Sanidad Marítima
El doble rostro del sol: bienestar y enfermedades
28/11/2025

ISM

Sanidad marítima

Rosa Gandía Bonnín*
pescador quemado por el sol con un calamar en la mano
Sin el sol la vida es imposible, pero a su vez sus efectos pueden ser muy dañinos para la salud de los seres humanos. Para los trabajadores del mar que desarrollan su trabajo en permanente exposición al sol, no utilizar la protección debida puede desencadenar serios problemas de salud.

La existencia de nuestro planeta, su lugar en el universo y la vida en él sería imposible sin el sol. Esta estrella es la fuente primaria de energía para los ecosistemas de la tierra. Procesos como la fotosíntesis en las plantas, el desarrollo de la cadena alimentaria, el ciclo del agua y el control de la temperatura del planeta están estrechamente vinculados a la existencia del sol.

Directamente sobre la piel el sol induce la producción de la vitamina D, que participa en la modulación de los mecanismos inmunitarios: actúa en la barrera que constituye la mucosa intestinal, participa en la estimulación de las células defensivas del organismo, y estabiliza la respuesta inflamatoria.
La participación de la vitamina D en la absorción del calcio y la formación y mantenimiento de estructuras óseas y dientes es ampliamente conocida.
La luz solar influye en el control del ritmo circadiano, favoreciendo la producción de hormonas como el cortisol y la melatonina. Así mismo favorece el desarrollo de emociones positivas.
 

Sin embargo…

Las emisiones solares son ondas electromagnéticas de diferentes longitudes, entre ellas destacan los rayos ultravioletas (UVA, UVB) que alcanzan la tierra atravesando la atmósfera aun en los días más nublados. Estas emisiones en dependencia de su longitud de onda penetran con mayor o menor profundidad causando efectos dañinos en la piel.
 
Los rayos UVA de longitud de onda mayor, actúan más profundamente, llegando hasta la dermis. Pueden ocasionar pérdida de elasticidad, foto-envejecimiento prematuro, manchas y la formación de arrugas profundas en la piel, llegando además a producir modificaciones cancerígenas en las células cutáneas.  Están presentes durante todas las horas del día todos los meses del año.
 
Por poseer una menor longitud de onda, los rayos UVB son responsables de las lesiones más superficiales en la piel, produciendo desde quemaduras solares (eritema solar) muy molestas y dolorosas, hasta lesiones malignas como los carcinomas basocelulares y espinocelulares entre otros. Los rayos solares pueden modificar el ADN de las células cutáneas.

Los UVB son más fuertes durante la primavera hasta principios de otoño. Se describe que julio es el mes donde se producen con mayor intensidad estas radiaciones solares en el hemisferio norte, y en especial en los horarios comprendidos entre las 10 de la mañana a 4 o 5 de la tarde.
 

Lesiones malignas 

Carcinoma basocelular: Es la lesión que más se observa, en especial en las zonas del cuerpo expuestas al sol. Su crecimiento habitualmente es lento y puede presentarse como una protrusión perlada con vasos sanguíneos visibles en su superficie. Se extiende a otras zonas del cuerpo con menor frecuencia que otras formaciones malignas, no obstante, debe ser diagnosticada y tratada de forma preferente.

Carcinoma espinocelular: Presenta un crecimiento más rápido y tiende a producir metástasis. Entre sus formas de presentación está la aparición en la piel de lesiones de color rojo de aspecto escamoso, o en forma de costra con superficie áspera, de difícil cicatrización.

Melanoma: Es menos común que los anteriores, sin embargo, su capacidad de metástasis es mayor. Aparece en cualquier parte del cuerpo y tiene entre otras características la aparición de lesiones dermatológicas que no presentan bordes regulares y que se modifican visiblemente con relación a su color y tamaño.

En los ojos: Las cataratas, pterigión y otras afectaciones como lesiones en la retina, pueden ser consecuencia de la exposición permanente a los rayos solares. Debe considerarse que estas emisiones también se reflejan por el agua y otras superficies causando daño en los ojos cuando no se utiliza la protección adecuada.
 

Como protegerse

  1. Entre las 10 de la mañana y las 5 de la tarde debe minimizarse la exposición al sol.
  2. Usar ropa protectora, sombrero y gafas por los efectos de las emisiones solares directas y reflejadas.
  3. El uso de factor de protección solar del mayor porcentaje posible debe ser diario (aun cuando el día esté nublado) aplicándolo aproximadamente media hora antes de la exposición y de ser posible repitiendo su aplicación cada dos horas o cuando el sudor o el agua haya barrido el producto.
  4. Hidratarse lo suficiente cuando se expone la piel a los efectos de los rayos UVA y UVB.
  5. Evitar el uso de bronceados artificiales como camillas u otros. 

Observa

Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado, cuando aparecen en la piel lesiones que sangran con facilidad, tardan en cicatrizar, aumentan de tamaño y/o presentan evidentes cambios en su coloración, se debe acudir a consulta con especialista lo antes posible. 

*Rosa María Gandía Bonnín, médico de Sanidad Marítima

El invierno en la piel
➡ Leer más en el número 661 del mes de diciembre de la revista Mar

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