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La conexión entre los vientos alisios, el mar de las Damas, y Andrés de Urdaneta dio lugar en el siglo XVI a la globalización y al nacimiento de la que fue la línea marítima más longeva de la historia, con casi 250 años de existencia. Esta línea, que unía los continentes de Asia, América y Europa, fue conocida como el Galeón de Manila.
Remontémonos a la creación de la que fue la línea marítima más longeva de la historia, con casi 250 años de existencia. Esta línea, que unía los continentes de Asia, América y Europa, fue conocida como el Galeón de Manila. Pero volvamos al principio, y a la creación de la Flota de Indias, que puso nombre a la armada española que, durante el periodo de dominio hispánico en América, entre los siglos XVI y XVIII, nació para la defensa de las embarcaciones que cruzaban el Atlántico, de los ataques de los corsarios. Esta flota habitualmente partía de puertos accesibles, como Cádiz, y fue a partir de 1565 cuando se conectó con el llamado Galeón de Manila, que realizaba viajes anuales entre América y Filipinas, por el Pacífico. Se trataba de una línea marítima que, navegando por el Mar de las Damas, hacia el oeste, a favor de los alisios, se cubrió pronto, pero cuyo viaje de vuelta por el Pacífico (el tornaviaje), indispensable para poder ser considerada una línea regular, costó mucho esfuerzo en llevarse a cabo.
MAR DE LAS DAMAS
Los vientos alisios, en la antigüedad, fueron los responsables de que se pudiera alcanzar la costa americana. Generalmente, cuanto más avanzado el verano se entraba en su cinturón, más fuertes y persistentes eran estos vientos, aunque aumentaba el riesgo de que pudieran aparecer los temibles huracanes al llegar a las costas americanas. Estos vientos suelen soplar con fuerza máxima 6 (25 nudos) y fuerza media de entre 10 y 15 nudos.
A este último respecto, Juan Eslava Galán, en su obra, “El enigma de Colón y los descubrimientos de América” indica que “ ... para llegar hasta el Caribe bastaba con colocar un velero en el corredor de los alisios que soplan constantemente desde la zona noreste de las Canarias”. Los españoles llamaban por ello a esta parte del océano “el mar de las damas” (Helmholtz, 1875), porque se les podía entregar el timón de los veleros.
Y efectivamente, tras las primeras expediciones de la travesía atlántica, desde España hacia las Américas, partiendo de las islas Canarias, se comprobó que la navegación en aquellas latitudes era cómoda, si se partía en los meses de verano. Esto se debía a que los vientos alisios del hemisferio norte soplaban por popa en esas latitudes e impulsaban los buques desde Canarias hasta las costas de América, sin que apenas hubiera necesidad de tocar las velas en todo el viaje. Por esto, debido a la calma y bondad de estas aguas, se denominó a parte del Atlántico como el gran golfo de las Damas, o mar de las Damas, debido a las condiciones ideales para la navegación allí reinantes. Las dos mil millas del primer Mar de las Damas se atravesaban aproximadamente en un mes, periodo tras el cual se alcanzaba la Martinica, lugar donde se hacía una pequeña escala para víveres, para continuar viaje hasta México (Veracruz). Esto era posible porque los vientos alisios del hemisferio norte soplan de manera relativamente constante en verano en esas latitudes, y debido al movimiento de rotación de la tierra empujan hacia al oeste, del noroeste al suroeste (de los trópicos al ecuador, a unos diez nudos). Se trataba de vientos cálidos, constantes y secos, que se consideraban ideales para las damas, y de ahí su nombre, como ya se ha indicado.
EL GALEÓN DE MANILA
La abundante documentación que Andrés de Urdaneta proporcionó tras el primer tornaviaje creó en el año 1565 lo que se denominó el Galeón de Manila, también conocido como el Galeón de Acapulco. Esta línea de unión entre América y Asia se iniciaba en Acapulco por el mes de marzo, con margen suficiente para que se pudiera llevar a cabo el viaje de retorno de manera segura. Los buques al partir de Acapulco navegaban en demanda del paralelo diez grados norte, en busca del cinturón de los alisios, por otro mar de las damas, hasta recalar en la isla de Guam, para hacer víveres. Después proseguían viaje hasta llegar al Puerto de Cavite, en la Bahía de Manila. En total navegaban unos tres meses (de marzo a julio) para alcanzar Filipinas, aunque el viaje de vuelta (el tornaviaje), ya sin mar de las damas por medio, ya no era tan plácido ni corto. Sin el beneplácito de los alisios solían realizarlo entre julio y enero, ya que para llevarlo a cabo tenían que recorrer una distancia mayor, subiendo hasta el paralelo de cuarenta grados norte (donde avistaban las “señas”, unas algas), para no tener a los alisios en contra, y poder ayudarse de algunas corrientes de esa zona.
En Manila embarcaban, entre otros productos, especias (de las Molucas y Java), seda, marfil, porcelana, y alfombras, y prendas de algodón de Asia. En Acapulco se cargaba plata, animales (vacas y caballos) y algunas plantas (maíz, cacao, tabaco, calabaza, pimiento, etcétera). Cuando el Galeón llegaba a Acapulco (procedente de Manila), tras una gran feria, las mercancías eran transportadas por tierra hasta Veracruz, en la costa atlántica de México, a unos 600 km. Excluyendo lo que se quedaba en el virreinato, el resto de la mercancía iba para Sevilla.
El éxito del Galeón de Manila lo provocó la plata mexicana, muy escasa en Europa. Esto permitió poder comprar los artículos de Asia, a un precio muy barato, para posteriormente venderlos en América y Europa.
EL LAGO ESPAÑOL
La división del océano Pacífico en los mapamundis que solemos observar nos falsea su inmensidad, y la extensa navegación que se tiene que llevar a cabo para atravesarlo (más de 8.000 millas). Los primeros colonizadores lo denominaron Mar del Sur, y en los tiempos de Magallanes, ya se conoció como Pacífico.
Durante muchos años, los vientos alisios que permitían atravesar rápidamente el océano hacia el oeste impedían el viaje de retorno. Y así fue hasta que Andrés de Urdaneta descubrió en 1565 el tornaviaje, navegando desde Manila hacia el nordeste, buscando el ya mencionado paralelo cuarenta grados norte (donde la corriente de Kuroshio, en japonés corriente negra, indicaba con sus algas que se había encontrado la derrota a seguir) que con sus vientos y corrientes ayudara a poder retornar. Gracias a su descubrimiento el Pacífico fue conocido también como el “lago español”.
Se debe destacar que Andrés de Urdaneta descubrió el tornaviaje o la ruta de Urdaneta, después de al menos seis intentos conocidos. Nadie había llegado a México por el Gran Golfo (desde Filipinas), que era otro de los nombres con los que se denominaba al Pacífico. Por todo ello Urdaneta dejó una huella imborrable en la historia de la navegación (y hasta hablaba malayo y otros idiomas locales) que supuso grandes beneficios a la corona y personalmente hasta le costó tener que huir de los portugueses (quienes le incautaron todos sus documentos) para que no le eliminasen por sus conocimientos de las islas Molucas, entre otros grandes conocimientos. Pero probablemente su humilde personalidad, mitad descubridor y marino, y mitad clérigo, le condenó a no ser lo conocido que se hubiera merecido.
(*) Capitán de la Marina Mercante y secretario de la Fundación Exponav