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EN LA ESPAÑA DE 1960 Y CON LA COLABORACIÓN DEL ISM
Barrio de pescadores de Burela
24/10/2024
Más Mar
Historia
Herminia Pernas, historiadora y cronista oficial de Burela
En la España de posguerra, la mejora de las viviendas humildes era una preocupación constante y también un problema a resolver. Por ello, el Estado emprendió diferentes iniciativas y creó nuevos organismos. En este sentido, destacan las actuaciones llevadas a cabo en las casas de pescadores, que supusieron la realización de un estudio a nivel estatal sobre las condiciones de sus viviendas, la reorganización del Instituto Social de la Marina (ISM) y la redacción de varios anteproyectos y proyectos de poblados de pescadores a lo largo de todo el litoral español.
Intentar fomentar la popularidad del Régimen y buscar adhesiones estaban en el centro de las políticas sociales, que destacaban las carencias materiales que sufría la población: dificultades económicas y de vivienda. De hecho, la construcción de casas baratas no estaba exenta de cuestiones ideológicas.
Por un lado, era necesario cumplir con el objetivo de incrementar la natalidad, y para eso hacía falta un hogar decente y cristiano; por otro, había que tener en cuenta el papel en el ámbito privado y doméstico que el nuevo Régimen le reservaba a la mujer. Entonces, por una cuestión de moral, debía finalizarse con las condiciones de hacinamiento en que vivían miles de personas. Y finalmente, urgía mejorar la imagen de las barriadas de chabolas.
OBRA SINDICAL DEL HOGAR
El Régimen fundó en 1939 el Instituto Nacional de Vivienda con el objetivo de impulsar la construcción de casas sociales, pero quien acabó por tener casi todo el protagonismo fue la Obra Sindical del Hogar (OSH), adscrita a la Delegación Nacional de Sindicatos, que dinamizó la construcción de viviendas sociales.
Dentro del marco de la Ley de Viviendas Protegidas se consideró la actividad de la pesca como un recurso económico de gran relevancia para la riqueza de un país con costas abiertas a tres mares. Por eso se empezaron a revisar todos los problemas y necesidades de los pescadores, en especial sus viviendas.
Ante la necesidad de conocer el estado material de las mismas para después llevar a cabo una posible solución, se redactó, en 1941, el Plan Nacional de Mejoramiento de la Vivienda en los Poblados de Pescadores.
ENTIDAD CONSTRUCTORA
La primera fase del plan consistió en un estudio sistemático a través del cual se recopiló información relativa a la situación de las viviendas de pescadores en todas las poblaciones del litoral español.
Inicialmente, la Dirección General de Arquitectura (DGA) fue la encargada de planificar las primeras actuaciones de alojamientos pesqueros hasta que el ISM fue reconocido como entidad constructora en 1945.
A partir de entonces, no solo se encargó de la promoción de las viviendas orientadas a los trabajadores del mar, sino también de la supervisión de las mismas.
Los resultados del análisis se plasmaron en tres volúmenes que se publicaron entre 1942 y 1946, editados por la DGA, que incluían la totalidad de las regiones marítimas españolas, así como todos los puertos pesqueros, independientemente de su importancia o tamaño.
Este vasto trabajo permitió estimar no solo el número de viviendas de nueva construcción necesarias en cada zona, sino también aquellas que podían ser susceptibles de algún tipo de mejora.
En consecuencia, en una segunda fase del plan se definieron las nuevas actuaciones que habría que desarrollar, y que empezaron a materializarse en la costa norte.
Para cada puerto se realizaba un plano donde se distinguían los núcleos que habitaban los pescadores de los que ocupaba el resto de la población. Se dibujaban sus viviendas, incluyendo plantas y alzados, y se analizaban sus condiciones.
Asimismo, se incluían fotografías de algunas casas. El primer tomo vio la luz en 1942, con el título de Plan Nacional de Mejoramiento de la Vivienda en los Poblados de Pescadores. Se trataba de una edición muy cuidada que comprendía la costa desde Gipuzkoa hasta Pontevedra.
POBLADO DE PESCADORES
En general, se estableció un modelo estándar que era adaptable a cada caso particular, y en cada propuesta se pretendía satisfacer todas las necesidades de un núcleo urbano con iglesia, centro comercial, lugares de reunión, escuela, asistencia médica, etc. Por eso, las actuaciones de viviendas pesqueras que se realizaron en la inmediata posguerra española recibieron el nombre de poblado de pescadores.
