náutico Pesquera de Gijón del ISM. Su experiencia en El Panxón fue de los 10 a los 14 años, periodo que recuerda de “forma positiva”. Para él fue “un colegio con medios, que ofrecía una educación de calidad para la época”.
Si compara entre la vida en “El Picacho” y el “Panxón”, recuerda con más cariño este último “por la edad y la época”. Aunque no niega los buenos momentos y el aprecio que le guarda a “El Picacho”, lo vivió “como un sitio de paso o un impás en el camino”. Sín embargo, sí valora del colegio gaditano la variedad de personas que procedían de diferentes puntos del país: “conoces otras costumbres, tratas con gente de otros lugares que hablan y comen diferente”.
GUARDAMAR DEL SEGURA
José Viudes pasó por la Escuela Nacional Marítima y Pesquera de Guardamar del Segura, creada en colaboración con el ISM, en a los 9 años: “Este instituto nos dio la oportunidad de estudiar”. Viudes recuerda su historia en Guardamar de forma positiva: “Mi experiencia fue la de un niño con muchos amigos y cada uno tenía su problemática”. Sin embargo, cuenta la falta de recursos con las que partían los alumnos: “casi todos eramos niños pobres de la posguerra”.
En su libro “El Pósito de pescadores. Guardamar (1923-2023) 100 años de cooperativismo” habla del origen de la institución educativa. Su fundación fue en 1923, cuando se hizo el pósito de pescadores y fue en abril de 1924 cuando pusieron en marcha las Enseñanzas Generales.
En definitiva, todas las personas involucradas en la creación de los colegios del ISM trabajaron para que las tragedias a bordo no fuesen un obstáculo para el futuro de las familias. El esfuerzo del ISM ha dado como resultado generaciones de antiguos alumnos agradecidos por la labor hecha.
Leer más en el número 642
La historia de los trabajadores del mar se sustenta de la lucha por unas condiciones laborales dignas. A lo largo del siglo pasado, fueron muchas familias las que sufrieron la muerte de sus miembros mientras trabajaban a bordo. Los hijos, huérfanos de aquellos padres que murieron en el mar, tuvieron la oportunidad de estudiar gracias a la movilización social. Uno de los protagonistas de la lucha por el cambio fue Alfredo Saralegui y Casellas.
Las muertes en el mar no fueron una situación anecdótica, al contrario, fue una situación muy recurrente para las familias que vivían de aquel oficio. Nada podían hacer para cambiar su suerte. Tampoco se contemplaban garantías de seguridad social, indemnizaciones o sistemas de seguridad para evitar accidentes de los trabajadores.
ORIGEN DE LOS COLEGIOS
El peligro que suponía ejercer la labor marítima tuvo un punto de inflexión la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1912. Un temporal conocido como ‘La Gran Galerna’ arrasó la costa vasca, llevándose la vida de más de cien pescadores, en su mayoría de Bermeo. El suceso fue determinante para buscar alternativas a las condiciones laborales del momento.
Esta crisis social provocó la movilización y el asociacionismo de los trabajadores del mar por todo el litoral que conllevó la creación de los primeros “Pósitos de Pescadores” en 1915, a semejanza de los que ya existían en el sector agrario. Este proyecto fue aceptado por el presidente del Instituto de Reformas Sociales, Gumersindo de Azcárate. Los Pósitos se extendieron a diferentes sitios (Vigo, Cartagena o Santa Pola) y de ahí surgieron las actuales “Cofradías de Pescadores”. En estas organizaciones se habilitaron secciones de ámbito social, entre ellas, escuelas de orientación marítima.
El 10 de octubre de 1919 el rey Alfonso XIII aprobó el Real Decreto con el que se creó la Caja Central de Crédito Marítimo Pesquero. Tras la expansión y evolución, la institución cooperativa cambió su naturaleza jurídico-financiera y el 26 de febrero de 1930 pasó a ser el Instituto Social de la Marina. Y fue el 5 de diciembre de 1948 cuando se creó el primer colegio para niños huérfanos de pescadores fallecidos en el mar: “Colegio El Picacho del ISM” en Sanlúcar de Barrameda.
DE GALICIA A CÁDIZ: EL PICACHO
La historia de “El Picacho” es recordada con mucho cariño por quienes han estado entre sus paredes. Sus 75 años, desde la inauguración el 5 de diciembre de 1948, no han sido indiferentes para quienes tuvieron la oportunidad de formar parte de su alumnado. Su nombre original es el Colegio de Nuestra Señora del Pilar y no fue hasta la década de los años 60 cuando se popularizó la denominación actual.
En realidad, fue en el año 1943 cuando se creó la institución en Sanlúcar de Barrameda, adquirida por parte de la Mutualidad de Accidentes del Mar y de Trabajo, aunque no se inauguró hasta cinco años después. El primer curso escolar comenzó con 60 alumnos huérfanos de pescadores.
El curso 1968-69 fue el más importante debido a la multitud de nuevas actividades que se realizaron. Por ejemplo, la creación del periódico escolar “Rondalla”, la celebración del “I Festival de la Canción del Guadalquivir” y la inauguración de la residencia de alumnos “Residencia Elcano”. Fue en 1972 cuando surgen las “Fiestas Colegiales”, antes “Festividad de Santo Tomás de Aquino”.
