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Y la desconocida historia de los balleneros vascos en Terranova
Selma Huxley
29/08/2024
Más Mar
Historia
Laura Alonso (*)
Selma Huxley, también conocida como Selma Barkham o Selma Barkham Huxley (Londres, 8 de marzo de 1927 – Chichester, 4 de mayo de 2020) pertenecía a una conocida familia de intelectuales y científicos, con lazos cercanos a Darwin. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Selma estudió en las universidades de París y Londres y, en 1950, viajó a Canadá por motivos familiares. Se asentó en Montreal, y fue profesora y bibliotecaria del Instituto Ártico de Norteamérica de la Universidad McGill. En 1953, conoció a un joven arquitecto inglés, Brian Barkham, con quien se casaría en 1954. Brian mantenía una estrecha relación con el País Vasco: los caseríos habían sido el tema de su tesis unos años atrás. En un viaje de la pareja a la región en 1956 un amigo, el sacerdote Pío Montoya Arizmendi, les habló de la antigua presencia vasca en las costas canadienses. Aquella historia resultaría decisiva en la vida de Selma.
EXPEDICIONES VASCAS
En 1964, Brian murió y Selma se quedó viuda con cuatro niños menores de diez años a su cargo. Comenzó a trabajar para el Gobierno de Canadá en el estudio y restauración de emplazamientos de interés histórico, prestando especial atención a los visitantes europeos arribados a sus costas siglos atrás.
Propuso un proyecto para investigar, en archivos de Francia y España, las expediciones vascas a Canadá en los siglos XVI y XVII. Viajó a México para aprender español y, en 1972, solicitó financiación del gobierno canadiense para iniciar su proyecto. Sin embargo, no recibió ayuda oficial alguna hasta haber publicado el primer artículo.
Tras llegar a Bilbao ese mismo año en un barco de carga con sus hijos, dio clases de inglés para ganarse la vida a la vez que estudiaba paleografía española en la Universidad de Deusto. Casi sin dinero, aunque contando con la financiación de un donante anónimo canadiense, inició la investigación y comenzó a visitar archivos. Selma contaba que, en sus primeras visitas de estudio a esos archivos, solo encontraba curas y monjas que, suponía, tenían tan pocos fondos como ella para investigar.
En 1973 se mudó a Oñati, sede del Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa, y siguió consultando documentos en archivos parroquiales, municipales, notariales… en Tolosa, Bilbao, Burgos, Sevilla o Lisboa. Esos registros albergaban miles de manuscritos de diversa naturaleza, incluyendo pólizas de seguros, cartas, contratos o listas de aparejos y suministros de los siglos XVI y XVII vinculados a la presencia vasca en Terranova.
A través de su estudio, descubrió que los arrantzales (“pescadores”, en euskera) no solo habían pescado bacalao en la costa atlántica canadiense, sino que también habían capturado ballenas a escala industrial en el siglo XVI. Estudió detalladamente estas pesquerías, desde su organización, escala y evolución (financiación, temporadas de pesca, rutas y destinos, barcos) hasta los aspectos de la vida diaria de los pescadores (trabajo, enfermedades, indumentaria y relaciones con las personas de los países que visitaban). Los balleneros frecuentaban una zona de Terranova llamada la Gran Bahía. Selma consiguió establecer que la Gran Bahía se correspondía con el actual Estrecho de Belle Isle, que separa Terranova de Labrador, y que los antiguos puertos balleneros estaban en la costa norte del Estrecho de Belle Isle y en la costa sur de Labrador.
INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL
Consiguió identificar esos puertos y sus nombres actuales. Así, por ejemplo, Gradun se convertía en el actual puerto de Middle Bay, Puerto Bretón se convertía en Carrol Cove, y Buttes, el más importante, estaba en Red Bay. Incluso encontró en los archivos tres documentos dictados por vascos que se consideran los más antiguos textos civiles escritos en Canadá: una venta de chalupas de 1572, y dos testamentos de 1577 y 1584.
Además, algunos de los manuscritos hallados en su investigación, hablaban del hundimiento de varias naves balleneras vascas del siglo XVI en la Gran Bahía, entre las que se encontraba la San Juan de Pasaia, naufragada en 1565 en Les Buttes, ahora Red Bay.
