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FAROS Y SEÑALES MARÍTIMAS

La luz que nos guía

31/05/2023

Marina mercante

Ana Díaz
Faro baliza Roncudo

Cada 7 de agosto se celebra el Día Mundial de los Faros. La fecha surgió inicialmente en Estados Unidos para conmemorar la firma de la Ley para el Establecimiento y el Apoyo de Faros, Balizas, Boyas y Muelles Públicos que tuvo lugar en 1789 y, posteriormente, otros países se adhirieron a la iniciativa que reconoce y divulga el importante papel de los faros en la navegación y seguridad marítimas.

“Distinguimos señales visuales, que emiten luz y se ven (faros, balizas y boyas) y señales radioeléctricas (Racon, AIS y DGPS). Ambos sistemas dan seguridad a la navegación. Las tripulaciones de los grandes buques, que en la actualidad navegan con cartas electrónicas guiándose por satélites, no dejan de mirar las luces al aproximarse a la costa o llegar al puerto. No hay límites en seguridad. Cuantas más ayudas tengamos, aunque sean redundantes, más seguros navegaremos ya que, si falla un sistema, tendremos otro”, dice Ignacio Fernández, responsable de sistemas de ayudas a la navegación de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao. 

Cada faro tiene su propio ritmo luminoso. Unos dan más destellos, otros menos. Unos iluminan en una fracción determinada de tiempo por segundo, otros en otra diferente. Es la identidad de cada señal. Ninguna es igual en una misma línea de costa. “España cuenta en la actualidad con 187 faros activos. Hay muchos con la misma cadencia. Cuando esto se da, nos referimos a distintas zonas del litoral, a muchos kilómetros de distancia”, asegura Fernández. Quien lo decide es la Comisión de Faros, dependiente de Puertos del Estado. Por su parte, el Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM) detalla en su “Libro de Faros” la señal diurna o la apariencia externa de cada uno de ellos.

COLOR EN LA OSCURIDAD
La luz que emiten los faros suele ser blanca. Aunque tienen formas distintas, las estructuras arquitectónicas de estas señales marítimas son muy parecidas en todo el mundo. Abundan las construidas en piedra. Muchas son torres con bandas de color rojo o negro, que alternan con otras blancas. Es la imagen más clásica de los faros, aunque algunos destacan por su diseño novedoso y el uso de otros materiales en su construcción.

Por otra parte, suelen ubicarse en entornos naturales privilegiados, al borde de acantilados o en lo alto de una colina en un cabo geográfico, lo que permite distinguirlos a lo lejos. Por el contrario, los situados a pie de playa suelen ser mucho más altos para lograr mayor alcance y desempeñar bien su papel de vigilantes y protectores de marinos y pescadores.

Observando de cerca un faro, vemos que en su parte superior tiene una linterna acristalada. Esto es, una especie de cúpula de cristal en cuyo interior se localiza la óptica, que son las lentes que amplían la luminosidad para que la estructura tenga mayor alcance y, en el centro, la lámpara, que es la parte que emite la luz. 

En el pasado, nada estaba automatizado. Los fareros se encargaban de apagar y encender el faro cada amanecer y cada atardecer. “Había que estar pendiente de la rotación, que es lo que hace girar la óptica y la que proporciona los destellos. Funcionaba a cuerda, con una autonomía de unas seis horas por lo que, como a los antiguos relojes, había que darle cuerda para que no se apagara durante la noche.

Hoy en día esto ya no pasa. Los faros se encienden solos al disponer de células fotoeléctricas que detectan la falta o el exceso de luz solar. Por otra parte, las rotaciones funcionan en ciclos continuados, con motores electromagnéticos, que no se agotan nunca. Además, muchos tienen doble sistema de seguridad para que, si falla un motor de rotación, automáticamente entre en funcionamiento el que estaba en reserva. Lo mismo ocurre cuando una lámpara se funde. Ya no hay que estar presentes, como se hacía antes, para hacer estos cambios”, comenta Fernández.

