La vida detrás de los cruceros de lujo
18/09/2025

Marina mercante

Anabel Gutiérrez
Terminal de cruceros de marina bay en Singapur
Trabajar en un crucero de lujo puede parecer, desde tierra firme, una experiencia idílica: viajar por el mundo, conocer culturas diversas, disfrutar de paisajes exóticos y vivir en una especie de hotel flotante. Pero la vida a bordo es mucho más compleja. Es una rutina exigente, marcada por la convivencia en espacios reducidos, jornadas laborales intensas y una estructura jerárquica férrea. Para quienes se embarcan, no es solo un trabajo: es un estilo de vida. 

UNA CIUDAD FLOTANTE

La estructura funcional de un crucero se asemeja a la de una ciudad en miniatura. Hay departamentos de ingeniería, cubierta, entretenimiento, restauración, seguridad y administración. La jerarquía es clara: el capitán es la máxima autoridad, seguido por el staff captain, los chief officers y el resto del equipo técnico. Esta organización garantiza la seguridad y el confort de miles de personas a bordo. Los camarotes de la tripulación suelen estar ubicados en las cubiertas inferiores, incluso bajo la línea de flotación. Son espacios reducidos, compartidos en la mayoría de los casos, con literas y baños comunes. La privacidad es limitada, y la convivencia exige tolerancia, respeto y capacidad de adaptación. “La vida en un barco cumple con la definición de institución total -afirma Daniel Milla, jefe de Emergencias y Seguridad en Royal Caribbean-, que, según el sociólogo Erving Goffman, es el lugar donde un gran número de personas en igual situación comparten, aisladas de la sociedad, una residencia y un trabajo”. 

SEGURIDAD EN ALTA MAR
 
Daniel Milla es responsable de la seguridad y la gestión de emergencias.
Daniel Milla es responsable de la seguridad y la gestión de emergencias. 

Con formación en criminología, derecho penal y seguridad pública, Daniel Milla Gascón decidió embarcarse en el mundo de los cruceros en 2022, tras la pandemia. Su perfil profesional, forjado en proyectos europeos con la Generalitat de Catalunya y en la Universidad de Barcelona, parecía destinado a desarrollarse en tierra firme. Sin embargo, su pasión por el mar -heredada de su tío pescador y alimentada por el buceo recreativo-, y su carácter inquieto lo llevaron a postularse como Security Officer en Royal Caribbean.

Desde entonces ha ascendido hasta ocupar el puesto de Public Safety Officer, con responsabilidades que abarcan tanto la seguridad como la gestión de emergencias. Su labor incluye el control de accesos, la coordinación con fuerzas de seguridad internacionales como el FBI, Interpol o Europol, y la investigación de incidentes a bordo. “Todo lo que pasa en tierra también sucede en el mar”, afirma. Ha gestionado casos de robos, agresiones, violencia doméstica, intentos de suicidio y desapariciones. También ha participado en evacuaciones médicas con helicóptero y en operaciones conjuntas con cuerpos policiales. Daniel describe la vida a bordo como intensa y altamente protocolarizada. “Cada tipo de emergencia tiene su código: Alfa para emergencias médicas, Bravo para incendios, Oscar para persona al agua”. La rutina está marcada por jornadas de hasta 12 horas, sin días libres, y una convivencia multicultural que exige tolerancia y liderazgo justo. “He tenido hasta 11 nacionalidades en mi equipo”, señala.

Entre las ventajas, destaca el salario, los paisajes únicos y el dinamismo del trabajo. Entre las desventajas, la distancia con la familia, la falta de intimidad y la presión emocional. “Hay que ser independiente, ambicioso y muy trabajador. No tienes a tu grupo primario, y eso puede afectar emocionalmente”.

NAVEGAR POR VOCACIÓN 
 
Cheyenne Méndez durante su etapa como Primer Oficial en el Celebrity Cruises.
Cheyenne Méndez durante su etapa como Primer Oficial en el Celebrity Cruises.
Desde que terminó sus estudios en Náutica en 2015, Cheyenne Méndez ha trazado una carrera marcada por la determinación y el compromiso. Su vocación nació frente al mar, en Canarias, donde desde niña se preguntaba cómo flotaban los barcos, cómo se propulsaban y cómo se organizaba la vida a bordo. “Sabía que no quería trabajar en una oficina”, afirma. Tras sus prácticas en Boluda Tankers y Naviera Armas, su primer contrato como oficial fue en Fred Olsen Express, donde navegó en el trimarán Benchijigua Express y el catamarán Bencomo Express. 

