ESPACIOS MARINOS PROTEGIDOS

Aliados para afrontar la emergencia climática

01/02/2024

Más Mar

Opinión

Ignacio Torres
Paramuricea clavata
Una montaña submarina situada a 65 km de la costa asturiana, El Cachucho, fue la primera área marina protegida en España. Además de tener un extraordinario valor ecológico, con más de 740 especies identificadas hasta el momento, es refugio y lugar de reproducción de importantes poblaciones de especies de interés comercial, por lo que su protección es clave para el mantenimiento de las pesquerías de la zona.

Ya ha pasado más de una década desde su declaración en 2011 como Área Marina Protegida y Zona de Especial Conservación (ZEC).  Desde entonces, España es uno de los países que más ha avanzado en protección marina, al pasar del 0,5% de superficie marina protegida al 21% en la actualidad. Y continúa en la senda para alcanzar el 30% en 2030, compromiso marcado en la Estrategia Europea sobre Biodiversidad, la Declaración de Gobierno de la Emergencia Climática y Ambiental y la Alianza Global de Océanos.

La declaración de espacios marinos protegidos es una de las mejores fórmulas para proteger los bienes y servicios que el océano provee y es un objetivo que la comunidad científica ha determinado para desarrollar una adecuada resiliencia ante los terribles impactos del cambio climático.

Cuando están gestionados de forma eficaz, los espacios marinos protegidos aportan múltiples beneficios económicos, tanto en las actividades marinas como medioambientales, en la regulación del clima, el ciclo del agua, el control de la erosión y posibles desastres climáticos. Además de beneficios culturales relacionados con la salud y el bienestar. 
 
Imagen submarina de banco de peces
Conservar los espacios marinos es esencial para la salud del planeta.
Garantizar su buen estado de conservación es esencial para asegurar la integridad de los ecosistemas y conseguir que continúen ofreciendo servicios ecosistémicos esenciales para el ser humano.

RED NATURA 2000
En España destacan los 272 pertenecientes a la Red Natura 2000, la red más extensa de espacios protegidos del mundo. Acumulan el 82% del total del carbono que es absorbido por los mares españoles. El valor económico de la absorción del carbono del mar en España está estimado en 10.000 millones de euros, equivalente al 0,7 % del PIB nacional.

Existen diferentes elementos clave para este avance en la protección marina: la mejora de las metodologías y técnicas científicas utilizadas; el uso de las diferentes herramientas de financiación existentes, que permitan afrontar los costes de su seguimiento de forma lo más eficiente posible, así como el trabajo conjunto y coordinado de administraciones públicas, comunidad científica, ONG, sectores implicados y sociedad civil.

Con esta visión, el proyecto LIFE INTEMARES, que coordinamos desde la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico con la contribución del Programa LIFE de la Unión Europea, está sentando las bases para lograr una gestión eficaz de los espacios marinos protegidos con la participación y la ciencia como herramientas fundamentales.

Para ello, cuenta como socios con el propio Ministerio, a través de la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación y la Dirección General de la Costa y el Mar; la Junta de Andalucía; el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC); AZTI; la Universidad de Alicante; la Universidad Politécnica de Valencia; la Confederación Española de Pesca, SEO/BirdLife y WWF España. 

Desde su inicio en 2017, se han implicado de forma directa en el proyecto más de 13.000 personas de 925 entidades en diferentes actuaciones vinculadas a la investigación; el seguimiento y la vigilancia; la conservación de hábitats y especies; la gobernanza y la capacitación, así como la comunicación, sensibilización y educación ambiental. 

Entre los hitos recientes del proyecto, destaca la elaboración de una propuesta científica de adecuación de la Red Natura 2000 marina, que ha permitido identificar nuevos espacios susceptibles de ser protegidos y que, según vayan siendo declarados, permitirán no solo estar más cerca del 30% de protección en 2030 sino también poder afrontar el futuro de nuestra especie con mayores garantías.

Ante el contexto actual de emergencia climática, hay que redoblar los esfuerzos y mirar al mar. Nuestra vida depende de su buena salud. Los espacios marinos protegidos juegan un papel clave para revertir la pérdida y el deterioro de la biodiversidad y afrontar los retos climáticos. Por ello, es imprescindible reforzar los mecanismos de cooperación y coordinación para avanzar en su protección desde el conjunto de la sociedad.

Ignacio Torres.
Subdirector de Biodiversidad y Cambio Climático de la Fundación Biodiversidad (MITECO)


Ver número 642 de febrero.

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