Para certificar su investigación documental, Selma buscó pruebas sobre el terreno que avalasen sus descubrimientos. Organizó una expedición en 1977 al sur de Labrador. Exploró varias localizaciones a lo largo de la costa y encontró restos arqueológicos, sobre todo en Red Bay: el trabajo de Selma había probado que en el siglo XVI ese pueblo de pescadores era una estación ballenera vasca, una de las más importantes de aquella costa al tratarse de una vía migratoria de ballenas.
EXPLORACIÓN SUBACUÁTICA
En 1978, un equipo de arqueólogos subacuáticos de Canadá, con los datos publicados por Selma, exploró Red Bay y Chateau Bay, y localizaron un pecio en cada uno de los puertos. Se trataba, de nuevo, de balleneros vascos del siglo XVI. En campañas posteriores, se hallaron más restos de esta índole en Terranova, entre los que se encontraban los de la mencionada nao ballenera San Juan, de Pasaia.
La San Juan se encontró a unos diez metros de profundidad y bajo una gruesa capa de piedras de lastre y sedimentos. La sorpresa fue mayúscula cuando se dieron cuenta de que la conservación del pecio era óptima a pesar de los siglos. Esto era debido a la baja temperatura del agua y a que gran parte de la estructura había estado cubierta por el fango.
La madera e incluso algunas de las sogas se conservaron de una manera excepcional, dando pie a una investigación ejemplar en el ámbito de la arqueología submarina. Se dedicaron casi 30 años a tratar y completar toda la información obtenida del trabajo de campo, desde los materiales de construcción a las herramientas utilizadas para trabajar la madera. Se hicieron maquetas y se consolidó y se expuso la chalupa que se encontró atrapada debajo del San Juan. El pecio sigue bajo el agua, protegido, monitorizado y en un entorno estable para su conservación.
Gracias a este trabajo, hoy el pecio de la nao San Juan es la imagen del programa Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO. En Red Bay, un museo hospeda varios de los pecios encontrados en el fondo de la bahía, restos de hornos para extraer grasas de ballena, herramientas, esqueletos humanos e incluso tejas vascas entre otros restos. Red Bay fue declarado Sitio Histórico Nacional de Canadá en 1979, y en junio de 2013 todo el conjunto arqueológico asociado fue declarado Patrimonio de la Humanidad. En 1981 el Gobierno de Canadá otorgó a Selma la Orden de Canadá, su máximo galardón civil por haber hecho «una de las más brillantes contribuciones, en años recientes, a la historia de esta nación». A su vez, recibió el premio Lagun Onari (Buen Amigo) del Gobierno Vasco en 2014 por su trabajo para sacar a la luz “importantes páginas de la historia de Canadá y Euskal Herria”, y el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española en 2018.
Estuvo 20 años viviendo e investigando en Oñati, entre 1973 y 1992. Durante ese período, la investigadora se acercó a diferentes estudios que fueron realizados en el Archivo de Protocolos Históricos de Gipuzkoa. Dio a conocer un capítulo de la historia de Euskal Herria y Canadá que hasta entonces estaba en la sombra, y que ayudó a entender por qué durante siglos el Atlántico Norte se consideró el “mar de los vascos”.
Su hijo, Michael Barkham, nacido en 1959 en Canadá, defendió su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge con el título Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic fishing in Spanish Basque portos, 1560-1630: a case study of Mutriku and Zumaya, y se especializó en la historia marítima del País Vasco y de Canadá y la presencia de balleneros y bacaladeros vascos en Terranova siguiendo los pasos de su madre.
Julián de Zulueta, reconocido médico español perteneciente a la Society for Nautical Research, publicó un artículo en su revista del año 2000 que reconocía que “Las investigaciones más importantes de las pesquerías vascas y caza de ballenas son de Selma Huxley Barkham comenzadas en 1972. Su investigación en los archivos (…) y su trabajo de campo (…) han sido decisivos para conocer la organización de las pesquerías y caza de ballenas vascas (…)”.