Durante seis años trabajó como segundo y primer oficial en Celebrity Cruises, con rotaciones de cuatro meses de trabajo y dos de descanso, que más tarde se ajustaron a tres y tres. Aunque nunca compartió camarote, vivió el aislamiento comunicativo: “En 2019 pagaba 7 dólares por hora de Internet. Durante la pandemia, solo teníamos WhatsApp de texto”. Destaca la multiculturalidad como una de las grandes riquezas de la vida a bordo. Ha convivido con tripulantes de decenas de nacionalidades, lo que le ha permitido abrir fronteras mentales y crecer como profesional. También valora las oportunidades de promoción y la posibilidad de conocer lugares exóticos. Pero no todo es idílico. “La vida en un barco es intensa. No es para todo el mundo. Hay que aceptar la lejanía, la rutina y la exigencia”. Aun así, insiste: “Más que una profesión, es un estilo de vida. Y si tienes vocación, te aporta muchísimo”.

PARA JÓVENES SIN ATADURAS
 
técnico de escenarios subacuáticos, donde su labor incluía asistir bajo el agua a artistas en espectáculos como Cats y Mamma Mia.
Charlie Goodwin fue técnico de escenarios subacuáticos en la Royal Caribbean. 
Patrón portuario en Palma, Charlie Goodwin trabajó durante varios años en Royal Caribbean International, embarcado en algunos de los cruceros más grandes del mundo, como el Allure of the Seas y el Oasis of the Seas. Comenzó como monitor deportivo -organizando clases de escalada, actividades en simuladores de olas-, y fue promovido a técnico de escenarios subacuáticos, donde su labor incluía asistir bajo el agua a artistas en espectáculos como Cats y Mamma Mia. “Tenía que conocer cada show al milímetro. Si fallas, puedes poner en peligro a los artistas”, explica.

La convivencia a bordo, con más de 2.300 trabajadores de más de 60 nacionalidades, no siempre fue fácil. Charlie denuncia casos de discriminación, aislamiento y bullying, especialmente hacia quienes no pertenecían al grupo angloamericano dominante. “La política de tolerancia cero existe, pero no siempre es suficiente”, afirma.

También señala que Capitanía Marítima no reconoció sus titulaciones ni embarques, la rigidez normativa y la precariedad de algunos contratos. Durante la pandemia, no recibió ninguna ayuda económica y tuvo que volver a vivir con su madre. “Estás contratado bajo jurisdicción de Bahamas, y eso implica que tus derechos laborales no se ajustan a los estándares europeos”. A pesar de todo, recomienda la experiencia como etapa vital, especialmente para jóvenes sin ataduras. “No es una aventura romántica, es una experiencia intensa, regulada y emocionalmente exigente. Hay que saber elegir las batallas y tener claro que es una opción temporal, no un estilo de vida para todos”.

CON MUCHA RESILIENCIA 
 
Bryan Muñoz
Bryan Muñoz es responsable de operaciones de gas natural licuado (GNL) en Royal Caribbean Group.
Desde su puesto como responsable de operaciones de gas natural licuado (GNL) en Royal Caribbean Group, Bryan Muñoz recorre el mundo gestionando el suministro energético de una flota que navega entre continentes. Ingeniero mecánico especializado en combustibles alternativos, su labor técnica lo conecta con autoridades portuarias en lugares tan diversos como Vancouver, Singapur o Tenerife. Pero su experiencia va más allá de los cálculos y las autorizaciones. “Es un mundo de lobos solitarios”, confiesa. Aunque no embarca como tripulante fijo, ha vivido la convivencia a bordo: camarotes compartidos, falta de intimidad y relaciones marcadas por la rotación constante. La vida en un crucero exige adaptación, resiliencia y, a menudo, sacrificios personales. A pesar de ello, Bryan destaca el esfuerzo de las compañías por ofrecer actividades recreativas y mantener el bienestar de la tripulación. La tripulación suele cuidar su salud física, y el gimnasio es uno de los espacios más frecuentados.