Las balizas son otras señales visuales de gran utilidad para los profesionales; sobre todo para la flota artesanal o para quienes practican la náutica de recreo. Son de muchos tipos. Las hay con marcas laterales de babor (con luz roja) o de estribor (que emiten luz verde). Otras (de luz amarilla) identifican zonas de recreo como playas o clubs náuticos.

También hay balizas conocidas como “de peligro aislado”. Se caracterizan por ser negras y rojas por fuera. Emiten dos destellos de luz blanca para ser identificadas. Por otra parte, las hay que señalan zonas navegables (normalmente son boyas con franjas verticales rojas y blancas) y balizas que indican los puntos cardinales, combinando los colores negro y amarillo, para indicar por cual cuadrante se debe navegar. 

Estos sistemas de señalización no son arbitrarios. Los decide la Asociación Internacional de Señalización Marítima (IALA, por sus siglas en inglés) que establece las normas de colores y de cadencias luminosas, obligando a adoptarlas a los países pertenecientes a la Asociación. A lo largo del mundo, existen dos sistemas de balizamiento marítimo: el A, que se aplica en Europa, África, Oceanía y Asia (excepto en Japón, Corea y Filipinas) y el B, que afecta a todo el continente americano y a los tres países asiáticos mencionados. Ambos sistemas son análogos. Difieren únicamente en cuanto a la ubicación de las marcas y boyas laterales mientras que el resto de las señales es común a los dos. El sistema internacional de balizamiento marítimo fue instaurado para delimitar canales navegables, señalizar obstáculos a la navegación y servir de ayuda al navegante.

EL OFICIO DE FARERO
Vivir en un faro implica altas dosis de aventura o romanticismo. Habitualmente, estas construcciones están situadas en enclaves naturales privilegiados donde la salida o la puesta del sol son un regalo para los sentidos como también lo son la quietud o la bravura del oleaje y el viento o la inmensidad de las noches estrelladas. Sin embargo, ya casi no hay fareros a la antigua usanza, como aquel que habitaba en Capdepera (Mallorca) y mencionaba Serrat en una de sus canciones.

En la actualidad, el oficio de farero está en “peligro de extinción”. Todavía queda alguno, pero son pocos. El cuerpo nacional de técnicos de señales marítimas se declaró a extinguir en 1992. Un año después, sus funcionarios se integraron en las Autoridades Portuarias que se encargan actualmente de su mantenimiento y autorizan las visitas a quienes desean conocer los faros por dentro. 

“La Ley 27/1992, de 24 de noviembre, de Puertos del Estado y de la Marina Mercante declaró a extinguir el cuerpo. Esto quiere decir que, mientras quede un solo farero en activo de los que pertenecíamos al cuerpo, no se puede extinguir. Solo ocurrirá eso cuando ya todos estemos jubilados”, comenta Ignacio Fernández.

Ignacio Fernández, técnico de señales marítimas
Ignacio Fernández es técnico de señales marítimas en El Ferrol

Este técnico perteneciente a la Autoridad Portuaria de Ferrol residió por un tiempo en el faro del Cabo Torres (Gijón), y posteriormente en la vivienda de balizamiento del puerto del Ferrol. “Siento nostalgia de aquellos años, que era más joven y tenía más idealismo respecto a las señales marítimas. Era como vivir una aventura cada día. En los años 80, aún quedaban muchas señales, sobre todo balizas y boyas, que funcionaban con gas acetileno. Había que llegar a ellas con los acumuladores para reponerlos cuando estaban vacíos. Todo ha evolucionado. Los faros y también nuestras vidas. Hoy me encargo de gestionar las señales que son competencia de la Autoridad Portuaria del Ferrol, de proponer proyectos de mantenimiento o para implantar nuevas tecnologías, de revisar el sistema de calidad ISO 9001 y estar pendiente de cumplir los requisitos para no perder la certificación o de los concursos, entre otras cosas. Me acuerdo del pasado, cuando vivía en un faro cerca del mar. Parece que nadie tiene un padre farero o que nadie conoce a uno. Así que, cuando mis hijos contaban a lo que me dedicaba, siempre despertaban interés. Era una cosa muy llamativa lo de ser farero”.

