Europa lo pide y España no tiene más remedio que ponerse en marcha. La energía eólica es una de las palancas para la descarbonización, por lo que poco antes de Navidad, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico publicaba su “Hoja de Ruta para el desarrollo de la Eólica Marina y de las Energías del Mar en España”.

El colectivo de pescadores quiere dejar claro que nunca se ha negado a la instalación de los molinos marinos, siempre que se garantice que no afectará a caladeros históricos y tradicionales y que no repercuta negativamente a nivel medioambiental, ecológico, socioeconómico y cultural. Los planes de los diferentes consorcios para la instalación de los parques eólicos siguen adelante, en Cabo de Peña y Navia (Asturias) y en A Mariña y Cabo Ortegal (Galicia), y esto propicia nuevas iniciativas por parte del sector.

Los firmantes del manifiesto han solicitado con urgencia una reunión con los titulares del Ministerio de Transición Ecológica y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Paralelamente, los pescadores están encabezando desde hace meses diferentes acciones para lograr adhesiones de otros sectores a una Proposición No de Ley en los parlamentos autonómicos gallego y asturiano.
Para implicar a organizaciones ambientalistas y a la comunidad científica también han solicitado a la Secretaría General de Pesca la organización de congresos tripartitos.

También se han previsto reuniones con el sector en las zonas mediterráneas y del Golfo de Cádiz. En Almería ya se han registrado diferentes iniciativas como la del Ayuntamiento de Níjar que se ha manifestado contrario al proyecto de instalación de un parque eólico marino compuesto por 20 molinos, de 260 m de altura, en una extensión de 70 km2 frente a la costa del Parque Natural Cabo de Gata.

Los pescadores quieren que los molinos se instalen en otras zonas.

El presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores Basilio Otero era contundente: “No vamos a permitir la instalación de los molinos en estos caladeros. Vemos la necesidad de decirle a nuestro sector, que está demasiado tranquilo, cual es el futuro si no hacemos nada. Si el Cantábrico ya está en el rendimiento máximo sostenible desde 2019 queremos seguir así”. 

Otra de las medidas emprendidas será una visita a Portugal para conocer de primera mano cómo ha impactado en el sector la implantación del parque eólico de Viana do Castelo. Precisamente por ello, Torcuato Teixeira, portavoz del Manifiesto de Burela, recordaba que no son válidas las comparaciones con la instalación de molinos en el Mar del Norte o Báltico con flotas pesqueras pequeñas y orografías submarinas distintas: “El Cantábrico tiene más de 5.000 buques y una plataforma continental escasa. En aras a la descarbonización, con la que estamos completamente a favor, no se puede acabar con una actividad que proporciona alimento. Exigimos una transición justa y respetuosa con el medioambiente. A las empresas privadas no podemos pedirles empatía, pero sí a la Administración que además tiene el deber de preservar el interés general y cumplir con el Acuerdo de París que encomienda que no se comprometa la producción de alimentos”.

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, acepta reunirse con las cofradías y reconoce que “es importante trabajar en el terreno y ver las dificultades a resolver con cada uno de los actores implicados”. Para tranquilizar al sector, recuerda que, en el caso de la eólica marina en el Cantábrico, "al tratarse probablemente de estructuras flotantes se permitirá su desplazamiento”.