Museo del Calamar Gigante
Viaje a las profundidades marinas
25/11/2025

Más Mar

Historia

Ana Díaz
Panel luminosos con un calamar gigante
Situada en la costa occidental asturiana, Luarca es de esas villas cuya historia y esencia no pueden desvincularse del mar. Las actividades marítimas como la pesca y el comercio han sido fundamentales para el desarrollo económico de esta localidad que cuenta con un museo único en el mundo y cuyo nombre atrae a los visitantes más valientes. Nos referimos al Museo del Calamar Gigante

Si pensamos en Asturias, probablemente imaginamos unos paisajes montañosos de valles profundos y crestas y picos escarpados, bosques de hayas y robles que pintan toda una gama de tonalidades, acantilados en los que las olas rompen silbando a través de bufones, playas vírgenes donde el verde de la vegetación se funde con arenas doradas o una rica gastronomía con productos del mar y la tierra que deleita a cualquier paladar. Eso es lo que sabemos de la superficie del Principado. Pero, a escasos kilómetros de la costa, el “Paraíso natural” continúa. 

Los fondos marinos asturianos presentan una orografía espectacular, con montañas como El Cachucho y valles y cañones como el caladero de Carrandi de Avilés, Lastres y Llanes que superan los 4.000 metros de profundidad. Sus taludes son de altísima riqueza biológica con corales de aguas frías, bosques de gorgonias y esponjas gigantes: el hábitat idóneo de especies que, adaptadas a vivir a baja presión y temperatura en un entorno donde la luz no llega, en muy raras ocasiones suben a la superficie. Nos referimos a cefalópodos (pulpos, sepias y calamares que llegan a adquirir tamaños gigantescos), tiburones, peces óseos, y cetáceos como los cachalotes, entre otras. Todas conviven en un espacio prácticamente desconocido para el ser humano (sabemos más cosas de la superficie de Marte que de las profundidades oceánicas) y, como tal, despierta curiosidad o terror.


Ciencia ficción

El cine y la literatura han contribuido a imaginar ese mundo submarino lleno de monstruos marinos, capaces de devorar barcos y a sus tripulaciones al completo. Y es que navegamos entre el mito, la fantasía y la realidad. Desde la Antigüedad, nos han llegado ilustraciones y descripciones del kraken que bien podrían estar basadas en animales reales. 

En la Odisea se relata el mito de Escila, un monstruo marino de 12 patas y seis cabezas, y en la cultura romana, Plinio, el Viejo describe la existencia de un enorme pulpo, de olor nauseabundo, que intentaba alimentarse de salazones en la bahía de Gibraltar. Todos estos relatos hacen pensar que pudieran ser calamares gigantes.

Gracias al trabajo de naturalistas y zoólogos se ha constatado la existencia de cefalópodos de gran tamaño. 

A principios del siglo XVIII, Francesco Negri habló ya de calamares gigantes al analizar mandíbulas y tentáculos de grandes dimensiones. Desde entonces, no ha cesado la curiosidad por saber más de estos seres. Son muchas las incógnitas que surgen sobre esta especie. Los estudios fundamentados en las necropsias realizadas a los restos de animales capturados casualmente o varados, (ya que los individuos que alcanzan la superficie llegan muertos o moribundos, pues sus órganos no soportan la presión al ascender en la columna de agua) ofrecen tan solo algunas respuestas parciales.

A lo largo del tiempo, se ha intentado fotografiar y filmar a los calamares gigantes en las zonas donde viven como los cañones submarinos de Kaikoura, en Nueva Zelanda, o la fosa de Carrandi, en Asturias. Tras muchos intentos fallidos, investigadores japoneses lograron en 2013 captar imágenes de un ejemplar vivo mientras intentaba comerse el cebo de su vehículo submarino. 


La casa de "Peludín"

Pese a tener tan cerca a los calamares gigantes, en las localidades pesqueras asturianas no existen historias de terror sobre avistamientos. Más bien al contrario, llaman la atención y se les quiere hasta el punto de llamarles “Peludín”, un nombre que parece más el de un osito de peluche que el de un monstruo marino. 

Luarca cuenta con un museo donde se les puede ver de cerca. Se trata de un espacio único en el mundo que alberga la mayor colección de ejemplares de calamar gigante conocida.

