Pescando mitos y realidades
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Su pasión por el mar y por los relatos de tradición oral llevaron al antropólogo murciano Juan Ruiz Parra a investigar la compleja cosmovisión de los pescadores y el rico bagaje de creencias con el que se desenvuelven durante la faena. De todo ello surgió un espléndido trabajo que acabó recogido en un libro y también es el tema central de las charlas y conferencias en las que le invitan a participar.
¿Qué astros y eventos planetarios se alinearon para que decidiera hacer una investigación y un posterior libro sobre el mundo simbólico de los pescadores?
Creo que cada cual tiene un sistema planetario particular que, de algún modo, rige u ordena su vida. En este símil los astros serían los intereses y motivaciones particulares. En mi caso, la conjunción de los planetas que podríamos llamar “pasión por el mar” y “profundo interés por los relatos de tradición oral” originaron este trabajo. Tengo que añadir que los objetivos que preceptivamente han de incluirse en todo plan de investigación fueron ampliamente superados. Recogí un material riquísimo, de un valor que considero será útil y muy valorado por los antropólogos que en un futuro profundicen en este campo. Por lo tanto, de aquellos dos planetas iniciales surgió casi un universo.
De todo lo que usted investigó acompañando a los pescadores de Águilas, primero, y de toda la Región de Murcia después, ¿podríamos extraer conclusiones similares para otras zonas costeras?
El trabajo de campo –la denominada etnografía– la desarrollé exclusivamente en la localidad murciana de Águilas. En principio podría parecer, atendiendo a los cánones científicos, una parcelación excesiva, una muestra poblacional y geográfica muy limitada. Sin embargo, voy a intentar explicar que, finalmente, en absoluto resultó así.
Como en toda aventura investigadora, lo hallado en ese itinerario incierto te lleva a lugares (léase información) inesperados y bellísimos. La ordenación coherente en secciones de todo el material resultante, más la inclusión de explicaciones teóricas necesarias para comprender el sentido profundo de algunas acciones y creencias, dio lugar a la concreción final del trabajo (y el posterior libro).
Quedé tan satisfecho con el resultado que quise ampliar la investigación al resto de puertos pesqueros de la Región de Murcia. Para ello conseguí contactos de pescadores locales y me desplacé a casi todos estos lugares. Tras las primeras conversaciones comprobé sin embargo que el camino que podía recorrer era más bien corto. Salvo escasas alusiones a hitos geográficos determinados u otros detalles puntuales, el resto de información que me transmitían era casi un calco de la que ya había recopilado en Águilas. Al parecer las ideaciones sobre los fenómenos que interactúan ordinariamente con los pescadores se han extendido de un puerto a otro, de unos pescadores a otros. El mar siempre ha sido un eficaz medio de comunicación.
Juan Ruiz Parra junto a un pescador en el puerto de Águilas (Murcia)
El oficio de pescador es uno de los más antiguos del mundo con referencias desde el arte rupestre a la Biblia, así que el campo de investigación es muy amplio….
No cabe duda de que la pesca constituye uno de los trabajos más antiguos que existe. Me atrevería a afirmar que, posiblemente, el que más, sobre todo entre las sociedades más evolucionadas tecnológicamente. ¿Y por qué digo esto? Simplemente porque tiene que ver con la pura subsistencia. La caza se practica hoy en día en el seno de los grupos culturales modernos más como deporte o entretenimiento que como medio de obtener proteínas, no así la pesca. Con el desarrollo de la acuicultura y la regresión de la vida marina ese liderazgo histórico, desgraciadamente, quizá en un futuro desaparezca.
La compleja cosmovisión de los pescadores y el rico aparato simbólico con el que se desenvuelven durante la faena se explica por tratarse de una profesión cuyas raíces se remontan a un remotísimo pasado. Su bagaje de creencias se compone de infinitas capas que han ido superponiéndose generación tras generación a lo largo de miles de años.
¿Cómo se puede conjugar la sabiduría de campo de todo pescador experimentado, que sabe de meteorología, de biología o de tecnología de los alimentos, con el pensamiento mágico que parece acompañar a la profesión?