La principal publicación encargada de dar visibilidad a las propuestas de poblados para pescadores fue la Revista Nacional de Arquitectura, donde en algunos de sus artículos se presentaron diversos proyectos residenciales, desde 1942 hasta 1953.
En los previstos para el litoral cantábrico y Galicia, los edificios tenían cubiertas a dos o cuatro aguas de teja de canal, así como zócalos de piedra que, en ocasiones, revestían por completo la planta baja y las esquinas de las viviendas.
En las zonas comunes estaban proyectados soportales y pórticos en las entradas de las casas, así como contraventanas exteriores de madera.
“Si queremos hacer patria, tenemos que hacer hogares”, llegó a decir el arquitecto José Luis de Arrese, nombrado en 1957 para dirigir el Ministerio de Vivienda, de reciente creación, del que pasó a depender la Obra Sindical del Hogar que, según datos de la propia organización sindical, entre 1939 y 1960 construyó unas 138.686 viviendas.
Entre ellas figuraba un grupo de cincuenta y dos casas sociales en Burela, que se habían empezado a edificar en 1954 y que se entregaron a familias de pescadores el 9 de diciembre de 1956 en un acto oficial que presidió el gobernador civil de Lugo.
CASAS BARATAS
Las viviendas fueron bautizadas con el nombre de Grupo San Juan Bautista pero popularmente se conocían como Casas Baratas, dado que iban a ser ocupadas por las clases más pobres, tal y como declaraba a la prensa el delegado provincial de Sindicatos en 1950 en el diario El Ideal Gallego.
En consonancia con esto, su precio era módico ya que había que entregar 8.000 pesetas de entrada y el resto a pagar en cómodas mensualidades de veinte duros durante cuarenta años, existiendo la posibilidad de hacerse con la propiedad de las mismas.
Sus calles se dedicaron a vecinos fallecidos durante la Guerra Civil, con la particularidad de ser todos ellos del bando franquista; por el contrario, el carabinero burelés Manuel Mon Miranda, destinado en el puesto de Ribadeo, víctima de un disparo por parte de una columna de falangistas al entrar en la villa procedente de Lugo, no fue aún reconocido con el mismo honor.
En los años setenta, los distintos patrones mayores recalcaban que la escasez de marineros podría solucionarse si se ofrecieran viviendas sociales a quién se quisiera dedicar a la pesca; y, al final de esta década, todavía seguían incidiendo en la carencia de este tipo de viviendas, señalando que hacían falta al menos unas 200.
La Transición Política trajo nuevas leyes y una nueva tipología de viviendas sociales.
HERMINIA PERNAS, Profesora de Enseñanza Secundaria y Cronista Oficial de Burela
Leer más en el número 649 de la revista Mar del mes de noviembre.
Intentar fomentar la popularidad del Régimen y buscar adhesiones estaban en el centro de las políticas sociales, que destacaban las carencias materiales que sufría la población: dificultades económicas y de vivienda. De hecho, la construcción de casas baratas no estaba exenta de cuestiones ideológicas.
Por un lado, era necesario cumplir con el objetivo de incrementar la natalidad, y para eso hacía falta un hogar decente y cristiano; por otro, había que tener en cuenta el papel en el ámbito privado y doméstico que el nuevo Régimen le reservaba a la mujer. Entonces, por una cuestión de moral, debía finalizarse con las condiciones de hacinamiento en que vivían miles de personas. Y finalmente, urgía mejorar la imagen de las barriadas de chabolas.
OBRA SINDICAL DEL HOGAR
El Régimen fundó en 1939 el Instituto Nacional de Vivienda con el objetivo de impulsar la construcción de casas sociales, pero quien acabó por tener casi todo el protagonismo fue la Obra Sindical del Hogar (OSH), adscrita a la Delegación Nacional de Sindicatos, que dinamizó la construcción de viviendas sociales.
Dentro del marco de la Ley de Viviendas Protegidas se consideró la actividad de la pesca como un recurso económico de gran relevancia para la riqueza de un país con costas abiertas a tres mares. Por eso se empezaron a revisar todos los problemas y necesidades de los pescadores, en especial sus viviendas.
Ante la necesidad de conocer el estado material de las mismas para después llevar a cabo una posible solución, se redactó, en 1941, el Plan Nacional de Mejoramiento de la Vivienda en los Poblados de Pescadores.
ENTIDAD CONSTRUCTORA
La primera fase del plan consistió en un estudio sistemático a través del cual se recopiló información relativa a la situación de las viviendas de pescadores en todas las poblaciones del litoral español.