En cuanto a las condiciones laborales, señala que los salarios pueden ser elevados, especialmente en departamentos técnicos. Un jefe de máquinas puede superar los 8.000 euros mensuales, aunque estos contratos no incluyen cobertura médica ni planes de jubilación. Muchos profesionales invierten sus ingresos en negocios paralelos, como alojamientos turísticos o pequeños restaurantes. También denuncia la escasa visibilidad del sector naval en España y la dificultad que enfrentan los jóvenes para embarcarse profesionalmente. Frente a la burocracia nacional, propone mirar hacia modelos como el francés, donde se incentiva la formación y el empleo marítimo.

LA VIDA A BORDO

Trabajar en un crucero ofrece ventajas evidentes: buen salario, alojamiento y comida gratuitos, posibilidad de viajar, conocer culturas diversas y acceder a promociones internas. Pero también implica desafíos: jornadas de 12 a 14 horas, siete días a la semana, convivencia en espacios reducidos, aislamiento emocional y exigencia constante.

Quienes han vivido esta experiencia coinciden en algo: trabajar en un crucero no es para todos, pero puede ser una etapa transformadora. Requiere sacrificio, pero también ofrece recompensas únicas. Y, sobre todo, enseña a mirar el mundo desde otra perspectiva: la del mar. 

ENTREVISTA 

Anna Acosta
Primer Oficial en Disney Cruise Line


Anna Acosta Primer Oficial en Disney Cruise Line

Primer Oficial en Disney Cruise Line, Ana llegó al mundo de los cruceros tras casi una década en buques de carga y ferris. 

¿Qué ventajas y desventajas tiene trabajar en un crucero?

En mi opinión, es un 50/50. La parte buena es que trabajas en un entorno multicultural, conoces a gente de partes del mundo que ni sabías que existían, visitas lugares impresionantes y vives experiencias únicas, como asistir a estrenos de películas exclusivas a bordo o disfrutar de espectáculos que como pasajero costarían una fortuna.

Pero no hay que olvidar que se trabajan muchas horas, los camarotes pueden ser bastante más pequeños (los barcos son cada vez más grandes a costa de reducir los espacios de la tripulación), y se pasa mucho tiempo lejos de casa, a veces con apenas unos minutos al día para contactar con los tuyos.
 
Para aquellas personas que quieran trabajar aquí, ¿qué les aconsejaría?

A quien se esté planteando trabajar en cruceros, le diría que es una experiencia que merece la pena, pero que no se deje llevar por lo que ve en redes. No es una vida de vacaciones permanentes, es un trabajo exigente, con muchísima responsabilidad por la cantidad de vidas que llevamos a bordo, y con un ritmo que a veces no da ni para procesar el día.

Aun así, si tienes vocación y sabes trabajar en equipo, esta experiencia te aporta muchísimo a nivel profesional y personal.

¿Le ocurrió eso, que tenía una idea equivocada de esta vida?

Sí, yo misma llegué con ciertas ideas preconcebidas por la imagen que tenía de internet.
Desde mi experiencia, la carga de trabajo y la exigencia en seguridad y operatividad es altísima. Y si no cuentas con un buen nivel de inglés, se puede hacer aún más complicado adaptarte.

También he visto el caso contrario: gente que viene pensando que esto va a ser un infierno… y termina encantada con el ambiente, las dinámicas a bordo y las oportunidades de desarrollo.

¿Qué le llevó a embarcarse en un crucero, qué fue lo que le motivó y cómo lo ha llevado respecto a su vida personal?

Lo que me motivó fue la curiosidad profesional y las ganas de seguir creciendo, pero salir de mi zona de confort no fue nada fácil.
A nivel personal y familiar… se lleva como se puede. Algo que creo que entenderá cualquier marino es ese estado de ánimo que aparece los días previos al embarque. Esa sensación difícil de explicar, que te acompaña durante la preparación de la maleta, el vuelo, la noche anterior… hasta que entras en rutina y te centras en el trabajo. Con los años, está costando cada vez más. 

Pero también aprendes a valorar el tiempo en casa, lo disfrutas más y mejor.

Leer más contenidos en la revista Mar número 659 del mes de octubre.
 

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