La tecnología, los modernos sistemas de localización vía satélite, los GPS o los radares no son suficientes para acabar con ese halo de curiosidad que despiertan los faros y sus moradores a quienes, en cierto modo, podemos emular gracias al proyecto “Faros de España”. 
Se trata de una iniciativa, promovida desde Puertos del Estado, con la que se quieren conservar, de manera responsable, sostenible y cuidadosa con el medio ambiente, las infraestructuras construidas junto a los faros que sirvieron de vivienda a los encargados de su mantenimiento, dando una segunda vida a estas instalaciones. 

“Faros de España” se convierte de este modo en un paraguas que recoge proyectos para el desarrollo de un turismo de calidad (cultural, social, alojamiento, mixto) que, gracias a la iniciativa privada, pública, o público-privada ponen en marcha algunos de los espacios que ya no se utilizan para el servicio de la señalización marítima pero que tienen gran potencial como alojamientos turísticos, museos, centros de interpretación o restaurantes.

Faro y alojamiento turístico de Isla Pancha en Ribadeo
En el faro de Isla Pancha en Ribadeo es posible alojarse

Tal es el caso del faro de Isla Pancha, en Ribadeo (Lugo), situado en un pequeño islote cerca de la playa de Las Catedrales al que se accede por un puente. Alberga un faro, una terraza café y una pequeña casa de color azul y blanca dividida en dos apartamentos completamente equipados, con capacidad para cuatro personas. “La peculiaridad del lugar es que te alojas en una pequeña isla en la que, cuando se cierra la terraza, uno siente que es el dueño del mundo”, comenta José Luis López Braña, gerente del alojamiento. Los apartamentos están domotizados y perfectamente insonorizados, lo que garantiza un perfecto descanso para las parejas, que son el cliente tipo o familias con algún niño pequeño. 

Algo más al sur, en la provincia de A Coruña, encontramos varios alojamientos donde vivir experiencias marineras semejantes. Jesús Picallo, vicepresidente del Clúster de Turismo de Galicia y presidente de la Asociación de Empresarios del Camino de Santiago a Finisterre y Muxía, regenta en Finisterre el hotel delicatessen, O´Semáforo. “Es un nuevo concepto de hotel con encanto donde se pueden degustar los exquisitos productos de la gastronomía gallega, bajo la luz del “faro del fin del mundo”. Aquí son numerosos los peregrinos que, acabando en Santiago el Camino, amplían la experiencia durmiendo en este hotel”, dice. 

En la Punta Insua de Carnota, Picallo inauguró no hace mucho el Hotel Faro Lariño, espacio al que denomina “emotional hotel” y en el que “se sienten todas las emociones relacionadas con la cultura del mar, de los faros y los fareros”. Para este empresario, embajador del turismo en Galicia, cada vez son más los interesados en las actividades relacionadas con el mar y los naufragios. Por ello, “la Costa de la Muerte es el lugar ideal para ver como el sol se pone en un mar de aguas heridas, testigo de tantos siniestros”, dice.

DE FARO EN FARO
Además de alojarnos en ellos, los faros son elementos de interés para los aficionados al cine o a la fotografía. Los amantes del séptimo arte recordarán el cartel de la película de Julio Medem, “Lucía y el sexo” en la que su protagonista, Paz Vega, aparece en primer término con el faro de Cap de Barbaria, en Formentera, a sus espaldas. También forman parte de la Historia, la Torre de Hércules, presente en el escudo de A Coruña. Es el faro más antiguo en funcionamiento. Data de la época romana y fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2009.

Estas imágenes idílicas de los faros animan a muchos senderistas a caminar en su búsqueda. Como “hermana pequeña del Camino de Santiago”, Galicia promociona una ruta marinera llena de encanto, que recorre en nueve etapas los 200 kilómetros que van desde Malpica a Finisterre, pasando por las localidades de Niñóns, Ponteceso, Laxe, Arou, Camariñas, Muxia y Nemiña, Una buena manera de ponerse en forma, descubriendo paisajes costeros y de interior. El “Camino de los Faros”, que cada día lo recorren más andantes, es según la ex presidenta de la Federación Europea de Senderismo, Liz Nielsen, “una de las rutas con mayor potencial en todo el continente”.

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