PATRIMONIO SUBACUÁTICO ESPAÑOL

Proteger la historia sumergida

31/05/2023

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Historia

Borja Barrera Jiménez
España es una potencia mundial por la conservación de los pecios hundidos en sus aguas

La experiencia de España en el descubrimiento de pecios es muy amplia. Contamos con un protocolo y son numerosos los organismos involucrados en protegerlos para que no se dañen, ni se produzcan imprevistos que puedan ponerlos en peligro. En nuestro país el patrimonio subacuático está regulado en el Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático. Este Plan Nacional regula todos los aspectos, desde que se encuentra y localiza el bien arqueológico.
El primer organismo encargado de la protección de este patrimonio es la Armada. Carlos Posada Novoa, jefe del Estado Mayor del Cuartel General de la Fuerza de Acción Marítima comenta que “las Fuerzas Armadas son las encargadas en primera instancia de su protección, ya que dispone de los medios adecuados y los archivos históricos para documentar las actuaciones, además de experiencia”.

VIGILANCIA FÍSICA

En colaboración con la Armada, la Unidad de Actividades Subacuáticas (UAS) de la Guardia Civil ayuda a la protección de este patrimonio. 

Aniceto Martín Sagrado, jefe de la UAS, asegura que la protección de un pecio se divide en tres partes. Primero se realiza una función preventiva. Posteriormente, una vez localizado, se lleva a cabo una vigilancia física. Y por último se inspecciona para ver si ha sufrido modificaciones, y ponerlo en conocimiento de la autoridad apropiada.

Además, esta unidad se encarga de la vigilancia sobre las personas que están realizando las prospecciones comprobando si tienen los documentos administrativos en vigor, y en caso de incurrir en delito, participan en la investigación.

“Para llevar una buena protección del patrimonio subacuático necesitamos un cuerpo normativo sólido y buena información y colaboración para saber dónde se encuentran los pecios”, afirma Martín Sagrado.

Una vez localizados los pecios y puestos en vigilancia y protección, el siguiente paso es el descenso de los buceadores. Periódicamente se realizan inmersiones para ver si hay movimientos o cambios que son susceptibles de expolio, ya que la acción humana es muy clara y fácil de diferenciar. Aparte, la UAS se encarga de averiguar cómo se ha producido.

“Quien causa más daño, aparte de las dragas, son los buceadores recreativos, que pueden sustraer piezas de gran valor por desconocimiento, coleccionistas que las encargan, o los pescadores ya que las piezas se pueden enganchar en sus redes”, dice.

Los casos de expolio se investigan desde el punto de vista penal, ya que son bienes de dominio público. Actualmente, se están implantando sistemas de videovigilancia exterior. La UAS dispone de medios ópticos que pueden vigilar zonas de hasta 10km con un nivel alto de calidad.
Realizadas las labores de localización, protección y vigilancia del patrimonio, se decide si se extrae o no debido a los riesgos que conlleva en función del caso y del tipo de bien. 

“Ante el pecio hay que distinguir dos realidades. Por una parte, está el cargamento que no suele ser complejo de extraer y, por otra, la propia embarcación donde tienen que darse unas condiciones específicas para que se conserve porque tiende a descomponerse”, explica Rafael Sabio González, director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática ARQVA de Cartagena.

Un ejemplo fue el pecio del Barco Mazarrón 2, una embarcación de pequeño calado que transportaba lingotes de plomo del siglo VI a. C. en excelente estado de conservación. Se reunió una comisión de expertos para ver si era conveniente su extracción. Finalmente se decidió que sí.

“En muchas ocasiones la inversión económica es inmensa. Hay que realizar un estudio previo para saber si se puede fragmentar debido a fisuras que tiene de origen. Si se extrae hay que realizar un tratamiento que lleva años y saber si se va a exponer al público y garantizar estos medios.”, comenta este experto en conservación.

Galeón del siglo XVI localizado en Ribadeo (Lugo)
Galeón del siglo XVI localizado en Ribadeo (Lugo)


PRINCIPALES PELIGROS

“Levantar o trasladar ese patrimonio sólo debe realizarse en caso de que no exista otra opción. Resulta preciso garantizar su conservación con medidas adecuadas para el tratamiento de esos bienes por parte de profesionales”, afirma Miguel San Claudio fundador de Archeonauta.

Durante todo el proceso, desde el descubrimiento del pecio hasta su protección o extracción pueden surgir situaciones que pueden destruirlo. Por ello es necesaria una labor de concienciación y exponer lo sensibles que son los pecios al expolio.  

