La psoriasis: repercusión sociolaboral
Sanidad marítima
La palabra psoriasis proviene del término griego “psora” que significa picor, y es uno de los signos predominantes en las diferentes formas de presentación de esta enfermedad crónica de origen autoinmune, que se hereda de padres a hijos, evolucionando con episodios de agudizaciones durante semanas o incluso meses.
Es una patología compleja que afecta igualmente a hombres y mujeres. Su debut puede estar alrededor de la segunda década de la vida, sin embargo, se ha observado su aparición incluso en niños o en personas de edades avanzadas. Presenta lesiones en la piel que pueden condicionar daños psicológicos en quien la padece.
En el origen de la enfermedad se invoca una deficiencia inmunológica que activa las células de defensa del organismo provocando efectos inflamatorios. Los queratinocitos, que son células superficiales de la piel, en la psoriasis se regeneran aproximadamente diez veces más rápido que en la piel sana, lo que explica las lesiones inflamatorias escamosas en la piel y el picor intenso.
Se describen factores desencadenantes en el debut de la psoriasis, entre los que se encuentran haber padecido una infección bacteriana previa al inicio de las lesiones, vivir en un clima frío y seco, presentar alteraciones de la piel por otras causas, haber tenido quemaduras solares recientemente y estar sometido a estrés psicológico sin disponer de mecanismos adaptativos para enfrentarlos.
La forma más frecuente de presentación es la llamada psoriasis en placas. En ella aparecen en la piel manchas de color rojo, con signos inflamatorios y cubiertas por costras de escamas blancas perladas, localizadas preferentemente en el cuero cabelludo (en una primera etapa se puede confundir con la caspa común), los codos, tronco, región sacra, rodillas y región anterior de las piernas.
En las uñas también pueden verse signos de esta enfermedad, destacando su aspecto enrojecido, partidas, separadas del lecho ungueal y con puntos que simulan las marcas de un dedal de costura.
Otra forma de presentación es la llamada psoriasis de las manos y pies, con lesiones dolorosas y de difícil remisión, que invalidan para el uso de calzado e incluso llega a impedir la deambulación. En las manos se presentan lesiones similares con picor persistente y en ocasiones con la aparición de lesiones costrosas y sangrantes, que dificultan la actividad laboral en los trabajadores del mar que la padecen.
La llamada psoriasis en gota que es más frecuente en niños y jóvenes se diagnostica por la aparición de pequeños puntos de color rojo en la piel.
La artritis psoriásica es otra manera de expresarse esta dolencia, que puede aparecer antes que las manifestaciones dermatológicas mencionadas. Produce dolor, inflamación y rigidez de las articulaciones, imposibilitando la vida social y laboral, y se acompaña del consiguiente deterioro de la estabilidad emocional del paciente.
TRATAMIENTO PROGRESIVO
El objetivo fundamental del tratamiento consiste en desacelerar la proliferación de las células de la piel y disminuir el proceso inflamatorio, eliminando así las lesiones cutáneas durante los brotes y a su vez intentar minimizar los efectos indeseables provocados por los medicamentos utilizados.
El tratamiento se indica en dependencia de la magnitud de los síntomas y signos. Se sugiere comenzar por la medicación menos agresiva en especial la que se utiliza directamente sobre la piel, las cremas y pomadas que disminuyen la inflamación, similares de la vitamina D y retinoides.
Según el grado de severidad de los brotes se irá incluyendo medicación por vía oral o el uso de terapia con biológicos inyectados.
Debe señalarse que en especial al usar los llamados medicamentos biológicos, se precisa un seguimiento detallado del paciente antes y después de indicarlo debido a los efectos que pueden provocar en el organismo. La posibilidad de contraer enfermedades infecciosas se incrementa mucho durante el tratamiento, así como la reactivación de una lesión tuberculosa antigua.
El tratamiento de las patologías crónicas, como es el caso de la psoriasis, debe incluir, sin lugar a dudas, desarrollar en el enfermo las herramientas psicológicas que le permitan convivir con una dolencia que es para toda la vida, y tener un pleno conocimiento de los factores que pueden condicionar la aparición de los brotes con vista a evitarlos.
Dentro de estos factores destacan el estrés psicológico, la obesidad y el sedentarismo, las infecciones de faringe, amígdalas y otras de vías respiratorias altas, algunos medicamentos de uso común como son los utilizados para disminuir la tensión arterial, el tabaquismo y el abuso del alcohol.
Esta enfermedad, como todas las que dan manifestaciones en la piel expuesta, provoca estados de gran ansiedad y estrés, que complican aún más la evolución favorable de los brotes de la psoriasis.
ROSA MARÍA GANDÍA, Médico de sanidad marítima