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TRIBUNA
Aprender de los problemas
29/02/2024
Más Mar
Opinión
Javier Garat
El 20 de enero celebrábamos el Día Mundial de la Educación Ambiental inmersos todavía en el vertido de más de 26 toneladas de pélets, procedentes del buque Toconao, de bandera liberiana, en aguas de Portugal y que acabaron llegando a las costas gallegas, asturianas, cántabras y vascas, así como francesas, ocurrido el 8 de diciembre de 2023.
La noticia, que saltó a los medios del panorama nacional a primeros de enero, generó alarma social y puso sobre la mesa la posibilidad de que los pélets pudieran ser ingeridos por las especies marinas y acabaran en los estómagos de los ciudadanos.
La respuesta inmediata desde el sector pesquero se centró en permanecer alerta y utilizar todos los mecanismos e instrumentos a su alcance para asegurar que los pescados y mariscos que llegan a los consumidores lo siguen haciendo, como es habitual, con los mayores estándares de calidad y seguridad. Es decir, en primer término, nos dedicamos a contener la especulación mediática, informar con datos y argumentos científicos, tranquilizar a la población y garantizar la seguridad en el consumo del pescado capturado por nuestros pescadores en las zonas afectadas.
Los pescadores apelamos a la ciencia y a los científicos para determinar los efectos reales de este vertido de bolas de plástico sobre la salud. Supimos pronto que estaban hechas de polietileno, que no es tóxico, que no se trataba de microplásticos, y que, en caso de que fueran ingeridos por los peces, estarían presentes en su estómago e intestinos, partes no consumidas por el ser humano.
El vertido del Toconao ha servido para inocular en el castellano popular el término pélet (bolas o piezas cilíndricas de pequeño tamaño y de muy diversos materiales: desde perdigones, píldoras o piensos para animales hasta pequeñas bolas de plástico –las del vertido de diciembre son de polietileno– que sirven como materia prima para hacer productos de este material, como explica la Fundeu); para generar alarma social, dar cartuchos de polémica a la clase política, y, lo que es más importante, para poner sobre la mesa la seguridad alimentaria y el problema de la contaminación de nuestros mares por fugas de plásticos.
Según el informe “Global Plastic Outlook 2022” de la OCDE, cada año llegan a los océanos 1,7 millones de toneladas (Mt) de plástico procedentes, en la mayoría de los casos, de actividades en tierra. En concreto, de los 6,1 millones de toneladas de residuos plásticos que se filtraron en los medios acuáticos en 2019, 1,7 Mt fluyeron hacia los océanos.
La OCDE calcula que hay 30 millones de toneladas de residuos plásticos en los mares y océanos, y que otros 109 Mt se han acumulado en los ríos. La acumulación de plástico en los ríos implica, según los expertos de la OCDE, que las filtraciones hacia los océanos continuarán durante décadas, incluso si se lograra reducir significativamente el volumen de residuos plásticos mal gestionados.
Desde el sector pesquero creemos que esta desafortunada situación debe servir para, sacando de lo malo lo mejor, impulsar y reforzar las acciones y políticas preventivas capaces de minimizar el impacto de cualquier tipo de riesgo que el intenso tráfico marítimo de la cornisa cantábrica y del Atlántico pueda tener en su sostenibilidad ambiental, económica y social.
Así mismo, creemos que debe servir para concienciar a los ciudadanos y a las administraciones del problema que suponen esos 1,7 millones de toneladas de residuos plásticos que cada año llegan a los océanos.
Para primar todo lo que hagamos en el ámbito doméstico, en el profesional y en el público en favor de la buena gestión de los residuos, aunque los resultados tarden en hacerse notar.
En definitiva, el sector pesquero llama a la calma y a la no especulación informativa en torno a sucesos como el vertido del Toconao e insta a los partidos políticos, al Gobierno de España y a las Comunidades Autónomas a trabajar conjuntamente para aclarar y determinar de manera solvente el alcance real medioambiental, social y económico de estos incidentes, y para buscar soluciones eficaces para su erradicación.
