El rol de las ONG en la pesca
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Opinión
Recientemente participé en unas jornadas organizadas por una histórica cofradía española. Era el único representante de una ONG trabajando en temas pesqueros. Las ONG fueron mencionadas en muchas ocasiones como la causa de los males o el enemigo contra el que, en sentido figurado, se está en guerra. Probablemente esta percepción es, en parte, consecuencia de las dificultades que atraviesa el sector. Sin embargo, mi sensación fue que el discurso era, en general, muy poco autocrítico y muy sesgado a culpar a las ONG.
Trabajando muy próximo a las flotas, entiendo sus frustraciones en algunas cuestiones recientes como la inclusión en CITES de la tintorera, la falta de transparencia y de rigor científico en algunas decisiones europeas sobre la pesca de fondo o la diferencia en los estándares que se exige a las flotas europeas frente a otras de terceros países. También comprendo que hay posturas de algunas ONG que tienen mucho más de ideológico que de científico y que esto muchas veces no contribuye a encontrar soluciones a los problemas.
La generalización y el poner a las ONG como el enemigo ni son ciertas ni tampoco ayudan. En primer lugar, porque los objetivos de muchas ONG están muy alineados con los de la flota, es decir, cuidar los recursos para que se puedan explotar de manera indefinida. En segundo lugar, hay multitud de ejemplos de colaboraciones exitosas entre la industria pesquera y las ONG que no se deben despreciar.
Me viene a la cabeza la experiencia de los años que llevo participando en el Consejo Consultivo de Flota de Larga Distancia (LDAC por sus siglas en inglés) y el clima de colaboración que allí se ha creado a pesar de los distintos puntos de vista, lo que ha resultado en multitud de dictámenes conjuntos con posiciones alineadas.
Otro ejemplo destacado de alineamiento es el reciente caso del atún rojo. En la última reunión de la Comisión de ICCAT, las ONG promovieron activamente la adopción de unos procedimientos de gestión que calcularán un nuevo total admisible de capturas (TAC) basado en ciencia, con reglas pre-acordadas, objetivos claros y que dejará en un segundo plano los intereses políticos de los diferentes países. El resultado fue la aprobación de este nuevo sistema de gestión y automáticamente el aumento del TAC de atún rojo del atlántico del este de 36.000 toneladas a 40.570. El mayor TAC histórico establecido nunca. ¿Alguien escuchó a alguna ONG quejarse por el aumento de las capturas? No, todas aplaudimos este aumento y la adopción de este nuevo sistema científico. Lo mismo ha ocurrido para el bonito del norte que ha aumentado su TAC gracias al sistema de evaluación de estrategias de gestión. Nadie ha puesto en duda este aumento, porque está basado en un sistema riguroso que garantiza que lo que se pesca ahora no pone en peligro la población de bonito en el futuro.
Desde MSC hacemos una comunicación positiva de la pesca, reconocemos a las pesquerías que lo hacen bien y que de forma voluntaria se someten a un proceso de escrutinio y de transparencia en el que todos los datos relevantes de su pesca se hacen públicos. Sin embargo, nuestro programa es voluntario y aún son muchas las flotas que tienen miedo a esta transparencia.
La realidad es que algunas ONG aprovechan esa transparencia para criticar algunos temas, principalmente impactos ambientales, que por la naturaleza de la actividad no pueden ser inexistentes. Se da la paradoja de que algunas de las pesquerías mejor gestionadas y más transparentes están a menudo en el ojo del huracán mientras que otras, mucho más opacas, pasan desapercibidas. Esto es muy evidente en pesquerías internacionales, por ejemplo, de túnidos, donde flotas europeas tienen un nivel de control y de seguimiento muchísimo mayor que flotas de terceros países y a pesar de ello reciben las críticas más furibundas. Con todo y con eso tengo la convicción de que las empresas pesqueras exitosas del futuro habrán transitado el camino de la transparencia. La transparencia genera confianza tanto en los gestores como en los mercados y al fin y al cabo no hemos de olvidar que los recursos pesqueros son un bien público y no pertenecen solamente a los que los pescan, sino a toda la sociedad.
El sentido común y la moderación no priman en estos tiempos de redes sociales y las posturas son “o estás conmigo o estás contra mí”. Pues bien, yo reclamo la pertinencia de las opiniones sosegadas, de la reflexión profunda, de la importancia de tener en cuenta todos los puntos de vista y de la evidencia científica como base para la toma de decisiones. Reclamo el rol de las ONG en la mejora de las prácticas pesqueras y defiendo la necesidad de colaboración entre gobiernos, industria, ONG y mercados para que la pesca pueda ser una fuente de alimento y de riqueza futura y al mismo tiempo garantice la protección de los océanos y sus criaturas.
ALBERTO MARTÍN ARISTÍN, responsable senior de pesquerías MSC