Amarradores del puerto de Cartagena Inmovilización y traslado de accidentados - Revista Mar
Amarradores del puerto de Cartagena
29/02/2024
Marina mercante
José María Núñez de Castro
Cuando un barco se acerca al puerto boteros y amarradores entran en acción, desplegando sus habilidades para realizar la maniobra de atraque, quedando el buque amarrado al muelle con precisión. Cada tipo de nave requiere un enfoque específico y los amarradores deben tener un conocimiento profundo de las características únicas de cada barco. La seguridad es la piedra angular del trabajo de estos profesionales.
Su tarea va más allá de simplemente encapillar; deben evaluar constantemente las condiciones del mar, las corrientes y otros factores ambientales para garantizar que el amarre al muelle o boyas sea totalmente seguro en todas las circunstancias.
La destreza para anticipar y reaccionar ante posibles desafíos marítimos es esencial para mantener la integridad de las embarcaciones y la seguridad de la tripulación.
OFICIO DE AMARRADOR
Pedro Baños responsable de los amarradores de Cartagena, explica que: “la definición literal es dar las amarras de los buques a un noray o bolardo. Las características de la maniobra dependen del tipo de buque y el muelle de atraque, que determinan los medios necesarios que tenemos que movilizar”.
“Los grandes buques como petroleros o gaseros suelen atracar en pantalanes de gran altura desde la línea del mar. Estos buques preparan las estachas o calabrotes, arriándolos desde las gateras de proa, para que sean recogidos por la embarcación de amarradores que la transporta hasta los duques de alba y estos son trasladados por los amarradores de tierra, teniendo que virarlos con cabrestantes verticales debido a su gran peso, y encapillándolos a los ganchos de amarre. Los buques más pequeños cuando atracan en muelles lineales suelen lanzar un cabo guía al que se amarra la estacha y esta es recogida desde tierra por el amarrador. Para esta labor también se utilizan vehículos especiales, provistos de cabrestante vertical que ayuda a la recogida de la estacha o a su movimiento a lo largo del muelle”.
Convertirse en un amarrador marítimo implica una formación especializada que combina teoría y práctica. La experiencia se adquiere a lo largo del tiempo, a menudo en el mismo entorno donde la complejidad de las condiciones marítimas proporciona lecciones valiosas, para el correcto desempeño del oficio.
La capacidad de aprender de la experiencia y adaptarse a diversos escenarios es fundamental en este campo. En última instancia, los amarradores marítimos son los guardianes de los puertos, garantizando que cada embarcación que entra o sale lo haga de manera segura y eficiente. Su contribución es vital para mantener el flujo de bienes y personas en el comercio internacional, y su dedicación refleja la importancia de su labor.
MANIOBRA SINCRONIZADA
El práctico de puerto es quien coordina toda la maniobra y da instrucciones al capitán del barco, a los remolcadores y a los amarradores.
La comunicación efectiva y la sincronización precisa es la clave para asegurar que cada movimiento contribuya a un amarre correcto. El buque se acerca al muelle lentamente de manera controlada. La velocidad reducida facilita la maniobra y permite una mejor coordinación durante toda la operación.
MANIOBRA SEGURA
Los vehículos que se desplazan a los muelles de atraque van provistos con viradores verticales, que utilizan los amarradores, cuando el cabo es pesado, o hay que moverlo mucho, evitando los tirones de espalda y las lesiones.
La presencia silenciosa de estos operarios y su habilidad para manejar las cuerdas y cables con maestría son la columna vertebral de la industria marítima, asegurando que los barcos estén atracados con firmeza en los puertos. Después de que los cabos estén en su lugar, se ajusta la tensión para asegurar que la embarcación quede firmemente anclada, pero sin aplicar demasiada presión que pueda dañar el casco o el muelle. Finalmente se realiza una verificación para asegurarse de que todos los cabos estén correctamente colocados y asegurados.
La experiencia y habilidad de los amarradores son fundamentales para realizar este proceso de manera eficaz y segura.
Ver número 643 de marzo
Su tarea va más allá de simplemente encapillar; deben evaluar constantemente las condiciones del mar, las corrientes y otros factores ambientales para garantizar que el amarre al muelle o boyas sea totalmente seguro en todas las circunstancias.
La destreza para anticipar y reaccionar ante posibles desafíos marítimos es esencial para mantener la integridad de las embarcaciones y la seguridad de la tripulación.
OFICIO DE AMARRADOR
Pedro Baños responsable de los amarradores de Cartagena, explica que: “la definición literal es dar las amarras de los buques a un noray o bolardo. Las características de la maniobra dependen del tipo de buque y el muelle de atraque, que determinan los medios necesarios que tenemos que movilizar”.
“Los grandes buques como petroleros o gaseros suelen atracar en pantalanes de gran altura desde la línea del mar. Estos buques preparan las estachas o calabrotes, arriándolos desde las gateras de proa, para que sean recogidos por la embarcación de amarradores que la transporta hasta los duques de alba y estos son trasladados por los amarradores de tierra, teniendo que virarlos con cabrestantes verticales debido a su gran peso, y encapillándolos a los ganchos de amarre. Los buques más pequeños cuando atracan en muelles lineales suelen lanzar un cabo guía al que se amarra la estacha y esta es recogida desde tierra por el amarrador. Para esta labor también se utilizan vehículos especiales, provistos de cabrestante vertical que ayuda a la recogida de la estacha o a su movimiento a lo largo del muelle”.
Convertirse en un amarrador marítimo implica una formación especializada que combina teoría y práctica. La experiencia se adquiere a lo largo del tiempo, a menudo en el mismo entorno donde la complejidad de las condiciones marítimas proporciona lecciones valiosas, para el correcto desempeño del oficio.
La capacidad de aprender de la experiencia y adaptarse a diversos escenarios es fundamental en este campo. En última instancia, los amarradores marítimos son los guardianes de los puertos, garantizando que cada embarcación que entra o sale lo haga de manera segura y eficiente. Su contribución es vital para mantener el flujo de bienes y personas en el comercio internacional, y su dedicación refleja la importancia de su labor.
MANIOBRA SINCRONIZADA
El práctico de puerto es quien coordina toda la maniobra y da instrucciones al capitán del barco, a los remolcadores y a los amarradores.
La comunicación efectiva y la sincronización precisa es la clave para asegurar que cada movimiento contribuya a un amarre correcto. El buque se acerca al muelle lentamente de manera controlada. La velocidad reducida facilita la maniobra y permite una mejor coordinación durante toda la operación.
MANIOBRA SEGURA
Los vehículos que se desplazan a los muelles de atraque van provistos con viradores verticales, que utilizan los amarradores, cuando el cabo es pesado, o hay que moverlo mucho, evitando los tirones de espalda y las lesiones.
La presencia silenciosa de estos operarios y su habilidad para manejar las cuerdas y cables con maestría son la columna vertebral de la industria marítima, asegurando que los barcos estén atracados con firmeza en los puertos. Después de que los cabos estén en su lugar, se ajusta la tensión para asegurar que la embarcación quede firmemente anclada, pero sin aplicar demasiada presión que pueda dañar el casco o el muelle. Finalmente se realiza una verificación para asegurarse de que todos los cabos estén correctamente colocados y asegurados.
La experiencia y habilidad de los amarradores son fundamentales para realizar este proceso de manera eficaz y segura.
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