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Un soleado domingo de septiembre de 1924 en el pueblo de Cambados, en las Rias Baixas gallegas, se inauguraba una escuela especial y exclusiva para los desfavorecidos hijos de los marineros locales. Esta iniciativa privada, impulsada por los pósitos de pescadores -o cofradías como se les llama en la actualidad- constituyó un acto de revolución educativa que se extendió, ya con carácter público, por más de 50 años bajo el auspicio del ISM.
Las escuelas de los pósitos, nacidas en 1917 como parte de un emergente movimiento asociativo de pescadores y armadores, fueron escuelas de enseñanza primaria que se complementaron con asignaturas relacionadas con el mar y las artes de pesca. Hasta su nacionalización en 1927 funcionaron como instituciones privadas, dependientes de cada pósito, pero coordinadas y subvencionadas desde la Caja Central de Crédito Marítimo (CCCM); y a partir de 1930, por el Instituto Social de la Marina, responsable del servicio asistencial, educativo y cultural de los trabajadores del mar.
Crear una escuela en cada pósito y en cada pósito una “casa del pescador” fue un empeño personal del marino y sociólogo Alfredo Saralegui y Casellas (primer secretario general del ISM) que impulsó a través de todo el litoral español la creación de estas asociaciones cooperativas de obreros marítimos. Con las primeras, Saralegui se enfrentaba directamente al analfabetismo, que rondaba tasas superiores al 50% en el sector pesquero, y apostaba por un futuro de oportunidades para los hijos de la “clase pescadora”; con las segundas, pretendía combatir el alcoholismo que consideraba una lacra moral con origen en aquellas duras faenas en el mar, marcadas por el aislamiento y el peligro.
Elevar el nivel de instrucción de las nuevas generaciones e instaurar la formación profesional de las gentes del mar, fueron ejes fundamentales del pensamiento político de Saralegui. Con el apoyo de Gumersindo de Azcárate del Instituto de Reformas Sociales y Odón de Buen, entonces director del Instituto Español de Oceanografía, el proyecto educativo de Saralegui alcanzó en el primer tercio del siglo XX un éxito sin precedentes. En cifras globales, llegaron a existir entre 150 y 165 escuelas de los pósitos – según varios autores- que atendieron a más de 9.000 alumnos.
Bajo la tutela del Estado, las escuelas de los pósitos tomaron el nombre de Escuelas de Orientación Marítimo Pesquera (EOMP). Estos nuevos centros de enseñanza, de carácter nacional, consolidaron y complementaron los programas educativos de los originarios pósitos y dieron continuidad a su extraordinario aporte a una educación moderna.
Santos Santiago, Gumersindo y José Benito Abal, alumnos de la escuela del Pósito de Cambados. @ As escolas dos pósitos, 2025.PUPITRES Y RADIO
Como recoge el libro “As escolas dos pósitos” de Antonio Magariños Compaired y Carmen Casal Fornos, las escuelas de los pósitos nacieron con voluntad reformista. En particular, la escuela de Cambados se inauguró con pupitres bipersonales para mejorar la concentración en clase y la ergonomía en las espaldas de los pupilos, toda una novedad para un tiempo de alumnos amontonados en bancos corridos.
Pero más allá de la elección del mobiliario, la escuela para los hijos (varones) de los pescadores de Cambados, incorporó elementos pedagógicos muy pioneros: la utilización de una biblioteca escolar circulante para fomentar el hábito de la lectura -dentro y fuera del colegio- y el uso de un receptor de radio en la escuela como medio didáctico, como demuestra una noticia de prensa y una factura de 18 pesetas para el arreglo del aparato. Objetos docentes inhabituales en las aulas de la época, teniendo en cuenta que, por ejemplo, hacía pocos años de las primeras emisiones radiofónicas en España.
El fomento de excursiones y actividades extraescolares fue otro elemento nuevo. Una publicación de la época destaca el acuerdo del maestro del Pósito de Cambados con el empresario del Cine Novedades, el señor Mouriño, para que cinco niños tuvieran entrada gratuita al cine los jueves -en la tarde de descanso-, como premio por su esfuerzo en los estudios.
