"Más vale honra sin barcos que barcos sin honra" - Revista Mar
CASTO MÉNDEZ NÚÑEZ UN MARINO ILUSTRE
"Más vale honra sin barcos que barcos sin honra"
01/07/2024
Más Mar
Historia
Carmen Torres López
A través de estas páginas navegaremos por su trayectoria profesional: su ingreso en la Academia de Guardias Marinas y sus primeros ascensos, sus destinos, sus recompensas y condecoraciones …así como un perfil del marino considerado, por muchos de sus contemporáneos, como el más prestigioso de la Armada Española de su época y del siglo XIX.
Su actividad profesional estuvo llena de continuos peligros que se combinaron con importantes destinos y cargos de responsabilidad en el Ministerio de Marina, primero como jefe de personal y, posteriormente, como vicepresidente del almirantazgo, ascensos y honores múltiples e, incluso, propuestas para ser diputado a Cortes y candidato a la mismísima corona de España, vacante tras la revolución de 1868, que rechazó en repetidas ocasiones.
En su vida no solo fue una constante el cumplimiento del deber sino también su enorme sencillez, modestia, austeridad y sentido de la ética con los que siempre actuó.
Su conocida frase “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” es un claro ejemplo de su comportamiento.
Su grandeza no radicó solamente en su valor y la destreza que demostró a lo largo de sus actuaciones sino, sobre todo, en la actitud moral y ética con la que siempre afrontó todos y cada uno de los actos de su vida.
SU VIDA PROFESIONAL
Casto Méndez Núñez sienta plaza de guardia marina el día 1 de marzo de 1840, y su vida profesional se inicia al embarcar, el 4 de septiembre de este mismo año, en el bergantín Nervión a bordo del cual, en 1842, hizo un viaje a Fernando Póo por el que consiguió la Cruz de Fernando Poó, la primera de sus múltiples condecoraciones.
Tras su regreso de Guinea, en marzo de 1844, continuó su período de formación, ascendiendo a Guardia Marina de primera; una vez completado éste, se le citó para realizar examen para la obtención del grado de alférez de navío, examen que se celebró en la población de San Carlos el 22 de junio de 1846; una vez superada la prueba ascendió a alférez de navío por Real Orden de 11 de julio de 1846, embarcándose en el bergantín Volador donde realizó funciones de instrucción de guardias marinas y con el que llegó por primera vez a América por la ciudad de Montevideo y, más tarde, a la estación naval de Rio de la Plata.
Regresó a España en 1848 y llevó a cabo diversas comisiones por el Mediterráneo, entre ellas su participación en una expedición a Italia en 1849 para apoyar a la Santa Sede, obteniendo por ello la Cruz de Pío IX, el 20 de marzo de 1850, y las gracias de Real Orden.
En ese mismo año se produce su ascenso a teniente de navío y con esta graduación mandará la goleta Cruz, el vapor Narváez, la fragata Berenguela y la urca Niña.
Pero no todos sus destinos fueron de mar, también tuvo destinos de tierra como el del Ministerio de Marina, en Madrid, en 1856, donde efectuó diversos estudios y tradujo del inglés un Tratado sobre Artillería Naval cuya publicación se llevará a cabo en 1857. Al citado Ministerio regresará en 1864 al pasar destinado a su Departamento de Personal donde recibirá la orden de modernizar y poner al día los reglamentos.
En 1857, continuando con sus destinos de mar, se traslada, a bordo del Narváez, a Filipinas donde recibe el mando del vapor de ruedas Jorge Juan con el que lleva a cabo algunas acciones, entre las que es de destacar la de agosto de 1860 cuando sostuvo combates contra cinco barcos de piratas de Joló con una tripulación de unos 300 hombres, a los que destruyó a pesar de su inferioridad en armamento y personal.
El 3 de mayo de 1861 es ascendido a capitán de fragata tomando posesión de la goleta Constancia, buque insignia de las unidades dedicadas a combatir a los piratas, y del mando de las fuerzas sutiles del sur del archipiélago de las Filipinas.
El hecho más sobresaliente de aquella campaña fue la toma de la Cota de Pagalugán, en Mindanao, una fortaleza perfectamente artillada y con buenas defensas, con importantes consecuencias pues puso fin, por entonces, a la piratería mora en aquellos mares.
Su ascenso a capitán de navío se produce en enero de 1862, abandonando las islas Filipinas y regresando a España.
