Animales curiosos y dónde encontrarlos
27/08/2025

Medio Ambiente

Patricia Romero Alonso
La oceanógrafa Silvia Garalt de la Fundación CRAM con una mobula en Callafel
Pancho, Manoliño, Chano, Carmela…Todos estos nombres tienen un denominador común: fauna marina que por diversas causas se acercan al ser humano, una interacción que les ha abierto la puerta a formar parte de las leyendas marinas patrias. Un artículo refrescante de lectura amena para el verano, pero con importantes recomendaciones, la principal: No interactuar.

La mayoría de la fauna marina evita el contacto con los humanos ¿qué puede motivar que un mero, un delfín mular, una mantarraya gigante o una foca gris busquen esta interacción?
 
El Mero Pancho junto a un buceador en la reserva de La Restinga (El Hierro). Foto: @Acronaútica
El Mero Pancho junto a un buceador en la reserva de La Restinga (El Hierro). Foto: @Acronaútica
El Mero Pancho es una leyenda en Canarias, su fama se extendió por todo el mundo, tanto que tiene dedicados una escultura hecha en bronce en El Pinar de El Hierro y un libro infantil. Lo que hacía especial a este mero de más de 90 kilos, que vivió hasta 2011 en la reserva de La Restinga, era su carácter amigable y curioso que le hacía acercarse y dejarse tocar por los buceadores.

Como suele ocurrir, el paso de los años modifica la propia historia, y así, hay quien afirma que junto a Pancho vivía Natalia, su compañera, otro mero gigante que fue capturado por unos furtivos en 2006. También se cuenta que Pancho abandonó su cueva poco antes de las erupciones volcánicas que sufrió la isla en octubre de 2011… realidad o ficción, lo cierto, como bien recuerda en sus habituales charlas el biólogo marino Héctor Pula es que “el mero Pancho hizo ganar más dinero vivo que si hubiera sido pescado y vendido al peso, que era mucho”.
 
El Delfín Manoliño en la playa de Langosteira (A Coruña) Foto: @CEMMA
El Delfín Manoliño en la playa de Langosteira (A Coruña) Foto: @CEMMA

El Delfín Manoliño, vive a caballo entre la Ría de Ferrol y la de Muros-Noia desde 2019. Este delfín mular comenzó a acercarse cautelosamente a los barcos y a los mariscadores, buscando contacto humano. Seis años después es protagonista de múltiples vídeos, juega con los perros en el agua; nada con los buceadores en los pantalanes o salta entre los bañistas en las playas gallegas.

Los mariscadores de la Ría de Ferrol no tienen la visión romántica de quienes humanizan a Manoliño, hay incluso quien le teme porque buscando comida mordió a un mariscador. A veces engancha las aletas de los buzos o al jugar con las mangueras, les obliga a ascender rápidamente. En la playa, algún bañista se ha llevado un buen moratón a casa por un aletazo inesperado de un cetáceo que pesa más de 200 kilos.

La Foca Carmela, es una foca gris, una especie habitual de las aguas frías del Atlántico norte, que desde principios de 2025 pasea por Andalucía y ha sido avistada en puertos y playas de Málaga, Granada y Cádiz.
 
La Foca Carmela durante su estancia en el Puerto de Conil.
La Foca Carmela durante su estancia en el Puerto de Conil.

Silvia Garalt trabaja en el Centro de Recuperación de Animales Marinos (CRAM), localizado en Barcelona. Esta oceanógrafa estudia el mar desde todas las vertientes: el medio, la flora, la biología o los aspectos clínicos de los animales marinos con un abordaje multidisciplinar. Junto con el equipo del centro busca entender su comportamiento para abordar la reintroducción de las especies protegidas varadas o capturadas por error.

El delfín y la foca son mamíferos marinos extremadamente sociables -nos comenta- Manoliño y Carmela se han quedado sin grupo, pero son gregarios y necesitan esta protección social. Nosotros también somos mamíferos y ellos están más próximos a tener esta impronta con los humanos, lo que no ocurre con los peces, aves o reptiles”.

La Mantarraya Chano, es un chucho, que es como llaman coloquialmente los pescadores canarios a esta especie, que come de la mano de quienes se acercan al muelle Valle Gran Rey en La Gomera. Con su metro y medio de longitud y 150 kilos, se deja incluso acariciar.
 
Un hombre alimenta a la Mantarraya Chano en Valle Gran Rey en La Gomera.
Un hombre alimenta a la Mantarraya Chano en Valle Gran Rey en La Gomera.
En el puerto de Morro Jable (Fuerteventura) es harto conocida “la familia” de mantarrayas que a diario acuden al puerto a la llegada de los barcos con la caída del sol. Los visitantes los tratan como si fueran mascotas, los tocan, los alimentan con lo que llevan en la mochila. Gran error.

