Descenso brusco de bivalvos
Acuicultura
La producción de la almeja babosa ha caído un 77,6% en los últimos veinte años, según los datos recogidos por la Xunta de Galicia a través de su plataforma especializada, Pesca de Galicia. En 2001 se registraron 1.481.237 kg de almeja babosa, mientras que en 2021 solo se alcanzaron 330.576 kg. Del mismo modo, la almeja fina también baja su producción un 62%, obteniendo en 2001 un total de 734.295 kg, y solo 278.973 kg en 2021.
Algo parecido ocurre con el berberecho. En el 2014, pescadores y mariscadores de los parques de cultivo de Carril comprobaron que “ya no se producían nuevos reclutamientos y que, cuando se observaba alguno, este moría antes de alcanzar un centímetro de talla”. Así lo asegura la Cofradía de Pescadores de Santiago Apóstol de Carril. Para solucionar el impacto económico negativo, compensaron el déficit de berberecho con más producción de otras almejas.
El grupo de investigación EcoCost, de la Universidad de Vigo, constata que la baja producción de moluscos se debe a un descenso de la salinidad en el mar. Las lluvias torrenciales y las olas de calor, derivadas del cambio climático, modifican su hábitat. En consecuencia, alteran su respiración, alimentación, reproducción y comportamiento, provocando un menor crecimiento, o una mayor vulnerabilidad ante enfermedades o depredadores.
La Universidad de Santiago de Compostela, desde la Estación de Bioloxía Mariña da Graña, está realizando otro estudio para analizar la hidrodinámica y la calidad de los bancos marisqueros de la zona interna de la ría eumesa. Todo empezó por la preocupación de la Cofradía de Pescadores de Pontedeume ante el descenso continuado de las capturas de moluscos. Por el momento han diseñado una red detallada de puntos de muestreo y una serie de análisis. Esto les permitirá conocer la calidad del sistema en la actualidad, las variaciones que pueden sufrir durante las distintas estaciones del año y los cambios que se hayan producido en el medio.
La Xunta de Galicia, por su parte, se ocupa de realizar un seguimiento del estado de los bancos marisqueros, trabajando con las cofradías. Afirma que “apoyó desde 2010 distintas acciones para la recuperación productiva de los bancos marisqueros con el objetivo de favorecer la mejora de los ingresos de los profesionales del mar. De hecho, entre ese año y 2021, destinó más de 9 millones de euros a ayudas al desarrollo de cerca de 270 proyectos que permitieron regenerar más de 15 millones de metros cuadrados de bancos marisqueros”. Aseguran que la Consellería do Mar ha aprobado proyectos de regeneración de bancos marisqueros, recuperando un total de 3,2 millones de metros cuadrados y la siembra de más de 42 millones de unidades de semilla de almeja. De esta forma, han contribuido a que la producción marisquera ronde las 8.000 toneladas comercializadas en los últimos años.
CIERRES EN ALGUNAS ZONAS
Por otro lado, el Instituto Tecnolóxico para o Control de Medio Mariño (Intecmar) ha tenido que decretar el cierre del marisqueo en zonas como la ría de Vigo o la ría de Cedeira por la presencia de toxinas, una situación cambiante. Toma estas medidas en función a las zonas afectadas en cada momento para proteger la salud pública y la calidad de los productos gallegos del mar. Desde el Intecmar aclaran que “los episodios de biotoxinas marinas son un fenómeno natural que se repite prácticamente todos los años por la proliferación de distintos tipos de microalgas potencialmente tóxicas. Por eso, los sectores productor, comercializador y transformador cuentan en su planificación anual con la previsión de que se produzcan estos cierres y los tienen en cuenta a la hora de organizar sus estrategias de comercialización”.
LANGOSTINOS MENOS SABROSOS
Investigadores de universidades de Reino Unido, Suecia y Canadá afirman que hay cambios en el sabor y en la apariencia del Pandalus Borealis, un tipo de camarón presente en zonas del Pacífico y del Atlántico. Compararon su supervivencia y la calidad sensorial exponiéndolo a una temperatura extrema. Demostraron que la disminución del pH, producida por una mayor temperatura del agua, aumentaba la mortalidad hasta alcanzar un 63%. También hicieron pruebas en cuanto al sabor, la apariencia y la textura, y comprobaron que había modificaciones en los dos primeros aspectos. Los camarones mantenidos en un pH de 8,0 tenían más posibilidades de ser calificados como los mejores, mientras que los expuestos a un agua más caliente y, por tanto, un menor pH, de 7.5, eran calificados como los menos apetitosos.