Ya finalizando el año 1862 toma el mando, en La Carraca (Cádiz), del vapor de ruedas Isabel II con el que llevará a cabo diversas comisiones por las costas de Venezuela, Santo Domingo y Cuba.
El 7 de noviembre de 1862 es condecorado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Tras algo más de un año, a principios de 1864, toma el mando de la fragata Princesa de Asturias y, poco después, regresa a España pasando destinado, como ya se ha indicado, al Ministerio de Marina como jefe de Personal.
Pero, sin duda, sus hazañas más destacadas son el bombardeo de Valparaíso y la batalla de El Callao, después de tomar el mando de la fragata acorazada Numancia.
MANDO DE LA FRAGATA
En diciembre de 1864 toma el mando de la fragata acorazada Numancia, un buque revolucionario para la época, con la que, en 1865, se traslada al Pacífico para incorporarse a la escuadra española mandada por el general Pareja, inmersa en un contencioso con Chile y Perú.
La Numancia zarpa de Cádiz el 4 de febrero de 1865 y tras largas navegaciones a vapor y vela, con algunas escalas, llega a El Callao el 5 de mayo del mismo año incorporándose a la escuadra de Pareja.
Constituyó un viaje de gran interés pues, a la vista de lo que había ocurrido con otros barcos de similar porte, se opinaba que la Numancia no sería capaz de cruzar el Atlántico. Sin embargo, el viaje fue todo un éxito y Méndez Núñez fue ascendido a brigadier el 20 de junio.
LA GUERRA DEL PACÍFICO
Nuestro protagonista se vio envuelto en las actividades de la escuadra de Pareja, así como en la guerra iniciada por Chile el 25 de septiembre de 1865, como respuesta al bloqueo de los puertos chilenos, a la que más tarde se unió Perú.
En diciembre de ese mismo año, Méndez Núñez deja el mando de la Numancia para tomar el de la escuadra tras el suicidio del general Pareja.
Desde el principio, nada más obtenido el mando, comenzó a lograr sus primeras victorias en diversas maniobras, y pronto alcanzó fama de invencible, especialmente cuando derrotó, el 7 de febrero de 1866, a la flota combinada chilena y peruana en el Canal de Abtao, obligándole a retirarse hacia aguas poco profundas para evitar su total destrucción.
Sin enemigos en la mar se dirigió a Valparaíso (Chile) cuyo bombardeo llevó a cabo el 31 de marzo de 1866, dirigiéndose a continuación al puerto de El Callao (Perú).
El 2 de mayo es la fecha en que tiene lugar el combate de El Callao.
Se enfrenta, con siete barcos: la fragata blindada Numancia, las fragatas de vapor y hélice Almansa, Berenguela, Blanca, Resolución y Villa de Madrid, y la corbeta Vencedora, a las potentes baterías de costa peruanas.
A las 11:30 horas la Numancia larga la señal de zafarrancho de combate y a las 11:50 se inicia el combate.
Por espacio de cinco horas ininterrumpidas la Escuadra del Pacífico destruye, sistemáticamente, el complejo defensivo de la plaza fuerte de El Callao, retirándose al caer la tarde sin perder ningún buque.
Méndez Núñez dirigió la operación desde el desprotegido puente de navegación de la Numancia, resultando herido hasta en ocho ocasiones por trozos de metralla.
No buscaba conquistar una plaza estratégica clave sino defender la honra de su Patria y la Armada Española.
REGRESO A ESPAÑA
El 11 de mayo de 1866 se dirige a Río de Janeiro con parte de la Escuadra, formada por las fragatas Almansa, Resolución, Blanca y Villa de Madrid, mientras el resto de los barcos realizan el regreso vía Manila, y el 15 de diciembre de 1868 fondea en Cádiz.
A su regreso a España, completando también la primera vuelta al mundo de un buque acorazado, recibió múltiples recompensas destacando la Gran Cruz de Carlos III concedida por el gobierno en 27 de junio de 1866 y la Cruz de la Marina de Diadema Real el 15 de enero de 1867.
Benito Pérez Galdós lo inmortalizará en La vuelta al mundo de la Numancia, uno de sus Episodios Nacionales.
Ya destinado en Madrid cae gravemente enfermo y es trasladado a Pontevedra donde fallece el 21 de agosto del año 1869, a los 45 años de edad, siendo atribuido el desenlace, según el parte facultativo, a las heridas de El Callao.
