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KIKO MARÍN, GERENTE DE LA OPPAO DE ONDARROA

Aquí sí hay relevo generacional

31/05/2023

Pesca

Patricia Romero Alonso
Mikel Ortiz y Kiko Marín OPPAO Ondarroa con la imagen del buque Esperanza del Mar de fondo

La actual flota de Ondarroa está compuesta por cien embarcaciones de las que 20 forman parte de la Organización de Productores Pesqueros (OPPAO), la única flota de altura que queda en Euskadi que pesca en aguas europeas no españolas. Al frente, solo durante unos meses, una gerencia colegiada, Kiko Marín, que este mes se jubila, y Mikel Ortiz, que cogerá el relevo.

Sin antecedentes en el mundo de la pesca, pero con unas ganas enormes y muchas ideas en el bolsillo, hace 37 años Francisco Marín “Kiko”, el secretario judicial en Ondarroa, desembarcaba en la gerencia de la asociación que sería el germen de la OPPAO.

Corría el año 1985, España había firmado el Tratado de Adhesión a la Unión Europea, tras una dura negociación bloqueada en muchas ocasiones por cuestiones pesqueras: “A la pesca, tanto antes como ahora, no se le hace caso porque en el PIB del país ocupa un pequeño lugar, pero poca gente fuera del sector sabe que en los acuerdos generales, la pesca tiene mucho peso, como se vio en las negociaciones para la entrada de España en la Unión Europea o recientemente en la salida del Reino Unido”.

Kiko Marín llegó junto a la “lista de los 300”, de los que ahora apenas quedan 88. Y hace memoria para nosotros: “España recién ingresada en la Unión Europea contaba con una potente flota pesquera en las aguas del Gran Sol, el banco pesquero más importante para nuestro país que tuvo previamente que ser reducido ya que Europa aceptó ese número tope, 300, durante las negociaciones del Tratado de Adhesión”.

Este licenciado en Derecho tuvo que ponerse al día rápido para ayudar a los pescadores a adaptarse a todos los cambios que Europa traía, y sigue trayendo. Los años 90 fueron especialmente duros, ya que gran parte de la flota de Euskadi se desmanteló. Pasaia perdió todas sus embarcaciones, muchas cambiaron su puerto base a Ondarroa, pero gran parte de las cuotas de pesca, y licencias, fueron vendidas a armadores gallegos.

Hoy es toda una institución y “uno de los que más sabe de pesca”, según nos cuentan. Este mes se jubila, aunque él mismo se reconoce incapaz de alejarse mucho del mar y seguirá colaborando en lo que le pidan.

Antes, como ahora había que ser previsor: “En los años 80 había patrones que ganaban bien y se planteaban no trabajar para otros y compraban, por tanto, hubo un trasvase de flota muy importante. Cuando entramos en la UE tuvimos que restructurar la flota: o desguazabas o exportabas tus derechos a otro país o cambiabas de censo del tipo de pesca. Eso te permitía recibir ayudas y acumular derechos de pesca en otros buques. Los derechos de pesca que otorgó la UE eran mínimos, con un derecho no tenías nada que hacer, así que hubo armadores que se prepararon bien. Si tenían tres barcos desguazaban dos, percibían las ayudas y se quedaban con un buque y tres derechos de pesca. Así que quedaron en mejor situación”.

La flota de Ondarroa en los años 90 era una de las más grandes del país
La flota de Ondarroa en los años 90 era una de las más grandes del país

Actualmente el equilibrio en Ondarroa se ha logrado después de reducir mucho la flota “pero ahora hay otro tipo de problemas. En esa época vivimos el trasvase de barcos de pasaje a la pesca y después todo lo contrario. Parte de nuestra flota se fue a puertos más boyantes como Burela, Celeiro o Portodosín. Muchos de sus barcos fueron nuestros, pero ahora estamos estabilizados. Desde hace unos años, ya no hay pérdidas”.

Kiko Marín vivió en primera persona el conflicto con la Seguridad Social francesa. En 2013 tenían ocho barcos bajo pabellón francés, la Inspección de Trabajo gala detectó que los contratos de los marineros embarcados en buques franceses cuyos propietarios eran en su mayoría armadores gallegos y vascos no se ajustaban a su legislación laboral por lo que exigió que, 500 marineros y 55 barcos, pasasen a cotizar en Francia. España no estuvo de acuerdo, ya que se trataba de empresas españolas y de trabajadores con residencia fijada en España. Tras numerosas reuniones, en las que participó Kiko Marín, como representante del sector, junto al Instituto Social de la Marina y su equivalente francés, el ENIM, el Consejo de Conciliación de la UE dio la razón a España y todos esos marineros y buques regresaron a la Seguridad Social española.