La “casa de Peludín” ha cambiado de ubicación. Hace algún tiempo estaba en el puerto. Montserrat Fernández trabaja en el establecimiento. Se encarga de acoger a los visitantes y explicarles qué van a encontrar. Ha participado incluso en algunas necropsias. Por eso, se emociona al hablar del temporal que destrozó la antigua instalación. Una galerna provocó daños estructurales en el edificio y algunos de los ejemplares que se exhibían se perdieron para siempre. El nuevo museo, situado en la calle Nicanor del Campo, es más pequeño y está protegido del mar para que “no vuelva a pasar lo que nunca debió ocurrir”.

A diferencia del anterior espacio, éste se distribuye en una sola planta. Tras cruzar la entrada uno empieza a experimentar sensaciones de luz y sonido que le transportan al mundo submarino. Un colorido “peludín” nos saluda asegurándonos que, al terminar la visita, seremos expertos en una especie abisal misteriosa y en otros animales con los que comparte las profundidades marinas.
 
sala del museo del Calamar Gigante de Luarca
Sala del Museo del Calamar Gigante, con un ejemplar de esta especie en primer plano.

La visita es apta para toda la familia, incluso para las mascotas, porque se trata de un espacio dog-friendly”, que permite la entrada de perros atados. El recorrido es eminentemente didáctico con contenidos para niños y adultos, y juegos divertidos como el laboratorio de anatomía, que nos servirá para descubrir los distintos órganos de estos animales, o las pantallas interactivas que despertarán nuestro lado más creativo y colorear algunas de las criaturas que habitan en las profundidades marinas.

También nos sumergiremos en el océano digital para conocer distintas especies que encontraremos en nuestro descenso. Y disfrutaremos de un audiovisual sobre la primera grabación de un calamar gigante vivo en su hábitat natural.

Mientras avanzamos en las profundidades, veremos pulpos y sepias de gran tamaño y un calamar de la especie Architeuthis dux, la de mayor longitud. El museo alberga el ejemplar de una hembra de 176 kilos, capturada accidentalmente en 2015 en la fosa de Carrandi.


Curiosidades

Un “peludín-guía” nos descubre las características de la especie. Los calamares gigantes viven habitualmente en la zona más oscura del océano, a unos 1.500 metros de profundidad, pero no siempre es así. Cuando nacen están más cerca de la superficie y, a medida que crecen, migran hacia el fondo marino.  Durante su ciclo vital, sus hábitos alimenticios también cambian, pasando de ser animales filtradores de zooplacton a depredadores activos de peces, otros cefalópodos y crustáceos.
Sus grandes enemigos son los cachalotes, con quienes se enzarzan en ocasiones en tremendas batallas. Esto se sabe porque se han descubierto algunos ejemplares con grandes cicatrices causadas por los anillos de las ventosas de los calamares.

La piel de los cefalópodos cambia de color. También la de estos ejemplares gigantes que está cubierta de cromatóforos que reflejan la luz y contienen pigmentos. Sus células están conectadas a diminutos músculos controlados por las neuronas motoras que, dependiendo de si se contraen o relajan, mostrarán una tonalidad u otra.
tentaculos de un calamar gigante expuesto en vitrina
Vista de los tentáculos de un calamar gigante conservado en el interior de una vitrina.

​​​​Otra de las curiosidades es cómo se reproducen. Como todos los cefalópodos son ovíparos y se diferencian individuos masculinos y femeninos. Conocemos la anatomía de sus órganos sexuales. Los machos tienen un pene que puede alcanzar hasta casi el 97% de su manto. Pero desconocemos cómo copulan, cómo fecundan sus huevos o cómo son sus puestas. 

Los científicos intentan dar respuesta a estas incógnitas. Se piensa que las hembras tienen un solo ciclo ovárico, que ponen sus huevos de una sola vez o en varias puestas y después mueren. Se trata de animales que no cuidan a sus crías por lo que, para asegurar su descendencia, ponen miles de huevos aunque pocos individuos sobreviven.

La conservación de estos calamares pasa por la protección del hábitat donde viven reduciendo la contaminación, mitigando los efectos del cambio climático y fomentando una pesca sostenible.


Y para los peques...

Lejos de dar miedo, la visita al museo de Luarca puede ser divertida para los peques de la casa ya que, entre otras cosas, pueden desarrollar su lado más creativo y colorear en pantallas digitales algunas de las especies expuestas en la sala como los tiburones y, por supuesto, el calamar gigante.


Leer más en el número 661 de diciembre de la revista Mar

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