Regularización por arraigo y formación
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Catorce marineros de Senegal y uno de Marruecos componen el primer grupo de ciudadanos extracomunitarios en conseguir un permiso de trabajo y residencia en el sector pesquero gracias al arraigo por formación. El Instituto Social de la Marina, la Delegación de Trabajo e Inmigración, asociaciones de pescadores y de ayuda al emigrante junto al IFAPA se implicaron a fondo para que este proyecto llegase a buen puerto. Ahora se trata de exportar el modelo colaborativo al resto de provincias españolas donde haya falta de tripulaciones y relevo generacional.
El arraigo para la formación es una autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales para inmigrantes irregulares detallado en el artículo 124 del Reglamento de Extranjería, tras la reforma del 16 de agosto de 2022.
Esta modalidad viene a completar otros tipos de arraigos ya existentes en nuestro ordenamiento jurídico como el arraigo social, arraigo laboral y arraigo familiar.
El Gobierno alentó esta modificación para facilitar que las empresas pudieran cubrir empleos de difícil cobertura, con el añadido de garantizar una formación reglada. El permiso per se no permite trabajar, solo residir y estudiar por un año prorrogable, pero es la puerta para la consecución de un posterior permiso de residencia y trabajo, siempre por cuenta ajena.
Para poder solicitar el arraigo por formación es necesario llevar residiendo al menos dos años en España, carecer de antecedentes penales y un compromiso de querer formase. Cabe destacar que no son válidas las formaciones realizadas con anterioridad a la solicitud, ni si quiera las adquiridas en España.
Es importante señalar que, si tres meses después de haber presentado la solicitud no se demuestra la inscripción en una formación, el permiso de residencia se extingue. De ahí la importancia de tener previsto este paso antes de iniciar los trámites, así como toda la documentación requerida. La formación debe estar reglada y su certificación figurar en el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.
Una vez completados los estudios se podrá conseguir un permiso de trabajo por dos años, renovable. La persona deberá encontrar un empleo en el periodo que el permiso de residencia está vigente, con el requisito de que sea de la familia profesional en la que se ha formado y que garantice el salario mínimo interprofesional, actualmente de 1.080€ .
ISM, PIONERO
Aunque la regularización por formación lleva más de un año vigente, hasta hace poco no se habían registrado muchas solicitudes y ninguna en grupo, ni promovida desde la propia Administración.
El segundo semestre de 2022 en Huelva se habían recibido 50 solicitudes genéricas para esta modalidad de arraigo. Desde enero a septiembre de 2023 las peticiones han ascendido a 443.
El pasado mes de febrero, la Asociación Nueva Ciudadanía por la interculturalidad (Asnuci) contactó con Ana Castaño, la trabajadora social de la Dirección Provincial del ISM en Huelva para exponer el caso de un grupo de pescadores senegaleses que podrían ser aptos para regularizar su situación gracias a la formación.
Tras estudiar la petición, Silvia Aranda, directora provincial del ISM, convocó a una reunión a todas las instituciones implicadas: Dependencia de Trabajo e Inmigración de la Subdelegación del Gobierno de Huelva; asociaciones profesionales de pesca y al Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) ya que en Andalucía las competencias básicas de formación marítimo-pesquera recaen en ambas instituciones.
Antonio Alvarado, jefe de la Dependencia de Trabajo e Inmigración, procede del mundo de la Formación Profesional, por lo que decidió que se implicaría personalmente en que el proyecto saliera adelante: “Detectamos que el sector tiene una carencia enorme de profesionales del mar, lo corroboran las empresas y trimestralmente el Catálogo de Profesiones de Difícil Cobertura. La reforma de la Ley de Extranjería nos trajo una oportunidad excelente de fomar a estas personas en situación irregular, con el perfil de pescador, que estaban adquiriendo competencias en el ámbito social y personal, como aprender el idioma, y ahora también profesionales“.
“Este tipo de arraigo es una figura novedosa en España pero tiene su origen en Alemania-comentaba Angélica Alonso, jefa de la Oficina de Extranjería- donde se conoce como ‘duldung’ o estancia tolerada”.
La importancia de este proceso colaborativo entre las instituciones participantes es que al haber formado parte de principio a fin “es posible medir y evaluar su funcionamiento -comentaba Silvia Aranda- realizaremos un seguimiento para confirmar en el plazo de dos años si todos ellos siguen en el mercado laboral”.
El ISM ha tenido en cuenta la rentabilidad que está perdiendo el sector en Huelva con el paso de los años al no tener relevo generacional. “Era importante que el proyecto tuviese éxito. Ya se está trabajando para llevar este ejemplo a otros sectores -comentaba Antonio Alvarado- de hecho, nos están preguntando especialmente del sector agrícola para iniciar procesos similares”.
El curso comenzó en septiembre, pero desde febrero se han ido dando los pasos necesarios para que pudieran estar en el mercado laboral antes del inicio de la campaña del arrastre en noviembre.
Ha sido necesario coordinar la formación de dos departamentos, el ISM ha impartido el curso básico en seguridad y el IFAPA el curso de marinero pescador, así como solucionar los problemas de documentación tanto por parte de Asnuci como de la Dependencia de Trabajo e Inmigración.
La labor de Asnuci ha sido fundamental. Esta asociación ha realizado la preselección y se ha encargado de gestionar toda la documentación. El compromiso inicial de los empresarios pesqueros de contratarles, ha sido un aspecto fundamental para que el ISM se embarcase en este proyecto.
Otro grupo de 15 pescadores también de Senegal se han quedado fuera de este primer curso porque la documentación no llegó a tiempo, pero se espera poder formarles en 2024 antes de que el 1 de febrero comience la campaña del cerco.