La alcaldesa, Izaro Elortza, quiso tener unas palabras de agradecimiento hacia la figura de Selma cuando se conoció la noticia de su fallecimiento. En redes sociales, hacía hincapié en la importancia de la figura de la investigadora: “El trabajo de investigación que Selma ha realizado todos estos años sirve para dejar una profunda huella en Oñati (…). En nuestro objetivo por seguir aprendiendo esperamos poder seguir el rastro que nos has dejado”.
Laura Alonso
Ingeniera Naval y Oceánica
R&D Project Manager en CT
Ingenieros y miembro de AMIT-Gal
Leer más en la revista Mar número 647
EXPEDICIONES VASCAS
En 1964, Brian murió y Selma se quedó viuda con cuatro niños menores de diez años a su cargo. Comenzó a trabajar para el Gobierno de Canadá en el estudio y restauración de emplazamientos de interés histórico, prestando especial atención a los visitantes europeos arribados a sus costas siglos atrás.
Propuso un proyecto para investigar, en archivos de Francia y España, las expediciones vascas a Canadá en los siglos XVI y XVII. Viajó a México para aprender español y, en 1972, solicitó financiación del gobierno canadiense para iniciar su proyecto. Sin embargo, no recibió ayuda oficial alguna hasta haber publicado el primer artículo.
Tras llegar a Bilbao ese mismo año en un barco de carga con sus hijos, dio clases de inglés para ganarse la vida a la vez que estudiaba paleografía española en la Universidad de Deusto. Casi sin dinero, aunque contando con la financiación de un donante anónimo canadiense, inició la investigación y comenzó a visitar archivos. Selma contaba que, en sus primeras visitas de estudio a esos archivos, solo encontraba curas y monjas que, suponía, tenían tan pocos fondos como ella para investigar.
En 1973 se mudó a Oñati, sede del Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa, y siguió consultando documentos en archivos parroquiales, municipales, notariales… en Tolosa, Bilbao, Burgos, Sevilla o Lisboa. Esos registros albergaban miles de manuscritos de diversa naturaleza, incluyendo pólizas de seguros, cartas, contratos o listas de aparejos y suministros de los siglos XVI y XVII vinculados a la presencia vasca en Terranova.
A través de su estudio, descubrió que los arrantzales (“pescadores”, en euskera) no solo habían pescado bacalao en la costa atlántica canadiense, sino que también habían capturado ballenas a escala industrial en el siglo XVI. Estudió detalladamente estas pesquerías, desde su organización, escala y evolución (financiación, temporadas de pesca, rutas y destinos, barcos) hasta los aspectos de la vida diaria de los pescadores (trabajo, enfermedades, indumentaria y relaciones con las personas de los países que visitaban). Los balleneros frecuentaban una zona de Terranova llamada la Gran Bahía. Selma consiguió establecer que la Gran Bahía se correspondía con el actual Estrecho de Belle Isle, que separa Terranova de Labrador, y que los antiguos puertos balleneros estaban en la costa norte del Estrecho de Belle Isle y en la costa sur de Labrador.
INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL
Consiguió identificar esos puertos y sus nombres actuales. Así, por ejemplo, Gradun se convertía en el actual puerto de Middle Bay, Puerto Bretón se convertía en Carrol Cove, y Buttes, el más importante, estaba en Red Bay. Incluso encontró en los archivos tres documentos dictados por vascos que se consideran los más antiguos textos civiles escritos en Canadá: una venta de chalupas de 1572, y dos testamentos de 1577 y 1584.
Además, algunos de los manuscritos hallados en su investigación, hablaban del hundimiento de varias naves balleneras vascas del siglo XVI en la Gran Bahía, entre las que se encontraba la San Juan de Pasaia, naufragada en 1565 en Les Buttes, ahora Red Bay.
Para certificar su investigación documental, Selma buscó pruebas sobre el terreno que avalasen sus descubrimientos. Organizó una expedición en 1977 al sur de Labrador. Exploró varias localizaciones a lo largo de la costa y encontró restos arqueológicos, sobre todo en Red Bay: el trabajo de Selma había probado que en el siglo XVI ese pueblo de pescadores era una estación ballenera vasca, una de las más importantes de aquella costa al tratarse de una vía migratoria de ballenas.
