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La condena a galeras en España fue una de las penas más temidas de su tiempo, utilizada tanto como castigo ejemplar como recurso militar. Las condiciones infrahumanas y la brutalidad del trabajo hicieron que este castigo quedara grabado en la memoria colectiva como un símbolo de sufrimiento extremo. Su abolición marcó un paso hacia una justicia más racional y humana, reflejando los cambios en la mentalidad penal y social de la época. Hoy en día, la historia de los condenados sigue siendo un testimonio del lado más cruel de la justicia en la España de los siglos pasados.
Del “Libro general de forzados” de 1659-1670 transcribimos los datos de un condenado: “Joseph Rect, natural de Alicante, hijo de Juan. Hoyo en la barba, dos señales de heridas en la cabeza. De ojos azules, de 33 años. Fue condenado por los inquisidores del Santo Oficio a seis años de galeras al remo y sin sueldo, sin declarar delito, por testimonio de Don Juan de Hartique”.
PERFIL DE LOS CONDENADOS
Los reos condenados a galeras en España eran en su mayoría delincuentes comunes, vagabundos y, en ocasiones, prisioneros de guerra o herejes. Entre los delitos que llevaban a esta condena se encontraban el robo, el homicidio y la falsificación, aunque con el tiempo, el castigo se amplió para incluir a personas que simplemente representaban un problema para el orden público, como mendigos y desertores.
“A bordo, los remeros se clasificaban en categorías” nos comenta Fernando Santos de la Hera, técnico superior de archivos del Archivo Histórico de la Armada. “Los llamados buenasboyas eran hombres libres que cobraban sus emolumentos por remar; luego estaba la chusma que podían ser esclavos o condenados. Según la investigación realizada por Juan José Sánchez-Baena, los capitanes de las galeras procuraban llevar una proporción determinada de estos perfiles para evitar que hubiese problemas”.
A diferencia de otros castigos, la pena de galeras no solo tenía una función punitiva, sino que también respondía a una necesidad militar. La monarquía española, especialmente durante los siglos XVI y XVII, necesitaba una fuerza de remo constante para sus flotas, que jugaban un papel clave en las guerras contra el Imperio Otomano y otras potencias europeas. Ante la escasez de remeros voluntarios, el uso de condenados suplió esta necesidad, convirtiéndolos en una parte fundamental del poder naval español. Manipulación de un tomo general de galeras.CONDICIONES DE VIDA
Las galeras eran embarcaciones largas y estrechas propulsadas principalmente por remos. Los condenados eran encadenados a los bancos de remo en condiciones inhumanas. Vivían en un espacio reducido, expuestos constantemente a la intemperie, con poca alimentación y sin atención médica adecuada.
El trabajo era extenuante remando durante largas horas sin descanso, a menudo bajo el látigo de los capataces.
Las enfermedades y la desnutrición eran comunes, y la esperanza de vida de un condenado era corta. La higiene era prácticamente inexistente, lo que facilitaba la propagación de infecciones. Además, en caso de batalla, los reos se encontraban en una situación de alto riesgo, ya que no podían escapar y muchas veces eran utilizados como carne de cañón en los enfrentamientos navales.
El uso de las galeras como castigo generó un fuerte impacto social. Por un lado, disuadía a muchos de cometer delitos debido al temor que inspiraba. Por otro, también generaba resistencia y fugas, así como redes de apoyo clandestinas que intentaban ayudar a los condenados. Detalle de la anotación de un reo condenado a galeras
Con el avance de la tecnología naval en el siglo XVIII, las galeras fueron reemplazadas por barcos de vela más eficientes, lo que hizo innecesario el uso de remeros forzados. Además, la creciente humanización de la justicia llevó a la abolición progresiva de esta pena en España. En 1748, bajo el reinado de Fernando VI, se decretó el fin de la condena a galeras, sustituyéndola por otras penas menos crueles, como el trabajo forzado en arsenales y fortificaciones.
LIBROS DE GALERAS
En su nueva sede, Juan Sebastián de Elcano del Archivo Histórico de la Armada, se conservan 25 libros sobre las galeras en donde se registraban todos los datos de interés de los tripulantes a bordo. Aquí figuraba la información de los reos condenados a remar durante los años sentenciados, así como sus descripciones.
“Los libros de galeras fueron restaurados, en un primer término por la Armada con ayuda de financiación privada”, dice Pilar del Campo Hernán, licenciada en Historia y directora técnica del Archivo Histórico de la Armada.
“Posteriormente, el Instituto del Patrimonio Histórico Español, se ha hecho cargo de los trabajos con cargo a su propio presupuesto”.
El Archivo Histórico de la Armada, es un archivo de titularidad estatal y carácter nacional, según el Real Decreto 2598/1998, de 4 de diciembre, que aprobó el Reglamento de Archivos Militares. Forma parte del Sistema Archivístico de la Defensa a través del Subsistema Archivístico de la Armada.
La gestión de su patrimonio documental y archivos está a cargo del Departamento de Archivos Navales, que pertenece al Instituto de Historia y Cultura Naval. Este archivo alberga una gran parte de los documentos de diversas instituciones estatales que han estado relacionadas con la Armada y las actividades marítimas desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XX, tanto a nivel central como regional. Sus fondos son fundamentales para entender la evolución de la Marina militar y científica española durante los siglos XVIII y XIX, así como la historia de los antiguos virreinatos en América y el archipiélago filipino. El Real Decreto 33/2023, de 24 de enero, reorganiza los dos archivos históricos militares de la Armada existentes, estableciendo que el Archivo Histórico de la Armada tendrá dos sedes: “Juan Sebastián de Elcano” (Madrid) que guardará los documentos de los órganos centrales y de mando de la Armada y Álvaro de Bazán (Viso del Marqués), donde se custodiará la documentación de las instituciones territoriales y periféricas.
La sede Juan Sebastián de Elcano conserva documentos de la Secretaría de Estado y del Ministerio de Marina, la Vicaría Episcopal de la Armada y la Dirección de Hidrografía, abarcando desde finales del siglo XVIII hasta el XX. En 2023, fueron trasladados a ella los fondos del Ministerio de Marina que estaban en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, incluyendo documentos del Estado Mayor, Intendencia, Personal, Dirección de Construcciones Navales, Asesoría Jurídica, Dirección de Asuntos Económicos e Intervención, Apoyo Logístico, Servicio Exterior (agregadurías navales) y la Flota. Entre los documentos más antiguos se destacan los relacionados con “Expediciones”, que incluyen campañas y viajes a las Indias. (América y Filipinas) y Europa entre 1783 y 1898, así como expedientes de ingreso en las reales compañías de guardiamarinas y la Escuela Naval Militar, y los expedientes personales de los oficiales de guerra.