Inicialmente, la Dirección General de Arquitectura (DGA) fue la encargada de planificar las primeras actuaciones de alojamientos pesqueros hasta que el ISM fue reconocido como entidad constructora en 1945.
A partir de entonces, no solo se encargó de la promoción de las viviendas orientadas a los trabajadores del mar, sino también de la supervisión de las mismas.
Los resultados del análisis se plasmaron en tres volúmenes que se publicaron entre 1942 y 1946, editados por la DGA, que incluían la totalidad de las regiones marítimas españolas, así como todos los puertos pesqueros, independientemente de su importancia o tamaño.
Este vasto trabajo permitió estimar no solo el número de viviendas de nueva construcción necesarias en cada zona, sino también aquellas que podían ser susceptibles de algún tipo de mejora.
En consecuencia, en una segunda fase del plan se definieron las nuevas actuaciones que habría que desarrollar, y que empezaron a materializarse en la costa norte.
Para cada puerto se realizaba un plano donde se distinguían los núcleos que habitaban los pescadores de los que ocupaba el resto de la población. Se dibujaban sus viviendas, incluyendo plantas y alzados, y se analizaban sus condiciones.
Asimismo, se incluían fotografías de algunas casas. El primer tomo vio la luz en 1942, con el título de Plan Nacional de Mejoramiento de la Vivienda en los Poblados de Pescadores. Se trataba de una edición muy cuidada que comprendía la costa desde Gipuzkoa hasta Pontevedra.
POBLADO DE PESCADORES
En general, se estableció un modelo estándar que era adaptable a cada caso particular, y en cada propuesta se pretendía satisfacer todas las necesidades de un núcleo urbano con iglesia, centro comercial, lugares de reunión, escuela, asistencia médica, etc. Por eso, las actuaciones de viviendas pesqueras que se realizaron en la inmediata posguerra española recibieron el nombre de poblado de pescadores.
La principal publicación encargada de dar visibilidad a las propuestas de poblados para pescadores fue la Revista Nacional de Arquitectura, donde en algunos de sus artículos se presentaron diversos proyectos residenciales, desde 1942 hasta 1953.
En los previstos para el litoral cantábrico y Galicia, los edificios tenían cubiertas a dos o cuatro aguas de teja de canal, así como zócalos de piedra que, en ocasiones, revestían por completo la planta baja y las esquinas de las viviendas.
En las zonas comunes estaban proyectados soportales y pórticos en las entradas de las casas, así como contraventanas exteriores de madera.
“Si queremos hacer patria, tenemos que hacer hogares”, llegó a decir el arquitecto José Luis de Arrese, nombrado en 1957 para dirigir el Ministerio de Vivienda, de reciente creación, del que pasó a depender la Obra Sindical del Hogar que, según datos de la propia organización sindical, entre 1939 y 1960 construyó unas 138.686 viviendas.
Entre ellas figuraba un grupo de cincuenta y dos casas sociales en Burela, que se habían empezado a edificar en 1954 y que se entregaron a familias de pescadores el 9 de diciembre de 1956 en un acto oficial que presidió el gobernador civil de Lugo.
CASAS BARATAS
Las viviendas fueron bautizadas con el nombre de Grupo San Juan Bautista pero popularmente se conocían como Casas Baratas, dado que iban a ser ocupadas por las clases más pobres, tal y como declaraba a la prensa el delegado provincial de Sindicatos en 1950 en el diario El Ideal Gallego.
En consonancia con esto, su precio era módico ya que había que entregar 8.000 pesetas de entrada y el resto a pagar en cómodas mensualidades de veinte duros durante cuarenta años, existiendo la posibilidad de hacerse con la propiedad de las mismas.
Sus calles se dedicaron a vecinos fallecidos durante la Guerra Civil, con la particularidad de ser todos ellos del bando franquista; por el contrario, el carabinero burelés Manuel Mon Miranda, destinado en el puesto de Ribadeo, víctima de un disparo por parte de una columna de falangistas al entrar en la villa procedente de Lugo, no fue aún reconocido con el mismo honor.
En los años setenta, los distintos patrones mayores recalcaban que la escasez de marineros podría solucionarse si se ofrecieran viviendas sociales a quién se quisiera dedicar a la pesca; y, al final de esta década, todavía seguían incidiendo en la carencia de este tipo de viviendas, señalando que hacían falta al menos unas 200.
La Transición Política trajo nuevas leyes y una nueva tipología de viviendas sociales.
HERMINIA PERNAS, Profesora de Enseñanza Secundaria y Cronista Oficial de Burela
Leer más en el número 649 de la revista Mar del mes de noviembre.