EXPLORACIÓN SUBACUÁTICA
En 1978, un equipo de arqueólogos subacuáticos de Canadá, con los datos publicados por Selma, exploró Red Bay y Chateau Bay, y localizaron un pecio en cada uno de los puertos. Se trataba, de nuevo, de balleneros vascos del siglo XVI. En campañas posteriores, se hallaron más restos de esta índole en Terranova, entre los que se encontraban los de la mencionada nao ballenera San Juan, de Pasaia.
La San Juan se encontró a unos diez metros de profundidad y bajo una gruesa capa de piedras de lastre y sedimentos. La sorpresa fue mayúscula cuando se dieron cuenta de que la conservación del pecio era óptima a pesar de los siglos. Esto era debido a la baja temperatura del agua y a que gran parte de la estructura había estado cubierta por el fango.
La madera e incluso algunas de las sogas se conservaron de una manera excepcional, dando pie a una investigación ejemplar en el ámbito de la arqueología submarina. Se dedicaron casi 30 años a tratar y completar toda la información obtenida del trabajo de campo, desde los materiales de construcción a las herramientas utilizadas para trabajar la madera. Se hicieron maquetas y se consolidó y se expuso la chalupa que se encontró atrapada debajo del San Juan. El pecio sigue bajo el agua, protegido, monitorizado y en un entorno estable para su conservación.
Gracias a este trabajo, hoy el pecio de la nao San Juan es la imagen del programa Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO. En Red Bay, un museo hospeda varios de los pecios encontrados en el fondo de la bahía, restos de hornos para extraer grasas de ballena, herramientas, esqueletos humanos e incluso tejas vascas entre otros restos. Red Bay fue declarado Sitio Histórico Nacional de Canadá en 1979, y en junio de 2013 todo el conjunto arqueológico asociado fue declarado Patrimonio de la Humanidad. En 1981 el Gobierno de Canadá otorgó a Selma la Orden de Canadá, su máximo galardón civil por haber hecho «una de las más brillantes contribuciones, en años recientes, a la historia de esta nación». A su vez, recibió el premio Lagun Onari (Buen Amigo) del Gobierno Vasco en 2014 por su trabajo para sacar a la luz “importantes páginas de la historia de Canadá y Euskal Herria”, y el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española en 2018.
Estuvo 20 años viviendo e investigando en Oñati, entre 1973 y 1992. Durante ese período, la investigadora se acercó a diferentes estudios que fueron realizados en el Archivo de Protocolos Históricos de Gipuzkoa. Dio a conocer un capítulo de la historia de Euskal Herria y Canadá que hasta entonces estaba en la sombra, y que ayudó a entender por qué durante siglos el Atlántico Norte se consideró el “mar de los vascos”.
Su hijo, Michael Barkham, nacido en 1959 en Canadá, defendió su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge con el título Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic fishing in Spanish Basque portos, 1560-1630: a case study of Mutriku and Zumaya, y se especializó en la historia marítima del País Vasco y de Canadá y la presencia de balleneros y bacaladeros vascos en Terranova siguiendo los pasos de su madre.
Julián de Zulueta, reconocido médico español perteneciente a la Society for Nautical Research, publicó un artículo en su revista del año 2000 que reconocía que “Las investigaciones más importantes de las pesquerías vascas y caza de ballenas son de Selma Huxley Barkham comenzadas en 1972. Su investigación en los archivos (…) y su trabajo de campo (…) han sido decisivos para conocer la organización de las pesquerías y caza de ballenas vascas (…)”.
La alcaldesa, Izaro Elortza, quiso tener unas palabras de agradecimiento hacia la figura de Selma cuando se conoció la noticia de su fallecimiento. En redes sociales, hacía hincapié en la importancia de la figura de la investigadora: “El trabajo de investigación que Selma ha realizado todos estos años sirve para dejar una profunda huella en Oñati (…). En nuestro objetivo por seguir aprendiendo esperamos poder seguir el rastro que nos has dejado”.
Laura Alonso
Ingeniera Naval y Oceánica
R&D Project Manager en CT
Ingenieros y miembro de AMIT-Gal
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