Esofagitis eosinofílica
ISM
Sanidad marítima
La esofagitis eosinofílica es un trastorno identificado en la década de los 90 cuya frecuencia ha ido aumentado en los últimos años, hasta convertirse en la segunda causa de disfunción del esófago, y la primera de disfagia (dificultad para tragar) e impactación alimentaria (sensación de que los alimentos quedan atrapados en el esófago) en niños y adultos jóvenes.
La esofagitis eosinofílica es una enfermedad crónica inflamatoria del esófago (conducto muscular que conecta la garganta con el estómago) que se caracteriza por la acumulación anormal de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco, en la mucosa del esófago. Los eosinófilos son células del sistema inmunológico que suelen estar presentes en cantidades bajas en el esófago, pero en la esofagitis eosinofílica, su presencia se incrementa de forma significativa.
La causa exacta de la esofagitis eosinofílica aún no se comprende completamente, pero se cree que está relacionada con respuestas alérgicas y factores genéticos. Se ha observado que ciertos alimentos, alergias alimentarias, y factores ambientales pueden desencadenar la enfermedad. Además, se ha comprobado una mayor incidencia de esta condición en personas con antecedentes de enfermedades alérgicas como el asma, la rinitis alérgica y la dermatitis atópica o con otros trastornos como el reflujo gastroesofágico (paso del contenido del estómago hacia el esófago) e infecciones parasitarias.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Los síntomas de la esofagitis eosinofílica pueden variar de una persona a otra, pero los más comunes incluyen dificultad para tragar, dolor o malestar en el pecho, acidez estomacal persistente que no responde a los fármacos antiácidos, náuseas y vómitos. En los niños pequeños, estos síntomas pueden manifestarse como problemas para alimentarse, rechazo de alimentos o problemas de crecimiento. En algunos casos, la esofagitis eosinofílica puede causar estrechamiento del esófago, lo que dificulta aún más la deglución.
Se debe descartar esta patología en pacientes que refieren disfagia y episodios ocasionales de impactación de los alimentos. Además del cuadro clínico, el diagnóstico se realiza por la obtención de biopsias de esófago que muestren cambios compatibles, teniendo que excluir otros trastornos de características similares. En las biopsias se toman muestras de tejido del esófago para su análisis microscópico. En esta enfermedad se observa la presencia de un número elevado de eosinófilos en la mucosa. Además, se pueden realizar pruebas alérgicas y de sensibilidad alimentaria para identificar posibles desencadenantes.
Una vez diagnosticada, el tratamiento de la esofagitis eosinofílica se centra en aliviar los síntomas y prevenir el daño esofágico a largo plazo. Se pueden utilizar medicamentos para reducir la inflamación, como los corticosteroides tópicos, que se administran directamente en el esófago a través de inhaladores o aerosoles. En algunos casos, se pueden utilizar corticosteroides sistémicos si los síntomas son más graves.
Alimentos potencialmente problemáticos que pueden causar alergias o sensibilidad alimentaria
CAMBIOS EN LA DIETA
Además de los medicamentos, es importante llevar a cabo cambios en la dieta. Se pueden eliminar los alimentos desencadenantes identificados mediante pruebas alérgicas o sensibilidad alimentaria. En algunos casos, se puede requerir una dieta de eliminación en la cual se excluyen grupos de alimentos potencialmente problemáticos, como los lácteos.
Una alternativa más asequible es realizar una dieta de eliminación empírica de los alimentos que se han determinado como más alergénicos, a la que se describe como «dieta de eliminación de los 6 alimentos» (leche de vaca, soja, huevo, trigo, cacahuete y productos marinos), asociándose a mejoría de los síntomas, lo cual a su vez ayuda a identificar los alimentos desencadenantes.
En casos más graves, cuando la inflamación ha provocado un estrechamiento del esófago, puede ser necesaria una terapia de dilatación. Esta consiste en ensanchar el esófago mediante un endoscopio equipado con un balón especial.
Aunque es una patología crónica no parece limitar la esperanza de vida ni se ha reportado su asociación con procesos malignos esofágicos, aunque los períodos de seguimiento no han sido prolongados por lo que son necesarios mayores estudios.
La prevención incluye evitar alimentos desencadenantes conocidos y buscar asesoramiento médico en caso de síntomas persistentes.
Purificación Vega Guerra, Médico Sanidad Marítima