30 años del código de conducta para la pesca responsable
Manteniendo la promesa
28/10/2025

Pesca

Manuel Barange (*)
Un pescador lanza una red desde su barca
Manuel Barange, subdirector general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y director de la división de Pesca y Acuicultura de la organización, reflexiona sobre el Código de Conducta para la Pesca Responsable que la FAO adoptó en 1995 y que ha logrado establecer un marco global para la gestión pesquera sostenible y la conservación de los recursos acuáticos. Es el instrumento global más citado y difundido tras la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar.

El Código de Conducta para la Pesca Responsable cumple su 30º aniversario. Para una persona, eso significa adultez: lo suficientemente mayor para reflexionar, lo suficientemente joven para actuar. En el sector pesquero marca tres décadas de una responsabilidad colectiva de pescar, cultivar, comerciar y diseñar políticas, de manera que provean alimentos y medios de vida sin dejar que las generaciones futuras paguen el precio.

Cuando los gobiernos adoptaron el Código en la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1995, la pesca extractiva estaba en un punto de inflexión. Las capturas mundiales comenzaban a estabilizarse, las prácticas insostenibles se volvían imposibles de ignorar y la nueva Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar establecía responsabilidades nuevas y claras para las naciones pesqueras.

Al mismo tiempo, la acuicultura surgía como un proveedor importante de alimentos acuáticos, con la promesa de transformar los mercados y el sector productivo. Mientras la sostenibilidad ambiental se volvía primordial, las consideraciones sociales y económicas también debían formar parte del panorama.

El Código, negociado entre todos los países miembros de la FAO, fue diseñado para unir estas dimensiones. El resultado fue un marco global voluntario basado en la responsabilidad.
Tres décadas después, esa visión ha sido puesta a prueba en la práctica y ha demostrado que mantener el océano sano mientras se alimenta a las personas, hoy y mañana, no son objetivos incompatibles, sino que requieren concesiones negociadas entre todas las partes interesadas. 

Allí donde los países han utilizado la investigación y la ciencia para establecer objetivos políticos y medidas de gestión, las prácticas insostenibles han cesado y los ecosistemas han empezado a recuperarse, al tiempo que siguen proporcionando empleos y alimentos. 

 AVANCES
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Algunas de las historias más exitosas se encuentran en poblaciones de peces que alguna vez se creyeron en grave declive, como es el caso del atún. En un tiempo símbolo de la sobrepesca, hoy el 87% de todas las principales poblaciones de atún se capturan de forma sostenible. El historial del Código incluye también otros logros, aunque aún persisten prácticas insostenibles en muchas regiones.

El Código ha catalizado avances mostrando los beneficios de la explotación sostenible. Bajo sus disposiciones, cerca del 90% de los Miembros aseguran tener ahora un control más fuerte sobre los buques que enarbolan su bandera, incluyendo medidas de monitoreo y vigilancia, así como sistemas de reporte dentro y fuera de las aguas nacionales. 

Por otra parte, la acuicultura ha superado a la pesca extractiva como principal fuente de animales acuáticos. Este año, los Miembros de la FAO adoptaron nuevas directrices para asegurar que su crecimiento siga el marco del Código y se guíe por principios acordados para el desarrollo de políticas.

El progreso también es visible a lo largo de la cadena de valor, en cómo se manipulan, comercializan y venden los productos pesqueros y acuícolas. Muchos países ahora cuentan con sistemas de inocuidad y calidad alimentaria. Han tomado medidas para reducir las pérdidas postcosecha y han fortalecido la trazabilidad. Muchos han disminuido el procesamiento y comercio de peces capturados ilegalmente reforzando las inspecciones, endureciendo los controles aduaneros y fronterizos, e implementando esquemas de trazabilidad de productos.

El mundo de 2025 no es el de 1995. Los peces ahora proveen casi el 20% de la proteína animal a más de 3.000 millones de personas. La acuicultura suministra más de la mitad de lo que consumimos de fuentes acuáticas. Al mismo tiempo, el cambio climático está impactando las rutas migratorias y zonas de desove de peces y animales acuáticos, y las comunidades costeras luchan contra tormentas y el aumento del nivel del mar. Los consumidores están más conectados y son más exigentes, buscan pruebas de que el pescado que llega a sus platos es sostenible y justo.

En este contexto, la visión del Código sigue siendo increíblemente relevante. Nos recuerda que la sostenibilidad es un conjunto de decisiones cotidianas, tomadas en un ecosistema complejo conformado por gobiernos, pescadores, investigadores, el sector privado y los consumidores, que requiere concesiones y cooperación a través de fronteras y sectores, porque los peces no tienen pasaportes.

El corolario del Código sigue siendo claro: alimentar y nutrir a una población en crecimiento con alimentos acuáticos es posible y necesario, pero conlleva obligaciones. Hay que hacerlo con sabiduría, responsabilidad y cuidado por los ecosistemas que nos sostienen. La responsabilidad es la única manera de mantener la promesa que hicimos en 1995, de que la pesca y la acuicultura pueden nutrir a las personas, las economías y las culturas, al tiempo que permiten que el océano prospere para las generaciones venideras.

Ese mismo espíritu impulsa ahora la Transformación Azul de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, una llamada a ampliar la acuicultura sostenible, la gestión pesquera eficaz y cadenas de valor más sólidas para asegurar que los alimentos acuáticos contribuyan aún más al fin del hambre, la malnutrición y la pobreza.

Las decisiones que tomemos ahora determinarán si los próximos 30 años se recuerdan como el tiempo en que dejamos escapar esa oportunidad o como el momento en que aseguramos un océano saludable que continúe nutriéndonos a todos.

PESCA RESPONSABLE EN CONXEMAR

La sostenibilidad de los océanos y la lucha contra el hambre fueron los pilares centrales del Congreso Conxemar-FAO-MAPA donde se reafirmó el compromiso con el Código de Conducta para la Pesca Responsable de la FAO. En la conferencia inaugural, Manuel Barange hizo hincapié en que los alimentos acuáticos son “fundamentales para la lucha contra el hambre y la malnutrición” pero también contra problemas de salud como la obesidad. El subdirector de la FAO pidió que “nunca se use el hambre como arma política o de guerra”.

(*) Manuel Barange. Subdirector general de la FAO

Ver número 660 Revista MAR 
 

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