Hiper reglamentación de la pesca en la UE

Malditos seáis

01/11/2022

Opinión

Antonio Marzoa
barco de pesca en el mar visto desde el interior

Hace poco leía un post de un pescador danés hablando del cansancio que genera oír hablar de sobrepesca, las constantes falacias vertidas contra la actividad, lo absurdo de la normativa de descartes, lo incomprensible del diario electrónico, la pretensión de obligar a instalar cámaras a bordo, la hiper reglamentación que sufre la pesca en la UE, cuyo exceso normativo y de inspección provoca solapamientos y duplicidades, reconocidas por el propio Parlamento Europeo, que llegan a poner fuera de la ley a los pescadores.

Cuanto exponía el amigo danés no difiere de lo que ocurre en el Mediterráneo, donde se está procediendo al exterminio de la pesca de bajura mediante la aplicación de una estrategia clara, de disparo al corazón, atacando frontalmente al arrastre, y que producirá la caída del resto de pesquerías costeras.

Existe gran desconocimiento y desinformación sobre esta necesaria actividad a la que, injustificada e irresponsablemente, repudiamos desde hace tiempo, dejándonos arrastrar por las campañas de márketing de multimillonarias ONG's que, aprovechando lo voluble de la opinión pública, atacan a la pesca con medios y discursos demagógicos, avanzando en despropósitos, que nada tienen que ver con la sostenibilidad del recurso.

Esta estrategia de las ONG’s coincide con la sempiterna aplicación de un principio inexistente en Derecho, el de la presunción de culpabilidad que las Administraciones, en acto reflejo, adjudican al sector. Deviene así, el pescador, no como un formidable profesional responsable, preocupado por el estado del recurso, sino como delincuente culpable de los males y excesos causados por otras actividades antropogénicas.

Obvian que son la principal (cuando no única) fuente de información disponible. Las bases de datos de Administraciones y equipos científicos se alimentan, desde hace decenios y a diario, con las informaciones sobre especies y volúmenes capturados, tallas e, incluso, precios de primera venta que facilitan fehacientemente los pescadores, a través de sus Corporaciones de Derecho Público, las Cofradías.

Desde hace tiempo vienen dándose pasos preparando el terreno y acelerando el resultado perseguido: despojarnos de una actividad primaria vital. Vital para el suministro de alimentos. Vital para acercarnos a la tan cacareada (y urgentemente necesaria) soberanía alimentaria. Vital para garantizar la calidad de vida de nuestros conciudadanos. Vital para seguir sosteniendo y justificando la mejor red del mundo en distribución. Vital para generar riqueza y sostenimiento en las comunidades costeras… La lista es interminable.

Uno de esos pasos es la aplicación del Plan Plurianual para el Mediterráneo Occidental (MAP), que no es más que una reconversión encubierta que la Comisión Europea no está dispuesta a reconocer como tal, pues tampoco está dispuesta a apoyar a las víctimas de sus excesos y errores.

En ninguno de los planes, mal diseñados y peor aplicados, existen estudios previos, merecedores de tal consideración, que analicen la situación social y económica del sector pesquero, víctima de sus desmanes, y al que están dando matarile. Como tampoco se han previsto medidas de acompañamiento, ni compensatorias de ningún tipo.

Dicen que no existe afectación a ningún derecho fundamental, pretendiendo ocultar los muchos puestos de trabajo, directos e indirectos, que se pierden. Y lo peor es que hacen una lectura, interesada y arbitraria, de los textos que ellos mismos redactan. 

Si el MAP prevé que, de ser necesario y demostrarse mediante “los mejores estudios científicos”, se podrían reducir hasta un 40% las jornadas de pesca hasta el 1 de enero de 2025, el comisario lituano y la directora general búlgara (oriundos de países con una gran tradición pesquera, entiéndase el sarcasmo), en connivencia con sus secuaces, consideran que dicha previsión no es más que un mandato inapelable, ergo a toda costa; por lo que hay que reducir un 40% las jornadas disponibles. Y que el sector, víctima de su nefasta política, achante y asuma las consecuencias.

Estamos asistiendo a los estertores de una actividad estratégica que, los mismos que le inoculan veneno en vena, declararon esencial en la pandemia porque entonces no nos llegaba ni panga del Mekong para comer.

Cuando una sociedad acepta lo absurdo sin reaccionar, es que está enferma y en decadencia. Esa es la UE que estamos “construyendo”. 

 

ANTONIO MARZOA, Federació Territorial de Confraríes de Pescadors de Barcelona

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