PESCA DE ALTURA
El puerto de Ondarroa tiene registradas un centenar de embarcaciones, la mayoría es flota artesanal, salvo las 20 que pertenecen a la OPPAO. La unión nació en 1994 de la necesidad de hacer frente a los retos que la Política Pesquera Común trajo a todo el sector y que ha obligado a implementar nuevas medidas para conseguir una mayor sostenibilidad de la actividad pesquera, reducción del impacto medioambiental y mejora de las condiciones de venta y comercialización.
Entre sus tareas, tratan de facilitar los procesos administrativos, incluyendo la interlocución y gestión de documentación; promover el acceso a la formación y el asesoramiento en materia laboral y de Seguridad Social.

Los 20 buques asociados cuentan con un total de 350 trabajadores. Cinco barcos se dedican al palangre, trece al arrastre y dos al arrastre en pareja. Dos de ellos navegan bajo pabellón francés.
“Pese a la que está cayendo con el arrastre -nos comenta Kiko Marín- en Ondarroa nos vamos a resistir mucho a las pretensiones de la Comisión de hacer desaparecer esta arte, y no somos los únicos. Nuestro trabajo es defender al sector y explicar las cosas donde nos quieran oír. El arrastre tiene muchos enemigos por el tema de los ecosistemas marinos, las zonas de protección y ahora por la interacción con los cetáceos y la Comisión tiene por ahí circulando unas ordenes que en el peor de los casos nos cierran del Golfo de Bizkaia hasta Galicia al arrastre y también a otras artes. Así que hay que ir a los foros y explicar cuál es la realidad”. 

Imagen actual del Puerto de OndarroaImagen actual del Puerto de Ondarroa

La mayoría de las embarcaciones en Ondarroa regresan a puerto en el día, las que no, suelen hacer mareas de una semana por el Golfo de Bizkaia. Los barcos que van a Gran Sol están dos meses fuera de Euskadi haciendo mareas de cinco días, ya que desembarcan en Casteltown (Escocia) y Dingle (Irlanda) y desde allí el pescado viaja en camión hasta Ondarroa en una ruta de dos días.
Se descarga en la lonja donde pagan mejor, de esta manera se va hasta Burela con la merluza o los camiones a veces paran en las lonjas francesas de La Rochelle o Lorient donde especies como la juliana o la maruca son muy apreciadas.

Ondarroa tiene una empresa liderada por mujeres: Las hermanas Arauco son armadoras de tres barcos, cuyas experiencias se recogieron en un libro y un documental.

Merluza, gallo y rape componen el 80% de las capturas. Pulpo, calamar, salmonete, raya, lenguado, rodaballo, lubina, chicharro y caballa completan el copo. Lo que ya no queda por la zona es cigala o marisco.

EL RELEVO
Mikel Ortiz se queda al frente de la gerencia de la OPPAO. Este economista ha sido director Comercial de Eroski y anteriormente auditor de cuentas en Arthur Andersen & Co. Tampoco sabía mucho de pescado, pero se siente atrapado por la pasión que contagia a todo el que se acerca profesionalmente al mar.

“Reconozco que hay un desánimo generalizado. Los armadores te dicen que no quieren transmitir el oficio a sus hijos y eso es algo muy triste de escuchar” de ahí que es importante embarcarse en proyectos como PescaEspaña con el que comunicar en positivo el valor del sector pesquero español, su variedad y diversidad, así como sus tradiciones. "Tenemos una cuenta pendiente con la comercialización".

Un buen ejemplo de hacer virtud de un problema fue hacer paradas en ruta y vender en otras lonjas al surgir una normativa francesa que obligaba a los barcos de pabellón francés, pero capital español, a hacer algún tipo de presencia en los puertos galos. Algo parecido ocurrió en Reino Unido, si un barco tiene pabellón británico, parte del negocio tiene que repercutir en alguno de sus puertos. Y así fue como una obligación normativa se convirtió en una nueva manera de dar más valor al producto.  

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