Alfonso XII visitó la tumba de Méndez Núñez en el verano de 1877 y ordenó que sus restos fueran llevados al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz). El traslado tuvo lugar el 28 de julio de 1883 a bordo de la fragata Lealtad.
Carmen Torres López
Directora Pedagógica,
Jefe del Servicio Educativo y Cultural.
Instituto de Historia y Cultura Naval
Fotos Museo Naval de Madrid
Leer revista Mar número 646
Su actividad profesional estuvo llena de continuos peligros que se combinaron con importantes destinos y cargos de responsabilidad en el Ministerio de Marina, primero como jefe de personal y, posteriormente, como vicepresidente del almirantazgo, ascensos y honores múltiples e, incluso, propuestas para ser diputado a Cortes y candidato a la mismísima corona de España, vacante tras la revolución de 1868, que rechazó en repetidas ocasiones.
En su vida no solo fue una constante el cumplimiento del deber sino también su enorme sencillez, modestia, austeridad y sentido de la ética con los que siempre actuó.
Su conocida frase “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” es un claro ejemplo de su comportamiento.
Su grandeza no radicó solamente en su valor y la destreza que demostró a lo largo de sus actuaciones sino, sobre todo, en la actitud moral y ética con la que siempre afrontó todos y cada uno de los actos de su vida.
SU VIDA PROFESIONAL
Casto Méndez Núñez sienta plaza de guardia marina el día 1 de marzo de 1840, y su vida profesional se inicia al embarcar, el 4 de septiembre de este mismo año, en el bergantín Nervión a bordo del cual, en 1842, hizo un viaje a Fernando Póo por el que consiguió la Cruz de Fernando Poó, la primera de sus múltiples condecoraciones.
Tras su regreso de Guinea, en marzo de 1844, continuó su período de formación, ascendiendo a Guardia Marina de primera; una vez completado éste, se le citó para realizar examen para la obtención del grado de alférez de navío, examen que se celebró en la población de San Carlos el 22 de junio de 1846; una vez superada la prueba ascendió a alférez de navío por Real Orden de 11 de julio de 1846, embarcándose en el bergantín Volador donde realizó funciones de instrucción de guardias marinas y con el que llegó por primera vez a América por la ciudad de Montevideo y, más tarde, a la estación naval de Rio de la Plata.
Regresó a España en 1848 y llevó a cabo diversas comisiones por el Mediterráneo, entre ellas su participación en una expedición a Italia en 1849 para apoyar a la Santa Sede, obteniendo por ello la Cruz de Pío IX, el 20 de marzo de 1850, y las gracias de Real Orden.
En ese mismo año se produce su ascenso a teniente de navío y con esta graduación mandará la goleta Cruz, el vapor Narváez, la fragata Berenguela y la urca Niña.
Pero no todos sus destinos fueron de mar, también tuvo destinos de tierra como el del Ministerio de Marina, en Madrid, en 1856, donde efectuó diversos estudios y tradujo del inglés un Tratado sobre Artillería Naval cuya publicación se llevará a cabo en 1857. Al citado Ministerio regresará en 1864 al pasar destinado a su Departamento de Personal donde recibirá la orden de modernizar y poner al día los reglamentos.
En 1857, continuando con sus destinos de mar, se traslada, a bordo del Narváez, a Filipinas donde recibe el mando del vapor de ruedas Jorge Juan con el que lleva a cabo algunas acciones, entre las que es de destacar la de agosto de 1860 cuando sostuvo combates contra cinco barcos de piratas de Joló con una tripulación de unos 300 hombres, a los que destruyó a pesar de su inferioridad en armamento y personal.
El 3 de mayo de 1861 es ascendido a capitán de fragata tomando posesión de la goleta Constancia, buque insignia de las unidades dedicadas a combatir a los piratas, y del mando de las fuerzas sutiles del sur del archipiélago de las Filipinas.
El hecho más sobresaliente de aquella campaña fue la toma de la Cota de Pagalugán, en Mindanao, una fortaleza perfectamente artillada y con buenas defensas, con importantes consecuencias pues puso fin, por entonces, a la piratería mora en aquellos mares.
Su ascenso a capitán de navío se produce en enero de 1862, abandonando las islas Filipinas y regresando a España.
Ya finalizando el año 1862 toma el mando, en La Carraca (Cádiz), del vapor de ruedas Isabel II con el que llevará a cabo diversas comisiones por las costas de Venezuela, Santo Domingo y Cuba.
