Tatuajes marinos
Señas de identidad
29/10/2025

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Historia

Ana Díaz
Ancla y timón tatuados en los brazos de un marinero
No hace muchas décadas los tatuajes estigmatizaban socialmente a sus portadores. Hoy su uso se ha extendido masivamente por la influencia de deportistas y artistas. Los dibujos reflejan la personalidad de tatuados y tatuadores y el mar seduce con una simbología, transmitida a través de los tiempos, decorando los cuerpos como si de vírgenes lienzos se trataran.

En el pasado, los tatuajes se asociaban en el inconsciente a gente de mal vivir y la sociedad miraba de reojo a sus portadores. Hoy las cosas han cambiado. Lejos de considerarse elementos marginales, los grabados en la piel se han popularizado. Ya no distinguen edades, sexos, clases sociales, profesiones u orígenes culturales. Son un fenómeno global “trendy topic” y estéticamente podría decirse que están de moda. 

Así, lo que antaño se consideraba raro o inusual se ha transformado en el presente en algo común y habitual hasta el punto de que casi resulta extraño y anómalo encontrar en la actualidad personas sin un tatuaje en el cuerpo.

​​​​Además, ya no se consideran actos de rebeldía o discordia, sino que han adquirido categoría de expresión artística, existiendo estilos y expertos tatuadores cuyos trabajos se exponen en museos y galerías por todo el mundo.
 
nuca tatuada con un ancla
Los elementos marinos en los diseños de tatuajes están llenos de simbología.
​​​​​​La sociedad española no escapa a esta fascinación por la tinta bajo la piel, situándonos en el ránking Top 10 de naciones con más tatuados. Según la consultora de márketing internacional Dalia, España se sitúa en el sexto lugar del mundo con un porcentaje más alto de población tatuada (42%). Nos adelantan Australia y Argentina (ambas con un 43% de su población con al menos un tatuaje en el cuerpo), Estados Unidos (46%), Suecia (47%) e Italia, que lidera la clasificación mundial, con el 48% de sus ciudadanos tatuados.

Según el informe de Dalia, la tendencia es tener más de un diseño impreso en el cuerpo ya que solo una cuarta parte de los encuestados en su estudio afirmaban haberse hecho solo un tatuaje.  Y, contrariamente a lo que se pueda pensar, los grupos de edad más fascinados por esta moda no son los jóvenes, sino las personas de edades comprendidas entre 29 y 49 años. E incluso, algo que también puede sorprender, las mujeres se tatúan más que los hombres, aunque en España estamos un punto por debajo de ellos. Eso sí, por lo general, nos atraen los diseños más pequeños, signos y caligrafías.

UN POCO DE HISTORIA

¿Quién no recuerda la figura de Popeye con su bote de espinacas, su pipa de marinero y su bíceps tatuado con un ancla? A lo largo de los siglos, los diseños de tatuajes han estado muy ligados al mar. 

En Occidente, la atracción por estos dibujos se vincula a los primeros peregrinos que cruzaban el Atlántico, que se tatuaban para recordar los lugares por los que pasaban, los nombres de sus localidades de origen o el de sus esposas para que, en caso de fallecer en la travesía, pudieran ser identificados. 

Durante los últimos años del siglo XVII y principios del XVIII, los viajes exóticos realizados por los comerciantes despertaron el interés popular. El vocablo inglés “tatoo”, que significa tatuaje, procede de la palabra tahitiana “tatau” que el capitán James Cook descubrió navegando por el Pacífico sur. 

A menudo, los exploradores europeos llegaban a la metrópoli acompañados por indígenas tatuados procedentes de ultramar. Eran la muestra y el recuerdo de que habían llegado lejos y los exhibían como si se trataran de una conquista. Tal es el caso de Omai, el nativo raiateano que Cook presentó al rey Jorge y a los miembros de la British Royal Society o del príncipe Giolo de la isla de Miangas, en Filipinas, donde William Dampier le compró como esclavo, llevándole a Londres para que la gente pagara por ver su torso tatuado. 

