LA CIENCIA CIUDADANA ADQUIERE PROTAGONISMO

Testigos del cambio climático

01/12/2023

Medio Ambiente

Ana Díaz
buzos haciendo ciencia ciudadana

Ya no hace falta estudiar Física, Biología, Matemáticas o Química para hacer ciencia. Las fotos que tomamos con el móvil al pasear por la playa o sumergiéndonos en el mar pueden ayudar a descubrir los efectos del cambio climático en el Mediterráneo. De la mano de la Fundación Biodiversidad y con ayuda del personal del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB) y la Plataforma Observadores del Mar nos convertimos en científicos por un día.

España es rica en biodiversidad marina. Los 10.000 kilómetros de costa que tenemos y las más de 14.000 especies inventariadas en nuestras aguas jurisdiccionales dan cuenta de ello. “Si nos fijamos en el territorio español, pensamos solo en la península Ibérica y los dos archipiélagos, pero hay que ir mucho más allá porque gestionamos el doble de superficie marina que terrestre”, afirma Ignacio Torres, subdirector de la Fundación Biodiversidad perteneciente al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

La Fundación, a través del programa Life Intemares, trabaja con las principales entidades científicas del país y otras organizaciones subvencionando proyectos destinados a la conservación de los espacios marinos protegidos de la Red Natura 2000, la mayor de todo el planeta.

“Hacemos una gestión eficaz impulsando la investigación, la gobernanza, la vigilancia, la educación o el seguimiento de dichos espacios bajo los principios de participación y ciencia. Ambos criterios están perfectamente ensamblados en la ciencia ciudadana. Desde 2019 colaboramos con la plataforma Observadores del Mar para amplificar las acciones que realizan en el litoral levantino y balear, animando al mayor número de personas a contribuir al conocimiento científico y aportar información al Banco de Datos de la Naturaleza, donde se recopila todo el patrimonio natural del Estado”, explica Torres.

MEDITERRÁNEO EN PELIGRO

El Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB), perteneciente al Consejo de Investigaciones Científicas (CSIC), está especializado en ecología acuática. Situado en un enclave privilegiado de la Costa Brava, sus investigaciones son básicas para entender cómo funcionan los ecosistemas del Mediterráneo. Un mar único y espectacular que, pese a representar solo el 0,7% de la superficie oceánica de todo el planeta, da cobijo a más de 17.000 especies (28% endógenas) que suponen el 7,5% de la fauna marina mundial. 

Sin embargo, no todo es belleza. Al tratarse de un mar cerrado con importantes núcleos de población en sus orillas está sometido a una constante degradación derivada de la sobrepesca, la contaminación o el cambio climático. Factores que no actúan en solitario, sino que se combinan entre sí provocando situaciones de alarma ante las que es preciso actuar. 

El interés científico del Mediterráneo obedece a que sus características le convierten en un pequeño laboratorio perfecto para entender los efectos del cambio climático en el mar y ensayar soluciones para mitigarlos. Sus aguas se calientan hasta tres veces más deprisa que la media mundial y en los últimos siete años se han registrado récords máximos históricos de la temperatura de sus aguas y sus costas. En agosto de 2021, la ciudad siciliana de Siracusa alcanzó 48,8ºC, la más alta de Europa, y la boya de Dragonera, en Baleares, registró este verano una temperatura máxima de 31,21ºC, cerca del récord absoluto registrado en agosto de 2022 (31,36ºC), lo que confirma que las mismas olas de calor sofocante que sufrimos en la superficie terrestre se dan también en el mar.

pez globo
Especies de aguas templadas llegan al Mediterráneo por el canal de Suez 

“El CEAB estudia los ecosistemas acuáticos desde un enfoque multidisciplinar, generando conocimiento en el ámbito de la biodiversidad; entendiendo cómo se relacionan los organismos entre sí; prediciendo los efectos del cambio climático; comunicando los resultados de las investigaciones; implicando a la sociedad en la ciencia y ofreciendo información y asesoramiento científico para mejorar la gestión del estado y funcionamiento del medio marino”, dice Marc Rius, director del Centro.