Aprendamos a sacar de lo malo lo mejor. Y no se olviden de una cosa, la pesca no es el problema, es parte de la solución. Nuestros pescadores recogen cada año cientos de toneladas de basuras marinas, incluidos plásticos, del fondo del mar y lo llevan a puerto para su posterior reciclaje, siendo un auténtico ejemplo de economía circular.
Ver número 643 MAR
La noticia, que saltó a los medios del panorama nacional a primeros de enero, generó alarma social y puso sobre la mesa la posibilidad de que los pélets pudieran ser ingeridos por las especies marinas y acabaran en los estómagos de los ciudadanos.
La respuesta inmediata desde el sector pesquero se centró en permanecer alerta y utilizar todos los mecanismos e instrumentos a su alcance para asegurar que los pescados y mariscos que llegan a los consumidores lo siguen haciendo, como es habitual, con los mayores estándares de calidad y seguridad. Es decir, en primer término, nos dedicamos a contener la especulación mediática, informar con datos y argumentos científicos, tranquilizar a la población y garantizar la seguridad en el consumo del pescado capturado por nuestros pescadores en las zonas afectadas.
Los pescadores apelamos a la ciencia y a los científicos para determinar los efectos reales de este vertido de bolas de plástico sobre la salud. Supimos pronto que estaban hechas de polietileno, que no es tóxico, que no se trataba de microplásticos, y que, en caso de que fueran ingeridos por los peces, estarían presentes en su estómago e intestinos, partes no consumidas por el ser humano.
El vertido del Toconao ha servido para inocular en el castellano popular el término pélet (bolas o piezas cilíndricas de pequeño tamaño y de muy diversos materiales: desde perdigones, píldoras o piensos para animales hasta pequeñas bolas de plástico –las del vertido de diciembre son de polietileno– que sirven como materia prima para hacer productos de este material, como explica la Fundeu); para generar alarma social, dar cartuchos de polémica a la clase política, y, lo que es más importante, para poner sobre la mesa la seguridad alimentaria y el problema de la contaminación de nuestros mares por fugas de plásticos.
Según el informe “Global Plastic Outlook 2022” de la OCDE, cada año llegan a los océanos 1,7 millones de toneladas (Mt) de plástico procedentes, en la mayoría de los casos, de actividades en tierra. En concreto, de los 6,1 millones de toneladas de residuos plásticos que se filtraron en los medios acuáticos en 2019, 1,7 Mt fluyeron hacia los océanos.
La OCDE calcula que hay 30 millones de toneladas de residuos plásticos en los mares y océanos, y que otros 109 Mt se han acumulado en los ríos. La acumulación de plástico en los ríos implica, según los expertos de la OCDE, que las filtraciones hacia los océanos continuarán durante décadas, incluso si se lograra reducir significativamente el volumen de residuos plásticos mal gestionados.
Desde el sector pesquero creemos que esta desafortunada situación debe servir para, sacando de lo malo lo mejor, impulsar y reforzar las acciones y políticas preventivas capaces de minimizar el impacto de cualquier tipo de riesgo que el intenso tráfico marítimo de la cornisa cantábrica y del Atlántico pueda tener en su sostenibilidad ambiental, económica y social.
Así mismo, creemos que debe servir para concienciar a los ciudadanos y a las administraciones del problema que suponen esos 1,7 millones de toneladas de residuos plásticos que cada año llegan a los océanos.
Para primar todo lo que hagamos en el ámbito doméstico, en el profesional y en el público en favor de la buena gestión de los residuos, aunque los resultados tarden en hacerse notar.
En definitiva, el sector pesquero llama a la calma y a la no especulación informativa en torno a sucesos como el vertido del Toconao e insta a los partidos políticos, al Gobierno de España y a las Comunidades Autónomas a trabajar conjuntamente para aclarar y determinar de manera solvente el alcance real medioambiental, social y económico de estos incidentes, y para buscar soluciones eficaces para su erradicación.
Aprendamos a sacar de lo malo lo mejor. Y no se olviden de una cosa, la pesca no es el problema, es parte de la solución. Nuestros pescadores recogen cada año cientos de toneladas de basuras marinas, incluidos plásticos, del fondo del mar y lo llevan a puerto para su posterior reciclaje, siendo un auténtico ejemplo de economía circular.
Ver número 643 MAR