Pues asimilando un tipo de pensamiento y otro, el científico-tecnológico y el mágico, con total naturalidad. Para el pescador no hay incompatibilidad entre la existencia de las brujas que desordenan los pertrechos del barco y el uso de la sonda electrónica. Ambas categorías de pensamiento coexisten sin problema. Un pescador sabe armonizarlas con soltura. De todos modos, me complace destacar que en muchas ocasiones la ciencia avala las conclusiones obtenidas por los pescadores en base solo a inferencias mucho más intuitivas o supersticiosas que racionales. Tenga en cuenta que los pescadores siempre deben actuar sobre seguro, pues los desatinos siempre se pagan caros. Las supersticiones las circunscribe a ámbitos que tiene bajo control, y si por fuerza mayor debe olvidarse de ellas, las olvida (aunque después tenga que redimirse de algún modo).
Pescadores en 1902 con la Isla del Fraile de fondo. Imagen cortesía del Archivo General de Murcia
Parece que ese mecanismo psicológico de creación de ideas de carácter sobrenatural sucede en un nivel subconsciente por lo que nada tendría que ver con la preparación de la persona…
El mecanismo generador de pensamiento mágico se halla especialmente activo entre las personas que desarrollan su trabajo en un medio impredecible y expuesto a gran estrés emocional, como es el mar. Sin embargo, como usted ha indicado, el nivel cultural o de conocimientos es independiente de la posibilidad de albergar un tipo de creencias extrañas o ajenas a todo empirismo. Me permito afirmar que la fe en Dios (cristiano o de cualquier doctrina religiosa), en relación a los mecanismos mentales implicados, no difiere de los que se activan para poder afirmar que existen sirenas o barcos fantasmas. Esta que acabo de exponer es la premisa con la que comienzo las charlas que doy. Este inicio creo que neutraliza o amansa las burlas y ciertos aires de superioridad que pudieran darse entre el público.
Usted habla de que el mito siempre está en continua transformación ¿Notó diferencias generacionales?
Fue curioso comprobar que algunos de los pescadores más jóvenes tenían más información sobre los saberes y creencias tradicionales que otros que ya estaban jubilados. Creo que hay varios factores que lo explican. Por un lado, depende de la curiosidad intrínseca de la propia persona. También son importantes las personas con las que se han embarcado, su temperamento y personalidad. Su influencia es fundamental porque son correas de transmisión de ese tipo de pensamiento. Si son personas comunicativas y albergan el tipo de información del que hablamos, sus saberes se transmitirán fluidamente de los mayores a los más jóvenes. Esta circunstancia, impredecible y estrictamente aleatoria, es crucial para la conservación de los corpus culturales y puede determinar de una manera puramente casual que se extingan o pervivan.
Menciona seis apartados en los que catalogar los diferentes mitos y rituales. ¿Podría ponernos algún ejemplo?
Me pone usted en un serio problema. La elección es difícil, pues hay verdaderas “perlas” en el libro, pero haré un esfuerzo. Del apartado de Relatos Maravillosos, de los que he denominado orogenia mítica podría mencionar el relato etiológico que explica cómo surgieron los “Huevos del Fraile” (dos rocas costeras de similar tamaño). Resumiendo cruelmente la historia diré que son los testículos de la isla del Fraile, que tras una refriega de carácter sentimental tuvo que salir huyendo y al tropezar se le cayeron y los dejó donde se encuentran ahora mismo. En la sección de Signos Propiciatorios (de buena y mala suerte) destacaré, para ponerle un poco de picante a la entrevista, que un pescador considera que da buena suerte que una mujer orine en la red o llevar a bordo a un hombre a quien su mujer le ha sido infiel.
De El Mar y la Salud puedo señalar que llevar engastadas en un collar las piedras jaqueca, que se extraen de un tipo de caracola, quita el dolor de cabeza.
Los pescadores tienen una fe ciega en la existencia de la chulí (también conocida como poera): un pájaro que solo canta en la noche cuando va a haber un fuerte temporal. Nadie lo ha visto nunca, solo se le oye.
Muchos pueblos costeros tienen su ciudad sumergida (Lugares Simbólicos) Águilas tiene la antigua ciudad romana de Urci. Muchos pescadores, los días de aguas claras, han visto parte de sus ruinas; hay, incluso, quien ha oído el tañer de sus campanas. De los Seres Fantásticos del Mar puedo hablar de la “Bicha del Fraile”, una serpiente monstruosa que persigue a los barcos, o de la extraña aparición de sirenas, que se colocan en la proa para serenar las olas en su avance.
Insisto: he pasado un mal trago en la selección. La contextualización cultural e histórica que se ha quedado fuera también aporta mucho interés a cada uno de los casos.
Algunos pescadores afirman ver la antigua ciudad romana de Urci y escuchar sus campanas
Pueden contactar con el autor o comprar el libro a través del email: juanrparra_4@hotmail.com |