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La migración no solo transforma ciudades y campos; también está redefiniendo la vida en los puertos y a bordo de los buques. El último Informe sobre la Realidad Migratoria en España del Consejo Económico y Social (CES) confirma que la inmigración es clave para sostener sectores estratégicos, y el marítimo no es la excepción. Desde la pesca artesanal hasta la marina mercante, la presencia de trabajadores migrantes es hoy indispensable para mantener operativa la economía azul.
Un sector que depende de la diversidad
España cuenta con la flota pesquera más grande de la Unión Europea, pero enfrenta un problema estructural: la falta de relevo generacional. Cada vez menos jóvenes españoles optan por embarcarse en faenas largas y duras, lo que ha abierto la puerta a la inmigración como solución. En puertos como Burela (Galicia), siete de cada diez tripulantes son inmigrantes, procedentes de Senegal, Cabo Verde, Indonesia y otros países. La localidad, con apenas 9.450 habitantes, reúne 44 nacionalidades en torno a la pesca.
Estos trabajadores no solo cubren vacantes; aportan experiencia en técnicas como el palangre y sostienen una industria que, según expertos, podría colapsar en tres años si no se garantiza mano de obra cualificada y condiciones dignas.
Migración forzada por la sobrepesca
Paradójicamente, la migración que nutre nuestras flotas tiene su origen en la crisis pesquera de África Occidental. La sobrepesca industrial y la pesca ilegal frente a Senegal y Guinea Bissau han arruinado los medios de vida de miles de pescadores locales, empujándolos a emprender la peligrosa ruta atlántica hacia Canarias. Solo en 2024, 63.970 personas llegaron a España de forma irregular, muchas tras perderlo todo en el mar. “Si hubiera podido ganar suficiente dinero con la pesca, nunca habría venido a Europa”, confiesa Memedou Racine Seck, ex pescador senegalés.
Este fenómeno conecta dos realidades: la presión sobre los ecosistemas marinos y la dependencia europea de mano de obra migrante para sostener su industria pesquera.
Marina mercante: globalización y derechos
En el transporte marítimo, la migración es aún más evidente. El 90% del comercio mundial se mueve por mar, y detrás de esa cifra hay más de un millón de marinos afiliados a sindicatos en 106 países, según la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF). Sin embargo, la globalización del sector ha traído consigo banderas de conveniencia, contratos precarios y casos de abandono en puertos. La ITF denuncia que muchos marinos migrantes sufren explotación, retrasos en el pago de salarios y falta de acceso a atención médica.
España, como Estado de abanderamiento y puerto estratégico, debe garantizar el cumplimiento del Convenio sobre el Trabajo Marítimo (MLC) y las directrices de la OMI, que insisten en la protección de la gente de mar y en la cooperación para el rescate y desembarco seguro de migrantes en peligro en el mar.
Retos y oportunidades
El CES advierte que España necesitará 2,4 millones de trabajadores en la próxima década, y el sector marítimo será uno de los más demandantes. Para ello, es urgente:
- Reconocer títulos y competencias de marinos extranjeros conforme al Convenio STCW, evitando trabas burocráticas que frenan la contratación.
- Mejorar las condiciones laborales en pesca y transporte marítimo, garantizando descansos, seguridad y bienestar.
- Combatir la desinformación y el discurso xenófobo, que invisibilizan la aportación de la migración a la sostenibilidad del sector.
Conclusión
La migración y el mar están unidos por una historia de riesgos y oportunidades. Hoy, esa relación es más estratégica que nunca: sin trabajadores migrantes, la pesca y la marina mercante españolas no podrían mantenerse a flote. El desafío es claro: avanzar hacia una política migratoria ordenada, segura y humanitaria, que proteja derechos y asegure el futuro de la economía azul.
Arraigo por formación:
Otra vía para la integración en el sector marítimo

La realidad descrita plantea una pregunta clave: ¿cómo pueden regularizar su situación quienes ya trabajan en la pesca o aspiran a embarcarse en la marina mercante? Aquí entra en juego el arraigo por formación, una figura legal que se ha convertido en una herramienta estratégica para la integración laboral de personas migrantes en España.
Este mecanismo permite a quienes llevan al menos dos años en el país acceder a una autorización de residencia si se comprometen a realizar formación reglada o certificada en sectores con alta demanda de empleo. El marítimo es uno de ellos: cursos de patrón local de pesca, marinero de puente, operador de máquinas navales o certificados STCW son opciones que abren la puerta a contratos estables y a la regularización.
Según datos del Ministerio de Inclusión, más de 40.000 solicitudes se han tramitado desde la entrada en vigor de esta medida, y las entidades del sector pesquero y portuario ven en ella una oportunidad para cubrir vacantes y profesionalizar la mano de obra.
¿Por qué es relevante para la economía azul?
Porque conecta dos necesidades: la de los migrantes por integrarse y la del sector por encontrar personal cualificado. Además, reduce la vulnerabilidad laboral y fomenta la seguridad marítima.
Puedes leer el artículo completo sobre esta figura legal en la Revista Mar:
➡ Arraigo por formación: una oportunidad para el empleo marítimo



