El mediterráneo al borde del colapso
18/09/2025

Medio Ambiente

Anabel Gutiérrez
Tortuga
El Mediterráneo ya no es solo un mar en peligro: es un espejo del futuro climático del planeta. Un metaanálisis internacional, publicado en Scientific Reports, advierte que el colapso ecológico de esta región es un riesgo real. La investigación sintetiza 131 estudios y revela impactos alarmantes en biodiversidad, hábitats costeros y equilibrio oceánico.

El Mediterráneo se ha convertido en un laboratorio natural para observar los efectos del cambio climático. Un metaanálisis que sintetiza más de un centenar de investigaciones, dirigido por el Centro Geomar Helmholtz para la Investigación Oceánica de Kiel (Alemania) y publicado en Scientific Reports en julio pasado, advierte que el colapso del mar Mediterráneo ya no es una hipótesis lejana, sino un riesgo tangible y presente. 

EVALUACIÓN DEL RIESGO

El estudio, basado en 131 investigaciones científicas, adopta el enfoque de escenarios del IPCC -el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático- una organización científica internacional que evalúa los riesgos del calentamiento global. El IPCC propone distintos escenarios futuros según el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, conocidos como RCP (Trayectorias Representativas de Concentración). Estos van desde un escenario optimista con fuertes medidas de mitigación (RCP 2.6), hasta uno pesimista sin reducción significativa de emisiones (RCP 8.5). Cada escenario permite estimar cómo cambiarán la temperatura del agua, el nivel del mar, la acidificación y otros factores clave, y así evaluar los riesgos para los ecosistemas mediterráneos.

Entre 1982 y 2019, la temperatura superficial del mar Mediterráneo aumentó 1,3° C, más del doble que el promedio global. Bajo un escenario de emisiones moderadas (RCP 4.5), se prevé un calentamiento adicional de entre 0,6 y 1,3° C para 2050 y 2100. En el peor escenario (RCP 8.5), el incremento podría alcanzar entre 2,7 y 3,8 °C, con consecuencias devastadoras para la biodiversidad.

SIGNOS DE ESTRÉS

Los ecosistemas marinos ya muestran signos de estrés. Las praderas de posidonia oceánica, fundamentales para la salud del litoral, podrían desaparecer completamente antes de 2100. Las algas como cystoseira también están en declive, mientras especies invasoras como el alga caulerpa o el pez león ganan terreno. Los bancos de peces podrían reducirse entre un 30 y un 40%, desplazándose hacia el norte y alterando las cadenas alimenticias.

Los corales, aunque más resilientes por su larga historia evolutiva, no están exentos de peligro. Se enfrentan a riesgos moderados a altos a partir de +3,1°C. En cuanto a mamíferos marinos y tortugas, los datos son escasos, pero se anticipan cambios en sus rutas migratorias, zonas de alimentación y metabolismo energético.

Las zonas costeras son especialmente vulnerables. El aumento del nivel del mar, que podría alcanzar hasta 110 cm a finales de siglo, amenaza playas, dunas, humedales, deltas y acuíferos. Más del 60% de los lugares de anidación de tortugas marinas podrían perderse. Incluso con un calentamiento adicional de +0,8 °C, se prevén daños significativos en estos hábitats, incluyendo erosión, pérdida de especies vegetales clave y expansión de especies invasoras.

OLAS DE CALOR MARINAS

El estudio también advierte sobre la intensificación de las olas de calor marinas, la estratificación térmica del océano -que limita la mezcla vertical y reduce el oxígeno en profundidad-, y la acidificación acelerada. En algunas zonas, el pH podría descender hasta 0,462 unidades por debajo de los niveles preindustriales, un 50% más que el promedio global.

Además de los factores climáticos, los ecosistemas mediterráneos enfrentan presiones antropogénicas como la sobrepesca, la contaminación y la urbanización costera. La combinación de estos estresores podría superar la capacidad de adaptación de muchas especies, provocando colapsos ecológicos y pérdida de servicios ecosistémicos esenciales, como la protección costera y la seguridad alimentaria.

Los autores subrayan que cada décima de grado cuenta. “Las decisiones políticas que se tomen ahora determinarán si los ecosistemas mediterráneos colapsan o siguen funcionando”, afirma Abed El Rahman Hassoun, del Centro Nacional de Ciencias del Mar, Consejo Nacional de Investigación Científica del Líbano. Meryem Mojtahid añade: “Incluso con medidas moderadas de protección climática, debemos prepararnos para impactos inevitables. La clave está en minimizar los daños”. Mojtahib procede del Laboratorio de Planetología y Geociencias (LPG), un centro de investigación con múltiples sedes que forma parte del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica de Francia), y está bajo la tutela conjunta de varias universidades francesas, entre ellas la Universidad de Angers, la Universidad de Nantes y la Universidad de Le Mans.

INVESTIGACIÓN DEFICIENTE

Una de las alertas más inquietantes del estudio no proviene de lo que se ha descubierto, sino de lo que aún permanece en la sombra. La investigación científica sobre el Mediterráneo presenta un marcado desequilibrio geográfico: mientras que España, Francia e Italia concentran la mayoría de los estudios, las costas del norte de África y del este, en Oriente Medio, siguen siendo zonas prácticamente inexploradas por la ciencia. Esta falta de datos impide comprender plenamente cómo el cambio climático afecta a toda la cuenca mediterránea, y limita la capacidad de diseñar estrategias de protección eficaces para los ecosistemas más vulnerables. 

Leer más contenidos en el número 659 de la revista Mar del mes de octubre
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