“El siguiente paso dependerá de las empresas, tienen que responder porque si no hay ofertas de trabajo, no merecerá la pena todo el esfuerzo conjunto e inversión que se ha realizado”, añadía la directora provincial del ISM.
Angelica Alonso insistía en que a diferencia de iniciativas individuales “la importancia de este proyecto piloto es que previamente se ha hablado con empresas y hay un compromiso por parte de ellas. La colaboración con la empresa implica que, salvo situaciones excepcionales, todos van a tener un contrato de trabajo”.
También es importante destacar que además de que la empresa que les contrate no paga los 200 euros de la tasa por permiso de trabajo, la formación en el ISM es gratuita y el Instituto se hace cargo del alojamiento y manutención de los alumnos, al igual que hace con las personas de nacionalidad española o de la UE, si están en el Régimen Especial del Mar o son demandante de empleo en el sector marítimo-pesquero.
EL MAR EN LAS VENAS
Sus edades oscilan entre los 24 años de Sene Babacar y los 49 de Ibrahima Mbaye, que había sido capitán de barco durante 30 años en Senegal. Todos hablan español con la suficiente soltura como para haber aprobado los cursos.
La mayoría de ellos son propietarios de pesqueros en Senegal, barcos que quedaron amarrados hace ya más de cinco años, el tiempo de media que llevan viviendo irregularmente en España.
Todos son pescadores, de familias de pescadores, muchos comenzaron a faenar con tan solo diez años. Algunos narran sus experiencias a bordo de barcos de pesca de altura, cerqueros principalmente, con mareas de hasta dos meses, aunque la mayoría cuentan que se dedicaban a la pesca artesanal.
Cada embarcación artesanal podía llevar de uno a seis marineros. El propietario era el encargado de vender el pescado, y una vez descontados los gastos, se pagaba a los pescadores a la parte. Llevaban neveras a bordo para mantener el pescado o lo curaban en sal, dormían a la intemperie y se ganaban bien la vida.
Saer Diop se emociona al hablar de sus tres hijos y su mujer que hace años que no ve. Está residiendo ilegalmente y si sale, sabe que no volverá a entrar, así que es uno de los más decididos a regularizar su situación.
No todos tienen esposa e hijos, pero todos tienen una madre que les espera. Muchos salieron de Senegal sin avisar, llamaron cuando ya estaban en España, “porque si mi madre lo hubiera sabido, no me habría dejado marchar” asegura Aliou Dieng.
Abdelilah Lamassab es marroquí, el único del grupo que no procede de Senegal. Su periplo es uno de los más duros. Llegó desde Marruecos a Turquía, una ruta más larga, pasando por 14 países, pero en principio menos arriesgada. Fue devuelto hasta en tres ocasiones a Grecia, en una de ellas había estado 19 días caminando “para esquivar a las mafias”, nos cuenta. Finalmente, después de siete meses consiguió llegar a España. El resto legaron en cayuco a Tenerife o en avión al norte de África y luego en patera hasta Tarifa.
Todos tenían trabajo en su país, a unos les costó tres meses y a otros cerca de un año, reunir el dinero suficiente para llegar a España. Su habilidad como marineros les facilitaba una plaza en las embarcaciones.
Mansour Mbengue estuvo 9 años pescando en una embarcación artesanal y otros tres en un barco de gran tamaño. Su historia todavía le hace estremecer. Libia, un país de tránsito a 300 kilómetros de las costas italianas, está dominado por las mafias de la inmigración que secuestran y venden a los inmigrantes que no tienen dinero para pagar el pasaje. O tu familia paga el rescate o te venden para que trabajes en régimen de esclavitud. A veces les encierran en cárceles ilegales y eso fue lo que le ocurrió a Mansour, que vivió ese infierno durante tres meses hasta que ACNUR le liberó.
Sene Babacar, el más joven del grupo, lleva seis años recorriendo España, de campaña en campaña de la fruta, a veces dormía en la calle, otras en chabolas sin agua ni luz. Su suerte cambió cuando una familia hispano-portuguesa comenzó a ayudarle con ropa y comida y finalmente le acogieron en su casa como a uno más y allí sigue a la espera de poder independizarse. Siente una mezcla de gratitud e incomodidad porque en Senegal, con 24 años es inconcebible vivir sin aportar dinero a tu familia.
En lo que todos coinciden es en que hace escasamente ocho años ninguno hubiera optado por emigrar. “Hasta 2016 vivíamos bien de lo que pescábamos, pero empezaron a llegar los barcos chinos y se acabó la pesca. Mejor me muero en el mar que ver a mi madre sin nada, no podría soportarlo”, nos decía Aliou Dieng.
Las flotas asiáticas tienen acuerdos con el gobierno de Senegal y pescan sin control, unido a otras tantas que ignoran las leyes internacionales sobre pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) y sin olvidar que parte de esa responsabilidad también es de la industria de las harinas y aceite de pescado europeas, en su mayoría empleadas para la alimentación del salmón.
En Senegal, una de cada seis personas trabaja en el sector pesquero, según indica un informe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por lo que la pérdida de biomasa en sus costas ha supuesto un empobrecimiento brutal de su población.
Matilde García, jefa de Sección de Formación, que les ha acompañado durante todo el proceso reconocía que “se nota que es gente del mar pero sobre todo en este tiempo he comprobado que son buenas personas”.
El proyecto piloto se ha sustentado en la comunicación y dedicación de todos los actores implicados. El ISM exportará este modelo a todas las provincias en las que el sector ha manifestado necesidad de trabajadores para cubrir puestos en el mar o dificultades para completar tripulaciones en barcos pesqueros.