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Aplicar una tira apretada, con el objetivo de controlar la salida de sangre de una herida, era una práctica habitual desde el siglo II después de Cristo. Posteriormente se utilizó una goma elástica que comprimía la zona proximal (parte de brazos o piernas más cercana al tronco) y más gruesa de la extremidad herida. Con el paso del tiempo, se le añadió una barra rígida que funcionaba como un tornillo llamado “cabestrante español”. La introducción del manguito inflable con efecto compresivo y regulable mejoró en gran medida el control de las pérdidas de sangre.
Los torniquetes fueron y son en la actualidad de uso habitual en cirugías intrahospitalarias, especialmente en las intervenciones de extremidades. Su aplicación controla las hemorragias durante el acto quirúrgico y permiten una mejor visión anatómica del área en que se va a realizar la operación, logrando así mayor rapidez y efectividad en el proceder quirúrgico.
La aplicación de este dispositivo ha sido objeto de discrepancias en el mundo científico, ya que después de su aplicación los pacientes pueden referir un dolor atroz. El llamado síndrome post torniquete también se puede manifiestar con debilidad, parestesias, palidez y rigidez de la zona privada de sangre.
Otras complicaciones son el síndrome compartimental que afecta a músculos y nervios y la producción de sustancias ácidas que pueden pasar al sistema sanguíneo y dar lugar a modificaciones importantes del Ph. De igual manera el movimiento de trombos provocados por el torniquete puede ir a la circulación general y llegar a órganos tan sensibles como los pulmones.
Aunque existen diferentes criterios con relación al tiempo que debe mantenerse colocado un torniquete y cuándo debe aflojarse la presión de este, la mayoría de los autores coinciden en definir aproximadamente una hora, como tiempo prudencial para mantener obstruida la circulación de una zona del cuerpo. Sin embargo, en ocasiones, en los accidentes que se producen en el mar, alejado de la costa o de los buques sanitarios, este tiempo necesariamente se incrementa.
En situaciones donde hay varios heridos muy graves, en victimas que han sufrido aplastamientos o en el caso de un accidentado con lesiones múltiples que precisa actuaciones prioritarias en tórax o abdomen, el uso del torniquete es vital. En la actualidad se aconseja el torniquete como primera medida en hemorragias que comprometan la vida.
Con relación a los torniquetes es bueno saber que:
• El diseño de este es muy importante, mientras más amplia sea la banda, con bordes más redondos y de más fácil manejo, será menos agresivo. El uso de cintos o ligaduras para el abordaje venoso pueden lesionar el tejido sano complicando la situación aún más. Solo deben usarse en condiciones extremas.
• La zona de aplicación es en la parte sana de la extremidad, sobre un hueso único y grande como son el fémur o el húmero.
• La tensión con que se aplica y el tiempo de uso debe ser el menor posible para lograr parar la hemorragia. Estos factores permitirán que sean mínimos los efectos adversos que pueden surgir como consecuencia de su uso.
• Es muy importante informar que un herido es portador de un torniquete. Se debe señalizar convenientemente al enfermo, ya sea con etiquetas o escribiendo en su propia piel, por ejemplo, en la frente la hora en que se le aplicó.
• Nunca cubrir la zona de aplicación del torniquete con colchas o mantas que puedan hacer que pase inadvertido.
• Estos enfermos deben ser trasladados de forma prioritaria.
• Aflojar un torniquete debe ser una maniobra cuidadosa. Sin la posibilidad de aplicar un vendaje compresivo como es el caso del vendaje tipo israelí, se puede complicar el estado de la víctima.
Queda pendiente para la ciencia la creación de torniquetes inteligentes, que permitan a la vez que controlan el sangrado, minimizar los efectos adversos que provoca su uso.
Los botiquines preceptivos para las embarcaciones de los trabajadores del mar cuentan con un torniquete tipo militar de liberación rápida para brazos y piernas.