ESCUELA NUEVA
La escuela nueva, llamada también escuela activa, fue un modelo formativo nacido a finales del siglo XIX basado en la participación del alumno y en el aprendizaje a través de la observación y la experimentación. Esta doctrina pedagógica fue adoptada por las escuelas de los pósitos, y por extensión en las Escuelas de Orientación Marítimo Pesquera, que expresaron su voluntad de innovación en modelos de aprendizaje como los museos pedagógicos. Estos museos, también llamados escolares o infantiles, reunían una serie de materiales educativos, láminas creadas por los propios alumnos y objetos didácticos que reforzaban los conocimientos aprendidos en los libros.
Otra forma de aprendizaje activo lo constituyeron los Pósitos y Mutualidades infantiles, un hecho realmente sin precedentes en el sistema educativo europeo de la época y que aún resulta poco conocido. Bajo la dirección de un tutor, los miembros del pósito infantil hacían prácticas docentes actuando como entidades similares a la de los pósitos mayores, con las mismas reglas de funcionamiento, cargos directivos elegidos entre los alumnos y gestión de las prestaciones sociales. Era un “aprender haciendo” sobre la estructura de los pósitos y los principios del cooperativismo. En 1927 la revista España Marítima recogía en un informe la existencia de 32 Pósitos infantiles -que llegaron hasta 50- y 20 Mutualidades escolares.
Estas iniciativas docentes eran bienvenidas por la CCCM (posteriormente ISM) que estableció subvenciones de un máximo de 3.000 pesetas anuales para sostener la enseñanza general y profesional en los pósitos, con la condición de una asistencia mínima de diez alumnos, y 1.000 pesetas como financiación aparte para los museos escolares.
EL HIJO DEL MAESTRO
Hijo del primer maestro de la escuela del Pósito de Cambados y nieto de Antonio Magariños Pastoriza, un renovador de la educación cuyo nombre lleva el CEP de la localidad, Antonio Magariños Compaired nos desvela la clave del éxito de aquel modelo de enseñanza:
“El gran triunfo de las escuelas de los pósitos es que pusieron al frente de ellas a profesionales de verdad. Los maestros, llamados al inicio instructores, tenían un buen nivel de preparación y en algunas zonas estaban mejor remunerados que los del Estado porque recibían gratificaciones.
El maestro del pósito era algo más que un maestro. En una época en la que pocos sabían leer y llevar cuentas, el maestro era el que hacía las actas del pósito, los informes económicos, la gerencia. Mi padre firmaba como ‘asesor del pósito’.
Cuando las escuelas se integraron en el sistema educativo nacional a los maestros se les exigió que, además de estar graduados de primera enseñanza, debían pasar un proceso selectivo específico, a través de un curso en el que recibían formación marítimo pesquera. Un hecho muy novedoso, porque técnicos y jefes de ministerios les explicaban qué era aquello del cooperativismo y la economía social, dos términos que ahora son de total actualidad.”
La escuela del Pósito de Cambados con un recorrido educativo de más de 50 años, hasta su integración en el primer colegio de enseñanza graduada mixto, se conserva en el imaginario popular de esta localidad con agradecimiento a sus maestros y promotores.
LA LABOR EDUCATIVA DEL ISM: EDICIONES ESPECIALES
Las Escuelas de Orientación Marítimo Pesquera (EOMP), herederas de las primeras escuelas de pósitos de pescadores, llegaron a funcionar como una red interconectada con objetivos y prácticas educativas comunes.
En el plan de estudios y enseñanzas especiales se incluía: biología y geografía marina; historia de la Marina española, navegaciones y descubrimientos; conocimientos sobre las costas en las que se faenaba, sobre las corrientes y los vientos, la clasificación de nubes y marejadas y las previsiones del tiempo; nociones de navegación, uso de aparatos de orientación en el mar; primeros auxilios para heridos o ahogados, medicamentos que debían llevar los barcos de pesca, entre otras materias.
En particular, los manuales de enseñanzas técnicas y profesionales editados por el ISM -bajo la dirección de Alfredo Saralegui- contribuyeron a consolidar la idea de un proyecto integrador y colaborativo dentro de los círculos pedagógicos. Estos materiales docentes se convirtieron en obras de referencia tanto para profesores como para alumnos de las escuelas. La CCCM y el ISM convocaron concursos para conseguir ediciones cuya modernidad merece ser recordada dentro de nuestra historia educativa.