"Tu arte refleja quién eres como persona"
Pesca
Quedamos con Adrián Torres en un alto en el camino, de menos de 24 horas, entre Conil y Albania, tras cinco meses de trabajo intenso llega el merecido descanso y desconexión. Nos cita en el Museo Sorolla porque este pintor valenciano ha sido su “musa inspiradora” para diseñar y pintar el mural de 100 metros “Mar de luz” que desde el 15 de agosto adorna el Barrio de la Chanca en Conil a modo de homenaje a la gente del mar.
Adrián Torres no comenzó su carrera profesional como muralista. Tras estudiar Bellas Artes en Sevilla y Barcelona, se contagió del gusanillo del arte urbano en un viaje a Brasil donde le encargaron pintar un mural y el baño de un restaurante, pero donde realmente se gestó este estilo suyo tan personal fue en un viaje a Dallas, que cambió su perspectiva profesional al comprender que el arte es capaz no solo de cambiar escenarios sino también vidas.
Su mural de “Los elefantes” de 30 metros fue el primero de otros 42, por encargo de una inmobiliaria, con el fin de revalorizar un barrio a través de la decoración de sus muros grises. Con esta iniciativa, no solo consiguieron vender y alquilar todos sus inmuebles sino sembrar la semilla de un movimiento modernista que transformó toda una zona marginal de Dallas. Para este pintor gaditano fue el nacimiento de su peculiar estilo a caballo entre el expresionismo abstracto y el Pop Art.
El mural de Conil también ha supuesto un antes y un después en su obra “necesitaba un cambio, porque tu arte refleja quién eres tú como persona. Estos años he vivido una transformación personal, me notaba desconectado de mi forma de pintar. Me ha costado mucho tiempo encontrar la manera de expresar quien soy. Gracias a Sorolla y a Monet, entre otros artistas que han sido parte de mi inspiración, este mural marca una nueva etapa. He cambiado los colores, los trazos, las sombras…todo es diferente, lo he disfrutado y se han abierto nuevos caminos para un arte más personal”.
El ayuntamiento de Conil y las almadrabas Petaca Chico y Gadira patrocinaron este mural que decora el edificio que albergará el Museo del Mar y de la Almadraba.
El proceso creativo comenzó con un dibujo en ordenador y su posterior representación a tamaño escala sobre un lienzo de madera, pero toda obra nace en las manos de su creador y acaba teniendo vida propia.
“Comencé poniendo un elemento sobre otro y sobre un fondo, pero el mural iba evolucionando según se iba plasmando la idea principal de homenajear a la gente del mar, especialmente la última parte donde aparecen los marineros”.
También recuerda con una sonrisa que comenzó pintando ejemplares de “yellowfin” por su colorido, hasta que los propios pescadores le indicaron que allí se pesca atún rojo y tuvo que rectificar sobre la marcha el modelo original.
Casa Museo de Sorolla, fuente de inspiración para su obra. Foto: Patricia Romero
Adrián Torres empleó imágenes antiguas donde aparecían pescadores y trabajadores de la almadraba, entonces comenzó a recibir mensajes de personas que se reconocían en el mural, que también rinde homenaje a la figura y labor de “Manolo el Millonario”, antiguo jefe de la almadraba conileña.
“Este trabajo supone para mí una celebración de Conil y su entorno privilegiado. El puerto de Conil es espectacular y también sus marinas. La luz y el color de Conil me han formado como persona y como artista. Mirar “Mar de Luz” es ver fuerza, energía en el trazo, positividad y alegría”.
Su próximo gran proyecto, además de viajar a Houston donde tiene varios encargos, es hacer hueco en su agenda para crear su colección más personal, “mi estilo, mi obra, donde el mar, el puerto, la pesca del atún y Conil serán los protagonistas”.
ILUMINANDO SONRISAS
También habrá espacio para su obra social que comenzó hace más de siete años en la India, donde viajó para colaborar con la Fundación Vicente Ferrer.
Fue destinado a un centro de niños con parálisis cerebral. “Me pregunté qué podía hacer yo allí y fue cuando me di cuenta que el arte también puede ayudar”.
Comenzó a pintar las paredes del centro descuidadas y sin vida. Las llenó de colores y figuras: rojos para darles energía; verdes para la esperanza; tigres para empoderarlos y sus propias caras... y así nació el proyecto “Riding Colors”.
“Estuve un año viajando por el sudeste asiático y a cada país que llegaba me buscaba una ONG con la que colaborar, sobre todo orfanatos, residencias de ancianos, cárceles o refugios para animales”. De esta manera cada año colabora desinteresadamente con dos o tres proyectos solidarios decorando muros en Marruecos, Tahití, Perú, Filipinas… “He transformado lugares que eran de cemento en sitios acogedores donde a los niños ahora les encanta estar”.
Iluminar a través de arte se consigue conviviendo con ellos unos días antes de comenzar a pintar “es cuestión de sensaciones, escucharlos decir qué les gusta y preguntarles por los colores y las figuras que les motivan”.