El 7 de noviembre de 1862 es condecorado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Tras algo más de un año, a principios de 1864, toma el mando de la fragata Princesa de Asturias y, poco después, regresa a España pasando destinado, como ya se ha indicado, al Ministerio de Marina como jefe de Personal.
Pero, sin duda, sus hazañas más destacadas son el bombardeo de Valparaíso y la batalla de El Callao, después de tomar el mando de la fragata acorazada Numancia.
MANDO DE LA FRAGATA
En diciembre de 1864 toma el mando de la fragata acorazada Numancia, un buque revolucionario para la época, con la que, en 1865, se traslada al Pacífico para incorporarse a la escuadra española mandada por el general Pareja, inmersa en un contencioso con Chile y Perú.
La Numancia zarpa de Cádiz el 4 de febrero de 1865 y tras largas navegaciones a vapor y vela, con algunas escalas, llega a El Callao el 5 de mayo del mismo año incorporándose a la escuadra de Pareja.
Constituyó un viaje de gran interés pues, a la vista de lo que había ocurrido con otros barcos de similar porte, se opinaba que la Numancia no sería capaz de cruzar el Atlántico. Sin embargo, el viaje fue todo un éxito y Méndez Núñez fue ascendido a brigadier el 20 de junio.
LA GUERRA DEL PACÍFICO
Nuestro protagonista se vio envuelto en las actividades de la escuadra de Pareja, así como en la guerra iniciada por Chile el 25 de septiembre de 1865, como respuesta al bloqueo de los puertos chilenos, a la que más tarde se unió Perú.
En diciembre de ese mismo año, Méndez Núñez deja el mando de la Numancia para tomar el de la escuadra tras el suicidio del general Pareja.
Desde el principio, nada más obtenido el mando, comenzó a lograr sus primeras victorias en diversas maniobras, y pronto alcanzó fama de invencible, especialmente cuando derrotó, el 7 de febrero de 1866, a la flota combinada chilena y peruana en el Canal de Abtao, obligándole a retirarse hacia aguas poco profundas para evitar su total destrucción.
Sin enemigos en la mar se dirigió a Valparaíso (Chile) cuyo bombardeo llevó a cabo el 31 de marzo de 1866, dirigiéndose a continuación al puerto de El Callao (Perú).
El 2 de mayo es la fecha en que tiene lugar el combate de El Callao.
Se enfrenta, con siete barcos: la fragata blindada Numancia, las fragatas de vapor y hélice Almansa, Berenguela, Blanca, Resolución y Villa de Madrid, y la corbeta Vencedora, a las potentes baterías de costa peruanas.
A las 11:30 horas la Numancia larga la señal de zafarrancho de combate y a las 11:50 se inicia el combate.
Por espacio de cinco horas ininterrumpidas la Escuadra del Pacífico destruye, sistemáticamente, el complejo defensivo de la plaza fuerte de El Callao, retirándose al caer la tarde sin perder ningún buque.
Méndez Núñez dirigió la operación desde el desprotegido puente de navegación de la Numancia, resultando herido hasta en ocho ocasiones por trozos de metralla.
No buscaba conquistar una plaza estratégica clave sino defender la honra de su Patria y la Armada Española.
REGRESO A ESPAÑA
El 11 de mayo de 1866 se dirige a Río de Janeiro con parte de la Escuadra, formada por las fragatas Almansa, Resolución, Blanca y Villa de Madrid, mientras el resto de los barcos realizan el regreso vía Manila, y el 15 de diciembre de 1868 fondea en Cádiz.
A su regreso a España, completando también la primera vuelta al mundo de un buque acorazado, recibió múltiples recompensas destacando la Gran Cruz de Carlos III concedida por el gobierno en 27 de junio de 1866 y la Cruz de la Marina de Diadema Real el 15 de enero de 1867.
Benito Pérez Galdós lo inmortalizará en La vuelta al mundo de la Numancia, uno de sus Episodios Nacionales.
Ya destinado en Madrid cae gravemente enfermo y es trasladado a Pontevedra donde fallece el 21 de agosto del año 1869, a los 45 años de edad, siendo atribuido el desenlace, según el parte facultativo, a las heridas de El Callao.
Alfonso XII visitó la tumba de Méndez Núñez en el verano de 1877 y ordenó que sus restos fueran llevados al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz). El traslado tuvo lugar el 28 de julio de 1883 a bordo de la fragata Lealtad.
Carmen Torres López
Directora Pedagógica,
Jefe del Servicio Educativo y Cultural.
Instituto de Historia y Cultura Naval
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