Francisco Corral, director provincial del ISM en Cádiz, institución a la que perteneció "El Picacho" hasta 2005, cuenta su experiencia. Ese año había 600 alumnos matriculados, 120 residentes y había clases de educación infantil, primaria y Formación Profesional. Todos los estudiantes eran denominados bajo el nombre de “picacheros” y “picacheras”.
Él recuerda con alegría aquellos años a través de las “realidades de vida, de familias e historias de los picacheros“ y considera que el papel del colegio no era solo destinado a la docencia, también ofrecer un entorno apacible. “Teníamos mucha responsabilidad porque era trabajar con chavales. Primero que no les pasara nada, y que no hubiera ningún accidente. También darles una calidad de enseñanza y un futuro de vida”.
BUENAS EXPERIENCIAS
Agustín González, procedente de Galicia y antiguo alumno del colegio, comparte los mismos sentimientos. Él rememora aquellos años que “partieron de un principio dramático” al fallecer su padre en accidente del mar. “Mi padre era patrón de barco y mi madre quedó viuda a los 27 años con cinco hijos, teniendo el mayor ocho años. En esas circunstancias nuestras capacidades económicas quedaron muy mermadas y los ingresos en casa se igualaron a cero”. La historia de Agustín comenzó cuando el ISM le mandó al Hogar Santa Margarita en A Coruña. Un año después, acompañado de dos de sus hermanos, recorrió alrededor de 1.200 kilómetros desde Cedeira (Galicia) a Sanlúcar (Cádiz). En ese momento, él tenía 9 años y estaba a mucha distancia de su hogar para “volver a empezar de nuevo”.
“Los primeros años fueron duros y no había nadie que pudiese sustituir el cariño de una madre”, pero después la incertidumbre y el miedo quedaron a un lado. Con el paso del tiempo algo va madurando y lentamente se va sustituyendo por algo que se llama aventura”.
Resume su experiencia en “la magia” que había en torno a El Picacho: “Cuando uno se va, sabe que deja algo, pero no sabe el peso que va a tener en sus vidas (...) no hay un día que haya pasado, desde que me fui, que no lo haya pensado”.
No olvidar aquel tiempo es la misma sensación de Francisco Corral. Aunque hayan pasado los años desde que se cerró el colegio, rememora su gestión en él con nostalgia. Fue una “satisfacción muy grande” sacar adelante los proyectos y planes del colegio. También se siente orgulloso por el trabajo bien hecho para “que las instalaciones estuviesen mantenidas” y que “las cosas funcionasen bien”.
A la experiencia en El Picacho se suma Javier Garat, secretario general de Cepesca, ya que también fue alumno con 7 años desde 1978 a 1979. En este caso, no como huérfano del mar, sino porque vivió en la ciudad antes de trasladarse a Madrid. “Mis dos hermanos mayores estuvieron antes que yo, somos siete hermanos en total. La verdad es que fue una buena experiencia”. Además, valora la institución como “un gran ejemplo de integración de personas que venían de toda España (...) procedentes de otros lugares como Galicia, País Vasco o Asturias”.
DE CÁDIZ A GALICIA: PANXÓN
Otra historia de los colegios del ISM es la de Sergio Lema, procedente de A Coruña y también huérfano de trabajador del mar. En este caso, él es un antiguo alumno de El Picacho y del Panxón. Su recorrido comienza de forma diferente: primero en el intento de ser aceptado en la Escuela Náutico Pesquera del Politécnico del Atlántico de Vigo.
Ante la duda decidió ir a El Picacho, donde estudiaban sus dos hermanos mayores y en el que fue alumno durante dos años. Luego asistió a la Escuela Náutico Pesquera de Gijón del ISM. Su experiencia en El Panxón fue de los 10 a los 14 años, periodo que recuerda de “forma positiva”. Para él fue “un colegio con medios, que ofrecía una educación de calidad para la época”.
Si compara entre la vida en “El Picacho” y el “Panxón”, recuerda con más cariño este último “por la edad y la época”. Aunque no niega los buenos momentos y el aprecio que le guarda a “El Picacho”, lo vivió “como un sitio de paso o un impás en el camino”. Sín embargo, sí valora del colegio gaditano la variedad de personas que procedían de diferentes puntos del país: “conoces otras costumbres, tratas con gente de otros lugares que hablan y comen diferente”.
GUARDAMAR DEL SEGURA
José Viudes pasó por la Escuela Nacional Marítima y Pesquera de Guardamar del Segura, creada en colaboración con el ISM, en a los 9 años: “Este instituto nos dio la oportunidad de estudiar”. Viudes recuerda su historia en Guardamar de forma positiva: “Mi experiencia fue la de un niño con muchos amigos y cada uno tenía su problemática”. Sin embargo, cuenta la falta de recursos con las que partían los alumnos: “casi todos eramos niños pobres de la posguerra”.
En su libro “El Pósito de pescadores. Guardamar (1923-2023) 100 años de cooperativismo” habla del origen de la institución educativa. Su fundación fue en 1923, cuando se hizo el pósito de pescadores y fue en abril de 1924 cuando pusieron en marcha las Enseñanzas Generales.
En definitiva, todas las personas involucradas en la creación de los colegios del ISM trabajaron para que las tragedias a bordo no fuesen un obstáculo para el futuro de las familias. El esfuerzo del ISM ha dado como resultado generaciones de antiguos alumnos agradecidos por la labor hecha.
Leer más en el número 642