Son más de un centenar las personas que trabajan en el CEAB, organismo que cuenta con cuatro plataformas de experimentación y observación, y  participa en 50 proyectos de investigación y cuatro de ciencia ciudadana.

OBSERVADORES DEL MAR

La buena salud de los océanos es vital para la humanidad pues se encargan de regular el clima al absorber el 90% del exceso de calor generado por las actividades humanas. Además, protegen las costas de la erosión y nos proporcionan alimento, medicamentos y posibilidades de ocio. Sin embargo, nuestras acciones impactan negativamente en sus aguas; de ahí la necesidad de incrementar el conocimiento para protegerlo.

La ciencia es cara. Las investigaciones científicas necesitan fondos que no siempre llegan o se cortan antes de extraer conclusiones. La ciencia ciudadana ahorra muchos costes al promover la colaboración entre la sociedad y la comunidad científica, permitiendo la ampliación del conocimiento para la gestión y conservación del mar. 

La plataforma Observadores del Mar, con base en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona y perteneciente al CSIC, implica desde el año 2012 a particulares, asociaciones vinculadas al mar, clubs de buceo y centros educativos involucrados en la investigación marina constituyendo un entorno de colaboración con los científicos. Desde su creación, más de 5.400 observadores han aportado datos que son utilizados en 17 proyectos. A su vez, casi un centenar de científicos y 40 centros de investigación y universidades participan en sus análisis sobre más de 500 especies de 160 espacios marinos protegidos, dando lugar a numerosas comunicaciones científicas sobre el cambio climático, la biodiversidad, especies exóticas o amenazadas y basura marina, entre otras.

muestras de flor de posidonia
Las posidonias florecen en épocas atípicas por las altas temperaturas

Joaquim Garrabou, coordinador general de la plataforma, asegura que la ciencia ciudadana “es una herramienta muy potente. Por un lado, ayuda a aumentar nuestra capacidad de observación de fenómenos que están sucediendo muy deprisa en un espacio de tiempo muy corto. Por otro, sensibiliza a la sociedad sobre lo que ocurre en el mar y, finalmente, nos permite dialogar con múltiples agentes con intereses económicos diversos. Gracias a las actividades de ciencia ciudadana podemos interaccionar y trabajar en soluciones conjuntas”.

La tecnología ayuda. “Ya no hace falta tener equipos muy sofisticados. Una foto con el móvil cuando paseamos por la orilla del mar o al practicar snorkeling o buceo puede servir a la ciencia”, dice Garrabou. Captada la imagen, debemos enviarla a la plataforma y los científicos serán quienes validen la información. Si dan el visto bueno, la subirán a la red y contribuiremos al conocimiento científico.

DAÑOS EN LOS ECOSISTEMAS 

Las imágenes de los ciudadanos proporcionan, entre otras cosas, datos muy significativos sobre los efectos de las altas temperatura del agua en los ecosistemas marinos. El cambio climático provoca fuertes tormentas que amenazan a la costa, degradándola por la erosión. Fenómenos atmosféricos adversos como medicanes (los huracanes del Mediterráneo) se intensificarán en el futuro.

Por otra parte, a medida que las aguas se calientan aumenta el número de especies adaptadas al calor mientras que las adaptadas al frío pierden presencia al trasladarse a otras partes. También se observa un incremento de especies tropicales como el pez globo o el pez león. Cerca de 1000 especies no mediterráneas se han establecido en sus aguas y más de un centenar de ellas proceden del Índico desde donde llegan aravesando el canal de Suez.

Las fotografías ilustran también una mortalidad masiva de gorgonians y corales y el incremento de patógenos letales que afectan a la pinna nobilis, el mayor bivalvo existente en el Mediterráneo, o a las praderas de posidonia, que se han reducido un 34% en las últimas cinco décadas, desapareciendo a una velocidad cuatro veces superior de la que lo hacen los bosques terrestres. También se observa una mayor presencia de medusas, con consecuencias desastrosas en algunas zonas, y pérdida de biodiversidad que está originando desiertos marinos.

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