PROGRAMA PLEAMAR EN GALICIA

Ciencia para el sector

01/11/2022

Medio Ambiente

Ana Díaz
Programa Pleamar

Iniciamos la jornada en Vilagarcía de Arousa donde embarcamos para trasladarnos hasta una batea de investigación oceánica de la Xunta donde se recogen datos para distintos organismos científicos. Durante el trayecto, Javier Remiro, director de Economía y Empleo Azul de la Fundación Biodiversidad, explica que en esta zona del litoral “se llevan a cabo gran número de proyectos debido a los importantes centros de investigación existentes y al trabajo de las universidades gallegas, que están creando cantera y despertando vocaciones científicas”. 

La batea de investigación a la que llegamos es una plataforma de madera situada cerca de la isla de Cortegada. Cuenta con generadores eléctricos y paneles solares. Bajo su esqueleto descansan, colgados en cuerdas, instrumentos de precisión que varios operarios sacan a la superficie. Las tareas de mantenimiento de los equipos consisten básicamente en limpiarlos de las algas y organismos que se adhieren a ellos.

El proyecto “Silencios” mide la huella sonora en el medio marino. Silvia Torres, del Centro de Estudios Tecnológicos del Mar (Cetmar),  nos cuenta lo que hacen. “A lo largo de dos años hemos analizado registros recogidos en un hidrófono sumergido, aquí mismo, para distinguir fuentes antropogénicas, como los sonidos emitidos por embarcaciones al pasar por estas aguas, y fuentes naturales, como son los producidos por los cetáceos que habitualmente nadan en esta zona, arroases o delfines mulan”.

Según esta bióloga, más allá de profundizar en el concepto de ruido marino,  se ha trabajado en el desarrollo de posibles soluciones para generar la menor huella acústica posible. Entre ellas destaca la posibilidad de introducir motores eléctricos en la flota de bajura; es decir, en embarcaciones de pequeña eslora, algo que es viable para algunos barcos y en algunas actividades, aunque no para todas. “Sabemos que es un proceso muy largo porque no se trata solo de desarrollar un motor sino de crear también el soporte de talleres, logística de recarga, peso de las baterías… y es algo que no se hace de un día para otro”, dice.

La colaboración del sector y de las cofradías en estos proyectos ha sido excelente, aportando a los científicos los conocimientos y las dificultades con las que se podían encontrar. “Ha sido un diálogo abierto, directo y sincero. Hemos trabajado en la posible incorporación de auxiliares eléctricos para generadores. Hemos incorporado GPS´s a las embarcaciones, analizado el uso que hacían del motor o la potencia con la que se movían. También hemos estudiado la jornada que realizan para ver qué embarcaciones y tareas podrían electrificarse”. El proyecto “Silencios” ha contado también con la participación de pescadores andaluces, de Sanlúcar de Barrameda, valencianos, de El Palmar en la Albufera, y catalanes, de Vilanova i la Geltrú. 


El cultivo de erizo interesa por su alto valor comercial.

Silvia Torres destaca que, aunque se ha trabajado directamente con el sector pesquero, éste no es “el principal emisor de ruido en el medio. Las actividades militares o de transporte de pasajeros o mercancías son más ruidosas”, dice.

La elección del lugar donde se ha colocado el hidrófono no ha sido casual. La batea de la zona de Cortegada está ubicada en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Un área de gran actividad extractiva, lo que asegura que siempre hay embarcaciones. Además, la plataforma cuenta con paneles solares, lo que asegura en todo momento el aporte de energía a los aparatos, permitiendo obtener información en tiempo real de lo que pasa en el medio marino, no solo a nivel acústico.

Aunque el proyecto “Silencios” no incide en la afectación del ruido en las especies, algunas investigaciones realizadas en la Universidad de Vigo sugieren que los bivalvos llegan a cerrar sus valvas o a esconderse bajo tierra ante sonidos que les generan peligro.

La plataforma es compartida por varias instituciones, lo que facilita el intercambio de información entre ellas. Datos de “carácter abierto” que pueden ser consultados por científicos, empresas, pescadores, colegios y cualquier ciudadano interesado.

El Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta en la batea con equipos que ha utilizado en el proyecto “Igentac”, enfocado en el desarrollo de herramientas innovadoras para la monitorización de especies vulnerables en esta zona protegida del litoral gallego.  

Alexandre Alonso, explica que el hidrófono que tiene sumergido el CSIC es algo diferente al del proyecto “Silencios”. Cuenta con una batería que hay que vigilar si funciona. Es, junto a la limpieza de la biomasa acumulada, los requerimientos de mantenimiento que precisa. El hidrófono, junto a los colocados en otras plataformas similares, mide unas longitudes de onda concretas. Aquellas que emiten los sensores con los que han marcado a determinadas especies y que permiten estudiar sus movimientos. “Estos datos son útiles para la monitorización, el establecimiento de espacios protegidos y la gestión de los recursos marinos”, explica este investigador.

De los resultados obtenidos en este proyecto, ambos científicos cloinciden en que hay que conocer los datos para la correcta aplicación de las medidas políticas, y estos solo se obtienen mediante la observación.


Los voluntarios de Amicos.org son guías ambientales.

CUSTODIA AMBIENTAL

En Vilagarcía de Arousa, la organización Amicos.org nos presentó el proyecto Re-Mar que busca eliminar residuos, fomentando la participación ciudadana y concienciando de la necesidad de reducir la basura marina para conservar y proteger el patrimonio natural marino-terrestre de las rías bajas. Pero si ya es importante la labor de limpieza de costas y fondos que realiza, aún lo son mucho más sus voluntarios, quienes se han convertido en “guías ambientales”. Son, en la mayoría de los casos, personas con discapacidad intelectual superior al 70%, orgullosas del papel que desempeñan. “Fomentamos la inclusión social haciéndoles sentirse útiles a la sociedad”, dice Xoan España, director general de la organización.

Algunos de los participantes en el proyecto nos detallan los objetos que encuentran “muchas veces colillas” pero también “botellas que llegan al fondo del mar y plásticos que recogen cuando bucean”.

A partir de la basura recogida en las playas por los voluntarios de Amicos.org en el proyecto Re-Mar y la que encuentran los mariscadores a flote y la flota de arrastre dentro del proyecto CleanAtlantic, del Centro Tecnológico del Mar (Cetmar) se ha elaborado una “Guía de buenas prácticas” en la que se explica con detalle la composición de los residuos de la ría de Arousa y cómo evitarlos.


Los hidrófonos sumergidos detectan distintas señales acústicas.

BIODIVERSIDAD EN PUERTOS

Antes de regresar a Madrid, en el puerto de Vigo conocimos el proyecto “Puerta al Mar”, iniciativa que busca sensibilizar sobre la biodiversidad en los espacios portuarios. El presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo, Jesús Vázquez, y el técnico del proyecto, Francisco Barreiro, explican que “se intenta reducir el impacto ambiental de las estructuras portuarias mediante el diseño e instalación de estructuras que permiten la fijación de organismos, dando a conocer la diversidad de especies existentes en los fondos de Mer de la ría de Vigo”. Las estructuras, de distinta forma y materiales, se colocaron en una zona del puerto y en poco tiempo han sido colonizadas por una gran variedad de algas y pequeños organismos que contribuyen, entre otras cosas, a la limpieza de las aguas. Además, se han creado paneles y unidades didácticas para que los profesores de la zona enseñen a sus estudiantes la rica biodiversidad existente en las rías. Algo parecido se ha hecho también en el puerto de Melilla.

Finalmente, nos dirigimos a la estación de Ciencias Marinas de la isla de Toralla (Ecimat) para ver los resultados y avances científicos en el cultivo de erizo, dentro del proyecto “Ocimer”. Silvia Pereira y José Manuel Estévez nos enseñaron los tanques donde cultivan varias especies de erizo, aunque solo una de ellas tiene valor comercial. “Es un producto muy demandado, que llega a alcanzar en Navidad precios en lonja superiores a los 20€/kg, y también muy explotado, por lo que cada vez hay menos. De ahí el interés por su cultivo”, dijeron. 

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