En una de las primeras revisiones científicas sobre bienestar animal en acuicultura, el profesor F.S. Conte, de la Universidad de Davis en California, planteó en 2004 la idea de que los piscicultores siempre han tenido en cuenta el bienestar animal desde los inicios de la acuicultura intensiva en los años 70. Fue así porque la mayoría de los peces son muy sensibles a su entorno y al manejo, requiriendo un cuidado exquisito para prosperar en cautividad. Por ejemplo, el salmón o la trucha necesitan aguas prístinas y frías, con un pH dentro de un rango estricto y con altos niveles de oxígeno. Desde este punto de vista, considerar el bienestar animal siempre fue rentable.

A partir de 2005 empezó a crecer de manera más exponencial la cantidad de artículos científicos sobre la materia. Antes eran los propios piscicultores quienes se las ingeniaban para saber si los peces estaban bien, observando si subían a comer cuando se repartía la comida o si las aletas aparecían con marcas blancas (señal de desgaste). En las últimas décadas, los científicos trabajan con los piscicultores desarrollando indicadores de bienestar animal, aplicados a nivel de granja. Estas investigaciones ayudan a los piscicultores a definir parámetros más exactos e incluso muestrean a los peces para prevenir problemas antes de que ocurran. Es lo que se conoce como “indicadores operativos de bienestar animal” y son medidas que pueden llevarse a cabo a nivel comercial en empresas de acuicultura. Se basan en la ciencia, usando la experiencia de la investigación aplicada de la industria, y ayudan a los piscicultores a tomar decisiones diarias, en beneficio de los peces. 

Tras muchos años de trabajo, tanto a nivel nacional como internacional, varios grupos de investigadores y productores han empezado a publicar manuales sobre indicadores operativos de bienestar animal en peces. La idea es proveer una “caja de herramientas” con los mejores indicadores y dónde y cómo medirlos. A posteriori se desarrollan protocolos, estándares o certificaciones de bienestar. Estos manuales contienen tres partes principales: una explicación de la ciencia y teoría detrás de las medidas, su aplicación en diferentes sistemas de producción (viveros, sistemas de recirculación) y en el manejo durante la clasificación o el pre-sacrificio. 

Estos indicadores pueden agruparse en dos categorías: indicadores del entorno (calidad de agua) e indicadores de los animales (comportamiento, apariencia externa). El nivel de oxígeno disuelto o la salinidad del agua serían indicadores operativos del entorno mientras que la actividad de los peces en la superficie (comportamiento) o la pérdida de escamas serían indicadores operativos de los animales. En los manuales de salmónidos, por ejemplo, hay más de 15 indicadores operativos del entorno y 30 indicadores para los peces. 

También las organizaciones gubernamentales y ONG´s como la Organización Mundial de la Salud Animal (OIE) o el Aquaculture Stewardship Council se han implicado en “los intereses de los peces”. Fue en 1995 cuando la OIE publicó por primera vez el Código de Salud Animal Acuático, con recomendaciones para el cuidado del bienestar de los peces, tanto en la granja, en el transporte o en el sacrificio. Más recientemente ha sido el Aquaculture Stewarship Council quien ha promovido el bienestar animal de los peces como eje fundamental en la nueva versión de su certificación. 

A nivel nacional, no nos hemos quedado atrás. En noviembre de 2022 editamos la “Guía sobre el Bienestar de los Peces en la Acuicultura Española” (vol 1. Conceptos y generalidades) esperando publicar en los próximos meses más volúmenes especializados por especies.

Desde hace décadas, pero también con un fuerte empuje en los últimos años, productores y científicos trabajan para mejorar el bienestar de los peces. Claramente es rentable invertir en bienestar animal, más cuando la sociedad se va dando cuenta de sus beneficios, a medio y largo plazo. 

MORRIS VILLARROEL, Profesor CEIGRAM-UPM, Comité de Expertos de la Acuicultura Española