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ISM
ISM al día
La silueta blanca, con los logos de Sanidad Marítima y del ISM, del Esperanza del Mar y del Juan de la Cosa, se abre paso entre las olas y los pesqueros que faenan en el Atlántico y el Cantábrico. Ambos barcos navegan a diario allí donde se concentran nuestros pescadores para asistirles en caso de necesidad.
“La labor que desarrollan los buques sanitarios del Instituto Social de la Marina es de capital importancia, teniendo en cuenta que prestan asistencia médica a pie de obra, acompañando a las flotas pesqueras en los distintos caladeros en los que faena. La asistencia médica comprende consulta a bordo de los pesqueros, traslado de los pacientes de éstos al buque hospital y, cuando es necesario, llevarlos a puerto. Es una labor única en el mundo, que supone una eficacia importante en la solución de problemas sanitarios, así como la confianza, tranquilidad y satisfacción que representa para las familias de los marineros saber que están atendidos en todo momento durante sus campañas. Es un orgullo constatar la satisfacción del sector por el trabajo que realizan el Esperanza del Mar y el Juan de la Cosa”, asegura José Mª Pérez Toribio, subdirector general del área de Acción Social Marítima de quien depende la gestión de los buques.
El Esperanza del Mar opera desde el 14 de abril de 1982 en la costa occidental de África, al sur de las islas Canarias, y entre las islas Azores y el Golfo de Vizcaya, en diferentes caladeros en función de la concentración de pesqueros. Con base en el puerto de Las Palmas, desde junio de 2019 también navega por el Atlántico Norte. Por su parte, el Juan de la Cosa, que tiene su base en Santander, viene operando desde el 20 de julio de 2006 en el Atlántico Norte y entre las islas Azores y el Golfo de Vizcaya, dependiendo de la evolución de las campañas pesqueras.
HOSPITALES FLOTANTES
Más allá de barcos asistenciales, los buques del ISM son verdaderos hospitales flotantes. El diseño de sus instalaciones poco hace pensar que estamos en un barco y sí en cambio ante un centro hospitalario.
En ambos buques, la zona sanitaria se sitúa en la primera cubierta con acceso a un helipuerto, donde pueden aterrizar y despegar helicópteros para evacuar enfermos a tierra. También se localizan aquí las embarcaciones de rescate rápido utilizadas por el personal sanitario para desplazarse a los barcos con algún enfermo o accidentado, así como la tripulación especializada en trabajos de reparaciones.
Lo primero que encontramos al acceder a los buques por esta zona es una sala de triaje donde se califica al enfermo según sus necesidades. Aquí se le toman las constantes vitales, valorándose su estado general. Los equipos sanitarios están formados por médicos, enfermeros y marineros sanitarios, que son técnicos en emergencias sanitarias. Dependiendo del caso, el paciente puede ser derivado a la sala de curas o se decide su ingreso para hacerle pruebas. Los buques cuentan con laboratorio propio, equipos de rayos X y quirófanos desde donde se puede consultar, vía telemática, a los especialistas del Hospital General de la Defensa Gómez Ulla de Madrid. Los barcos cuentan con una farmacia a bordo con distintos tipos de medicamentos.
Los camarotes de esta planta son como las habitaciones de cualquier hospital. Las hay con dos camas y ducha y también individuales que se utilizan en casos de aislamiento o cuidados intensivos. “Mayoritariamente curamos heridas producidas por anzuelos que se clavan en manos, piernas u otras partes del cuerpo, pero también lesiones y enfermedades”, dice Mercedes Parte, marinera sanitaria del Juan de la Cosa. Para esta profesional, la labor que realizan es muy satisfactoria. “A menudo, cuando un marinero llega al barco está desorientado y con miedo. Sin embargo, cuando nos ve el uniforme sanitario, observa las instalaciones y toma una bebida caliente, se tranquiliza al sentir que está en buenas manos”, dice.
Un compañero del equipo médico insiste en que “no solo hacemos curas o intervenciones. También desarrollamos una labor preventiva importante. A menudo, los pescadores nos llaman para consultarnos porque llevamos muchos años navegando a su lado y ya nos conocen”.
Por motivos de seguridad e higiene, los residuos generados en esta cubierta, así como la lencería de baño y cama de esta zona se distinguen de las de otras partes del barco, tratándose por separado.
VIDA A BORDO
Las especiales condiciones de vida a bordo hacen que los miembros de las tripulaciones se sientan como familia. A algunos les cuesta pensar incluso en la jubilación y en la vida que les espera en tierra ya que en el barco pasan mucho tiempo juntos y las largas jornadas en el mar son momentos de unión y confidencias.
El Esperanza del Mar y el Juan de la Cosa acompañan a nuestra flota las 24 horas de todos los días del año. Los pescadores no pueden estar sin la presencia de al menos uno de los dos barcos en el mar. Sus tripulaciones rotan aproximadamente cada 30 días, permaneciendo tres en los puertos base para hacer aprovisionamiento de víveres, gasoil y hacer reparaciones.
Aprovechando una de esas intermareas visitamos en Santander el Juan de la Cosa. El capitán Luis Gonzaga León explica que la distribución en el mar se rige por categorías. Así, “en la cubierta de oficiales viven el capitán, primer oficial de cubierta y fonda, el jefe médico y el segundo oficial de puente. Por razones de control de tráfico marítimo, sus camarotes se sitúan a estribor mientras que a babor están las dependencias del jefe de máquinas, el primer y segundo oficial de máquinas, el tercer oficial de puente y el segundo médico. En el costado de estribor de la cubierta superior se encuentran los camarotes del contramaestre, primer cocinero, calderetero, electricista y buceador de primera. Al otro lado, los de marineros buceadores, marineros, engrasadores y camareros, más varias estancias para alumnos en prácticas o náufragos. Los pacientes, enfermeros y marineros sanitarios tienen su propia cubierta. En todas hay salas de estar y comedor. Para uso común, los barcos cuentan con una zona de lectura y un gimnasio”, dice.
En el mar, los horarios son estrictos con 30 minutos para desayunar, a las 7:30 de la mañana, una hora para comer, a las 12, y otra para cenar a las 6 de la tarde, respetándose en todo momento los tiempos de trabajo y de ocio.
En Vigo, también visitamos el Esperanza del Mar, su capitán Jesús Manuel Alzola comenta que, cuando hay una emergencia, los capitanes deciden la forma de actuar ante una evacuación. “No solo la flota pesquera se beneficia de nuestra labor asistencial. Atendemos a cualquier navegante que necesite ayuda en el mar”, asegura.