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Aprender a convivir con el dolor neuropático Observadores científicos El “Temporal de la Candelera” Incendio Buques "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra" Vida más allá del trabajo - Revista Mar
El dolor neuropático es una condición debilitante que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por ser crónico y a diferencia del dolor nociceptivo, que es una respuesta normal del cuerpo a un estímulo dañino, el dolor neuropático resulta de un funcionamiento anormal del sistema nervioso que comienza a interpretar estímulos sensoriales (de temperatura, tacto, etc.) como si fueran sensaciones muy dolorosas.
Según las Organización Mundial de la Salud, se estima que entre el 7 y el 10% de la población mundial sufre de dolor neuropático en algún momento de su vida. No obstante, las cifras pueden variar según la región y la causa subyacente del dolor.
Las causas del dolor neuropático son diversas y pueden incluir lesiones físicas (radiculopatías, atrapamientos de nervios periféricos como en el caso del túnel carpiano), enfermedades (diabetes, cáncer, accidentes cardiovasculares o ictus cerebral) infecciones (herpes o sida) exposición a toxinas o determinados medicamentos, cirugías (toracotomías, mastectomías, hernioplastias), enfermedades autoinmunes e incluso factores genéticos. En otras ocasiones su origen no es tan claro, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento.
Independientemente de la causa, el resultado es una alteración en la forma en que el sistema nervioso percibe y procesa las señales de dolor que puede persistir incluso después de que la lesión original haya sanado.
Los síntomas varían dependiendo de la causa y la ubicación del daño nervioso, pero comúnmente incluyen sensaciones de ardor o quemazón, punzadas, hormigueo como de una descarga eléctrica, entumecimiento, acorchamiento, hipersensibilidad al tacto o al frío y dolor espontáneo que puede ser constante o intermitente.
La aparición de dolor de gran intensidad o ante el menor roce sugiere la afectación de los circuitos neuronales de la médula espinal, que predice una mayor dificultad en el tratamiento y control del dolor. Estos síntomas pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes, limitando su capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas y causando trastornos del sueño, ansiedad y depresión.
El diagnóstico del dolor neuropático puede ser un desafío, ya que no existen pruebas definitivas para confirmarlo. Generalmente se recurre a la historia clínica del paciente, exámenes neurológicos, pruebas de diagnóstico por imagen como resonancias magnéticas o electromiografías, y a veces a pruebas de laboratorio para descartar otras condiciones.
TRATAMIENTO Y MANEJO
El tratamiento del dolor neuropático suele ser multifacético y puede incluir una combinación de medicamentos, terapias físicas, procedimientos intervencionistas y terapias complementarias. Los medicamentos utilizados incluyen antidepresivos tricíclicos, anticonvulsivos, opioides, anestésicos locales y cremas tópicas. Estos medicamentos pueden ayudar a controlar el dolor al modular la actividad nerviosa y los neurotransmisores involucrados en la transmisión del dolor.
Además de los medicamentos, la fisioterapia, la terapia ocupacional y la terapia cognitivo-conductual pueden ser beneficiosas para mejorar la funcionalidad y la calidad de vida de estos pacientes.
En general el dolor neuropático es continuo, pero suele percibirse con más intensidad cuanto menos activos estamos, así que, dentro de nuestras posibilidades, es aconsejable realizar ejercicio físico con supervisión del médico rehabilitador o del fisioterapeuta.
Los procedimientos intervencionistas, como las inyecciones de bloqueo nervioso o la estimulación eléctrica, también pueden ser considerados en casos resistentes al tratamiento convencional.
Los principales desafíos en el manejo del dolor neuropático incluyen la variabilidad en la respuesta al tratamiento entre pacientes, los efectos secundarios de los medicamentos, el riesgo de abuso y dependencia de los opioides, y la falta de acceso a especialistas en dolor en algunas regiones.
Además, el dolor neuropático puede tener un impacto emocional y social profundo en los pacientes, lo que requiere un enfoque integral que aborde no solo el dolor físico, sino también los aspectos psicológicos y sociales de la enfermedad.
Las investigaciones en curso se centran en identificar biomarcadores para predecir la respuesta al tratamiento, desarrollar terapias dirigidas a los mecanismos subyacentes específicos del dolor y explorar terapias no farmacológicas como la estimulación cerebral profunda y la terapia génica.