Otro peligro son las dragas. “El mayor riesgo contra el patrimonio subacuático proviene de la actividad humana en el medio, especialmente dañinos son los dragados y las construcción de infraestructuras”, comenta Miguel San Claudio. 

“Durante muchos años se han realizado obras que afectan al litoral marítimo que pueden destruir los pecios. Es necesario sensibilizar y poner en valor la protección del patrimonio a través de los medios de comunicación”, dice Javier Noriega, presidente del Clúster Marítimo de Andalucía. 

Otro de los riesgos en estas inspecciones es la ausencia de especialistas en el campo subacuático y la falta de experiencia de los encargados de las inspecciones. Finalizado todo el proceso, después de dotar de unas medidas para su conservación, si se decide exponerlo al público, los organismos deben realizar una labor de difusión, concienciación y acercamiento a la sociedad del descubrimiento de los pecios que tienen un gran valor histórico. 

Además, los organismos involucrados piden mayor formación. Actualmente las universidades de Cádiz, Valencia e Illes Balears están desarrollando formación específica en arqueología subacuática.
“Un arqueólogo subacuático es un especialista que tiene que saber de muchas cosas, como arqueología, buceo, navegación o construcción naval. Es un trabajo donde no se pueden cometer errores. La gente sale formada en arqueología o buceo, pero falta más formación práctica”, explica el fundador de Archeonauta.

España es uno de los países con mayor Patrimonio Cultural Subacuático del mundo y con un gran valor histórico de los pecios, además de la gran calidad de conservación en que se encuentran. Hay que poner en valor todo el trabajo que conlleva su protección y conservación, así como el de las personas dedicadas a ello. Desde el sector reclaman más colaboración por parte de la Administración, como por ejemplo la creación de una dirección técnica y una Dirección General de Patrimonio Subacuático que establezca las políticas y pueda llevarlas a cabo.

Pieza de artillería perteneciente a un galeón del siglo XVIII
Pieza de artillería perteneciente a un galeón del siglo XVIII


LA ARMADA, LOS PRIMEROS EN ACTUAR

La Armada ostenta competencias plenas para la protección del patrimonio subacuático español en materia de buques de Estado. Como primer organismo encargado de actuar en este ámbito tiene múltiples cometidos entre los que se encuentran realizar las funciones de vigilancia y seguridad de los yacimientos, en coordinación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 
También tienen que autorizar la exploración, rastreo, localización y extracción de buques y embarcaciones naufragados o hundidos. “La Armada realiza un notable esfuerzo para difundir, promover, proteger y defender nuestro rico patrimonio cultural e histórico”, explica el capitán de Fragata, José María Pascual Valdés, jefe de la Sección CIMIC del Estado Mayor de la Fuerza de Acción Marítima Otra de sus labores es programar periódicamente actividades específicas para la búsqueda e identificación de pecios, así como para la protección de los ya localizados.

Además, para facilitar su localización llevan a cabo una actividad de cartografiado que requiere una acción conjunta interministerial y con las Comunidades Autónomas.
Esta Carta Arqueológica, elaborada por la Armada, recopila principalmente la información sobre pecios de buques españoles en cualquier espacio marítimo y extranjeros en aguas nacionales, pecios de buques o embarcaciones pertenecientes al patrimonio subacuático (PAS) y restos de valor arqueológico.

Además, también tienen un gran compromiso en la lucha contra el expolio. “Evitar el expolio es primordial dado que los pecios de los buques de guerra se consideran las tumbas donde reposan los restos de los marinos caídos en combate o navegación que exigen reconocimiento y protección contra los intereses comerciales de las empresas "cazatesoros" o de expolio submarino”, comenta José María Pascual. Para hacer frente a las acciones de expolio disponen de un procedimiento de actuación en colaboración con la Guardia Civil. “En caso de que alguna unidad de la Armada detecte una infracción administrativa en materia PAS lo pondrá en conocimiento de la Guardia Civil para que se tramite la correspondiente denuncia”, explica el capitán de fragata. 

GALEÓN SAN JOSÉ

Investigadores colombianos descubrieron en 2015 los restos del Galeón San José, que se hundió en 1708. La visita en mayo del presidente de Colombia, Gustavo Petro a España ha reabierto el debate sobre a quién pertenecen los restos y el tesoro encontrado, considerado uno de los más valiosos de la historia. España reclama el tesoro debido a que el buque español San José se hundió en una batalla contra los británicos, frente a las costas de Cartagena, (Colombia). De momento Colombia custodia sus restos ya que fue encontrado en sus costas, pero en 2018 la comunidad boliviana de Qhara Qhara reclamó al gobierno colombiano derechos sobre el tesoro, alegando que sus ancestros fueron víctimas de saqueos durante la presencia española.

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