Estas acciones aumentaron la fascinación de la gente por los tatuajes. Los miembros de las expediciones solían volver con la piel tintada como señal e identidad de su estilo de vida marinero. Y es que los tatuajes venían a ser una especie de bitácora o diario a bordo: una historia ilustrada que confirmaba la experiencia del marinero o del pescador en el mar y un recordatorio de los lugares por los que habían pasado, los logros alcanzados y además mostraban su valor, valentía y coraje por lanzarse a la aventura de surcar los mares.

En los siglos XVIII y XIX,  los tatuajes marinos más comunes eran básicamente los mismos que se ven en la actualidad: nombres e iniciales, elementos que conectan con el mar y la biodiversidad marina, símbolos religiosos, marcas o lugares costeros.

Según los historiadores, durante la primera mitad del siglo XIX el tatuaje era esencialmente un “negocio marino”. Hoy en día, los motivos náuticos tatuados en la piel no han desaparecido y siguen estando de moda. Es una vuelta a los diseños clásicos, como ocurre con la moda. Hay prendas que nunca quedan antiguas o que, al cabo de los años, vuelven a ser tendencia “vintage”. Lo mismo pasa con el tatuaje marinero. Siempre está ahí y cíclicamente vuelve a la cultura popular.

SIMBOLISMO
La ilustradora de comics californiana, Luzy Bellwood, creó “The art of the saylor” (El arte del marino). Se trata de un póster ilustrado en el que un marino muestra, a modo de mapa, el significado de cada uno de los trazos tatuados en su cuerpo. Desde las manos a los pies cada dibujo simboliza la historia de las travesías en el mar.
 
lubina en manos de un hombre tatuado
El mundo del mar y el de los tatuajes combinan desde hace siglos.
ANCLAS Y ANIMALES
​​​​​​Cada elemento tiene su propia semántica. Las golondrinas, por ejemplo, significan que su portador ha recorrido 5.000 millas náuticas. Una milla náutica equivale a 1.852 kilómetros, con lo que cada ave de esta especie tatuada representa 9.260 kilómetros de navegación. Por otra parte, un ancla, simboliza que su portador es un marino mercante o que ha cruzado el Atlántico en barco.

Dos anclas cruzadas en la palma de la mano, entre el pulgar y el índice, aluden a la amistad con un contramaestre o a este cargo en el barco, mientras que una soga anudada alrededor de la muñeca quiere decir que su portador tiene el rango de marinero de cubierta. 

Los marineros estadounidenses solían tatuarse una chica hula si habían estado en Hawai y las palabras “hold” and “fast” tintadas en los nudillos de las manos les recordaban que tenían que agarrar fuerte los aparejos. Por otra parte, los que llevaban dos cañones cruzados en alguna parte del cuerpo demostraban que habían servido a su país en la Armada.

Los animales también tienen un significado especial. Así, un cerdo o un gallo en los pies vienen a ser fetiches de protección para no ahogarse en el mar. Esto se debe a que, durante la Segunda Guerra Mundial, estos animales se transportaban en cajas de madera por lo que solían sobrevivir en los naufragios.

El caparazón de una tortuga recuerda que su portador se ha iniciado en la corte del rey Neptuno tras cruzar la línea del Ecuador y un dragón significa que ha estado en China. 
Si se trata de un dragón dorado es que ha cruzado la línea internacional de cambio de fecha en el Pacífico.

Elementos como la estrella náutica o la rosa de los vientos sirven de brújula y guía para encontrar el camino de regreso a casa y dos cruces en los pies ahuyentan a los tiburones en caso de caída al mar. 

Los marineros ingleses que pelearon en el Mediterráneo durante la Segunda Guerra Mundial se tatuaban una palmera, como también lo hacían los marineros estadounidenses que sirvieron en la contienda en Hawai. 

Y quienes pasaban el cabo de Hornos, en Chile, uno de los puntos más difíciles de atravesar del planeta, optaban por tatuarse un barco completamente aparejado. Antes de abrirse el Canal de Panamá en 1914, los intercambios comerciales entre Europa y el resto del mundo seguían la ruta Clipper que pasaba necesariamente por esta zona del mundo.

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