Cosa bien distinta es que un animal interaccione con un barco pesquero, al haber aprendido que, si navega cerca o en el momento de la descarga, puede comer los peces que se salen de la red o se caen con el desembarco, y otra que los humanos conscientemente les alimenten.

Cuando encuentran un foco de alimentación y de tranquilidad se quedan y eso agrava la situación, darles de comer, aunque solo sea una vez, puede cambiar sus patrones. Empatizamos con ellos y con la idea de cuidarles, pero contribuimos a que se adapten a un sitio que no es bueno para ellos”, advierte Silvia Garalt.

FUERA DE SUS HÁBITATS
Solo hay que navegar por las redes sociales para ver vídeos a principios de verano de una raya mobula de 7 metros en Garrucha (Almería); tres ballenas rorcuales, una especie que puede alcanzar los 27 metros, en Fuengirola (Málaga) o un tiburón peregrino de 7 metros en Port de la Selva (Girona).
No es que haya más animales marinos fuera de sus hábitats naturales ahora, sino que hay más focos mirando al mar que antes” y las redes sociales hacen el resto. 

El tiburón peregrino, las mobulas y las ballenas rorcuales son habituales del Mediterráneo pero, añade la oceanógrafa “sus ciclos son dinámicos y este año ha habido un afloramiento de nutrientes cerca de las costas por las abundantes lluvias que ha hecho florecer el fitoplancton, así que, estos animales, que son filtradores, se acercan más a las costas. También hay muchos programas de conservación y al proteger a estas especies se contribuye a que haya más”.

En el caso de Carmela, aunque la foca gris es una especie atlántica de temperatura fría “El Estrecho es una puerta abierta y aunque el Mediterráneo no tiene las condiciones de su hábitat natural tampoco tiene factores que impidan que sobreviva. Siempre hemos detectado especies fuera de sus hábitats, pero lo cierto es que los giros oceánicos están cambiando y tenemos que estar preparados para gestionar cada vez más estas excepciones”.

Aunque son animales sociales que viven en colonias, las mantarrayas, al igual de los delfines y focas grises, no permanecen siempre con el mismo grupo, a lo largo de su vida cambian y durante ese tiempo en el que abandonan un grupo y se incorporan a uno nuevo, es posible que vaguen en solitario, con lo cual, a pesar de ser animales sociales, es posible verlos en soledad.

Manoliño -explicaba Silvia- ha tenido problemas con diferentes grupos de delfines mulares que están controlados por esa zona, es un ejemplar que está teniendo dificultades para encontrar otro grupo donde poder vivir y relacionarse y encuentra que los humanos le dan refuerzo positivo. Se acerca, le tocan, le dan de comer así que no ve problema”.

DEJARSE ACARICIAR
El mero, por su tamaño y carácter territorial, no tiene el instinto de huida muy desarrollado, con lo cual “la hipótesis más probable es que el toque del humano relajara a Pancho, teniendo en cuenta que los meros están en la parte superior de la cadena trófica, que no tienen casi depredadores, no habría imput negativos en ese acercamiento, pero conseguirlo con una sardina sería complicado”, comenta Silvia con una sonrisa.

El cambio climático está propiciando que sus zonas habituales de alimentación y descanso se modifiquen, la fauna marina se está teniendo que adaptar, están buscando sitios nuevos y si encuentran uno tranquilo y con alimento se quedan, pero el factor interactivo más agravante, a parte de la contaminación, es alimentarles.

INTERACCIONES PROHIBIDAS
Los científicos advierten de que las interacciones alteran el patrón de conducta  natural de los animales marinos, no solo por el estrés que puede suponerle el paso de embarcaciones, que se multiplica en verano, sino por el acoso que pueden sufrir al ser perseguidos para ser fotografiados o filmados. 

España es pionera en la implantación de un protocolo para asistir a la fauna marina en todas las comunidades autónomas con tan solo una llamada al 112.
También es pionera en la promulgación de una legislación protectora. El Real Decreto 1727/2007, por el que se establecen medidas de protección de los cetáceos, prohíbe de forma explícita el contacto físico humano, de hecho, en Galicia se han registrado sanciones por nadar con delfines en las playas.

Por ello, lamentamos especialmente esta noticia: al cierre de esta edición, desde la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA), nos comunican que investigan la desaparición y posible muerte de Manoliño en Ferrol.

Cuando ponemos nombre a un objeto, o a un animal en este caso, estamos dándole una seña distintiva con los de su especie, y aunque antropológicamente el ser humano cuando otorga nombre está atribuyendo rasgos humanos, y Pancho, Carmela, Manoliño o Chano ya son estrellas en nuestro particular Paseo de la Fama, es importante recordar: No son mascotas. No son una atracción turística. Son animales salvajes. No interacciones con ellos.
 
Infografía sobre qué hacer si me encuentro un animal marino en la playa.
Infografía sobre qué hacer si me encuentro un animal marino en la playa.

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